Los mercados monetarios son aquellos en los que se negocian activos a corto plazo (en general, con vencimientos inferiores a un año). Se caracterizan, en general, por su elevada liquidez (debido a ese plazo corto, y porque hay mercados secundarios muy potentes) y por su bajo riesgo, debido a la solvencia de las instituciones que participan, a la que se pueden añadir garantías adicionales.
No obstante, como veremos más adelante, estas cualidades no se cumplen en todas las situaciones y para cualquier activo a corto plazo negociado en estos mercados, ya que puede haber circunstancias que varíen esto de manera significativa.
Qué se negocia en el mercado monetario
Incluye las letras del Tesoro, el mercado interbancario, el de los certificados de depósito, el del papel comercial (letras de cambio y pagarés), préstamos de valores y acuerdos de venta con pacto de recompra (repos) y, en general, cualquier activo financiero a corto plazo.
Puede hacer referencia tanto al mercado primario (en el que emiten los títulos por primera vez), como al secundario (en el que se negocian los títulos previamente emitidos). Estos mercados constituyen una gran proporción del sistema financiero (por ejemplo, en Estados Unidos suponen alrededor de un tercio de todo el crédito, según los datos de la Reserva Federal).
Su función principal es la de hacer posible que los inversores puedan mantener parte de su riqueza en forma de títulos o valores con un elevado grado de liquidez y con algo de rentabilidad.
Quién participa y cómo funciona
Los principales actores de este mercado son las entidades bancarias, las Administraciones Públicas, las compañías de seguros, los fondos de pensiones y los fondos de inversión.
Las grandes empresas acuden a estos mercados a financiarse. Los inversores pueden participar a través de una relación directa con las empresas emisoras (normalmente, en el caso de compras mayoristas) o mediante intermediarios especializados, como las entidades financieras o los brokers.
Qué tipo de activos incluye y cómo se han visto afectados por la crisis
Hasta que surgió la crisis financiera de 2008, se consideraba que los mercados monetarios eran sencillos y poco volátiles. Sin embargo, tras las turbulencias ocasionadas en todos los mercados con la caída de Lehman Brothers, se observó que algunos de los submercados monetarios presentaban cierta fragilidad.
En algunos casos, existen otras garantías que minimizan el riesgo.
Por ejemplo, a la hora de invertir en un depósito, se tiene en cuenta no sólo la solvencia de la propia institución, sino también la salvaguarda que ofrece el Fondo de Garantía de Depósitos (en España, 100.000 euros por titular).
Sin embargo, los préstamos interbancarios no están respaldados por otros avales, de modo que se hacen en función de las probabilidades de que el prestatario pueda devolverlo. En el punto más álgido de la crisis, los mercados bancarios estuvieron virtualmente cerrados para muchas entidades, ya que la desconfianza era máxima y se realizaban muy pocas operaciones.
Por su parte, los pagarés son utilizados como medio de financiación por bancos y grandes empresas no financieras. Son instrumentos no garantizados (son simplemente promesas de pago), con lo cual los inversores los compran en función de la capacidad que tiene el emisor para devolverlos, y por ello se ven afectados por el nivel de confianza del mercado.
Las Letras del Tesoro son valores emitidos por el Estado con vencimientos hasta 18 meses. Se emiten al descuento, de forma que el comprador en el mercado primario desembolsa una cantidad inferior y a su vencimiento recupera 1.000 euros.
Al contar con este respaldo y teniendo este plazo tan reducido, son considerados activos muy seguros. Sin embargo, incluso este activo se vio afectado por la crisis, llegando a alcanzar un 5% a 12 meses (por el contrario, en la subasta del 08/03/16, se alcanzó un tipo negativo).
Los repos son un importante segmento de los mercados monetarios. Ofrecen un tipo de interés para operaciones a muy corto plazo (desde un día hasta varias semanas). El repo se puede hacer sobre cualquier tipo de activo, aunque lo más usual es que sea sobre renta fija pública, especialmente letras, aunque también sobre obligaciones o bonos, donde la rentabilidad se puede ver incrementada por el derecho temporal del propietario a cobrar los cupones durante dicho periodo.
Veamos cómo funciona con un ejemplo: un cliente desea hacer una inversión a dos semanas. A través de un repo sobre una Letra del Tesoro, la entidad le vende ese título a 998 euros y se lo recompra catorce días después, a mil euros. El inversor gana la diferencia entre ambos precios, y el banco se queda con algo de margen por la letra, y además obtiene una liquidez sobre la que puede obtener una mayor rentabilidad.
Por otra parte, los mercados de repos también son fundamentales para las ventas a corto. Cuando un inversor vende un título que no tiene, lo toma en préstamo o lo adquiere temporalmente a través de un repo. Si llegado el vencimiento la cotización ha bajado, el vendedor gana dinero con la operación.
Los fondos de inversión en activos del mercado monetario (FIAMM) son fondos que invierten en activos de renta fija e instrumentos financieros de elevada liquidez (letras del Tesoro, certificados de depósito, repos…). Aunque no están garantizados, suelen ser gestionados de manera conservadora, por lo que se suele obtener una pequeña rentabilidad. No obstante, el rendimiento real de estos fondos puede ser negativo si se compara con la inflación. Por ejemplo, si la rentabilidad del fondo es del 2%, pero la inflación es del 3%, tendremos una rentabilidad real del -1% para nuestro dinero.
Además, como acabamos de ver, existe una gran variedad de activos a corto plazo, por lo cual no todos los FIAMM son iguales desde el punto de vista del riesgo. Por ejemplo, tras la caída de Lehman Brothers, algunos fondos que invertían en papel comercial sufrieron graves problemas, lo que forzó al gobierno estadounidense a intervenirlos.