Uno de los términos que aparece frecuentemente por la prensa económica en la actualidad es Smart Beta. ¿Qué significa realmente esta expresión?
Todos somos conscientes de cómo la tecnología ha evolucionado los mercados financieros. Cada día es más fácil realizar operaciones que hace apenas años hubieran implicado muchos más trámites. Pero la revolución tecnológica no sólo ha tenido consecuencias para el inversor individual y su operativa diaria, sino que ha revolucionado la forma en que los mercados funcionan y cómo se gestiona el capital.
¿Qué es Smart Beta?
El término Smart Beta se utiliza para referenciar una serie de estrategias de inversión que mediante la construcción de índices alternativos a los índices de capitalización tradicionales, pretenden obtener rentabilidades superiores a la media. Smart Beta se centra en aislar factores que revelen ineficiencias del mercado, de manera objetiva y basada en reglas concretas. Las herramientas fundamentales de este tipo de estrategias son la estadística y el manejo de grandes bases de datos.
¿Cómo funciona y para qué sirve?
Los gestores que emplean estrategias Smart Beta intentan reproducir la rentabilidad de un índice que desarrollan teniendo en cuenta unos parámetros específicos. Hay multitud de enfoques que un gestor puede dar a la hora de crear su índice. Por ejemplo, un gestor que quiera basar su estrategia de inversión en los fundamentales de las empresas, tomará como parámetros aspectos que reflejen los fundamentales de las empresas. Un ejemplo muy simple sería el de un gestor que decide sólo invertir en empresas con PER por debajo de 10. Una vez establecido este factor, la gestión por parte del gestor se vuelve pasiva. El gestor simplemente se limita a comprar todos aquellos activos que cumplan esas condiciones que ha preestablecido.
El trabajo del gestor por tanto no consiste en seleccionar una a una aquellas empresas que cree que van a tener una buena evolución. El gestor se centra en descubrir qué parámetros pueden ofrecer rentabilidades futuras superiores a la media, e implementar automáticamente esa estrategia. Para encontrar estos factores que pueden proporcionar rentabilidades superiores a la media histórica, se utilizan métodos estadísticos y grandes bases de datos. Cuando hay evidencia empírica de que algo ha funcionado en el pasado, y el gestor cree que esa evidencia está basada en alguna realidad económica estructural, puede ser un buen criterio para desarrollar una estrategia fructífera de inversión.
La era de los robots en las inversiones
Esta deriva tecnológica del mundo financiero tiene profundas implicaciones para el futuro de los mercados. Cada vez tiene más importancia disponer de bases de datos. Es lo que hemos venido a llamar la era del big data. La tecnología es una herramienta que amplifica las posibilidades de las que disponemos como inversores. Aunque aumente la sofisticación de las opciones que tenemos para invertir, debemos evitar que la complejidad nos perjudique. Ante todo es importante entender los productos en los que se invierte, su funcionamiento y sus implicaciones.