El patrimonio personal equivale a la diferencia entre lo que tenemos y lo que debemos. Si tenemos en cuenta todos nuestros activos y restamos nuestras deudas, obtendremos el valor de nuestro patrimonio personal. Por activos nos referimos a cosas como el dinero en efectivo, nuestras inversiones, nuestra vivienda, coches… y cualquier otro objeto de valor. Las deudas principales suelen ser la hipoteca, préstamos personales, y todo lo que quede por pagar de los activos que tenemos en propiedad.
El patrimonio personal nos permite conocer nuestra situación a una fecha concreta. Es una radiografía de nuestra salud financiera. Sin embargo lo que puede resultar realmente útil e interesante no sólo es tener esta radiografía, sino observar cómo evoluciona en el tiempo. Esta visión a lo largo del tiempo nos permitirá conocer mejor e identificar qué cosas estamos haciendo bien, y cuáles podemos mejorar.
En diferentes etapas de la vida tendremos situaciones y objetivos diferentes, pero haciendo un seguimiento adecuado siempre podremos tener nuestras finanzas bajo control.
Conceptos importantes
A la hora de calcular nuestro patrimonio personal, conviene tener claro qué contabilizar como un activo y qué contabilizar como un pasivo.
Activos:
La mayoría de nosotros tendrá cuatro categorías de activos:
- Dinero y equivalentes: Todo lo que tengamos en efectivo o que puede ser convertido casi inmediatamente a dinero. Aquí deberemos incluir todas las cuentas corrientes, los depósitos que podamos retirar en cualquier momento sin penalización, dinero en cuentas remuneradas, etc.
- Activos e inversiones: Esto son instrumentos que hemos comprado en algún momento con la finalidad de obtener una renta de ellos o que se revaloricen con el paso del tiempo. Aquí incluimos fondos, acciones, bonos, planes de pensiones, etc.
- Activos inmobiliarios: Cualquier terreno, vivienda o propiedad inmobiliaria que tengamos a nuestro nombre. Esto incluirá nuestra residencia principal, así como segundas residencias.
- Activos mobiliarios: Esto incluye todas las cosas de las que eres dueño que no son activos inmobiliarios. Ejemplos podrían ser: coches, antigüedades, monedas, joyas…
Pasivos:
En líneas generales hay dos clases de pasivos que podemos tener: deuda avalada y sin avalar. La deuda avalada es aquella que es respaldada por alguna clase de activo como colateral. La hipoteca en parte es deuda avalada, ya que suele estar respaldada por la propiedad inmobiliaria correspondiente.
¿Por qué es importante calcular nuestro patrimonio personal?
Calcular nuestro patrimonio personal actual es importante, ya que nos dice el resultado de todo lo que hemos ingresado y gastado a lo largo de nuestra vida. Pero lo más importante es observar cómo evoluciona con el tiempo y su tendencia.
Cuando somos jóvenes es normal que tengamos un patrimonio personal bajo, o incluso negativo (si hemos adquirido deudas para poder financiar nuestros estudios). En caso ideal, iremos generando riqueza a lo largo de nuestros años de trabajador, eliminando nuestras deudas y acumulando patrimonio (tanto inmobiliario como en inversiones). No debemos confundir generar riqueza con simplemente gastar más dinero. La mejor clase de activos son aquellos que nos producirán rentas futuras y nos ayudarán a seguir generando ingresos. Cuando dejamos de trabajar es probable que nuestro patrimonio empiece a descender, a medida que vamos utilizando los recursos que hemos ido ahorrando. Si disponemos de activos o un buen plan de pensiones, podremos disfrutar de una etapa acomodada al llegar a la jubilación.
Al calcular nuestro patrimonio personal pasado podemos observar detalladamente si estamos bien encaminados a cumplir nuestros objetivos o si debemos corregir algunos aspectos. Observar nuestra evolución nos proporcionará la motivación necesaria para seguir por el buen camino.
El llevar un registro de nuestra evolución también nos ayudará a contextualizar mejor nuestros gastos. A veces un poco de perspectiva es lo que necesitamos para tomar mejores decisiones financieras y no gastar en exceso en cosas presentes que no nos aportan tanto como nos cuestan.
Tener siempre nuestro nivel de deuda controlado es fundamental. Controlar los intereses que estamos pagando nos ayudará a hacer un uso eficiente de nuestros recursos. No tiene sentido tener dinero en una cuenta remunerada al 2%, mientras pagamos un préstamo para el coche al 4%. Con un control y perspectiva general podemos ver si la gestión de nuestras finanzas es prudente y sensata.
Planificar nuestro futuro financiero
Ser consciente de nuestro patrimonio personal nos puede ayudar enormemente a elaborar un plan financiero para el futuro. Al igual que para construir una casa no se nos ocurriría hacerlo sin planos, para construir nuestro futuro debemos elaborar un plan financiero adecuado.
Una vez realizado el análisis de nuestro patrimonio personal, podemos dedicar tiempo a establecer objetivos y trazar un camino adecuado para que se cumplan. Es imposible cumplir objetivos si nunca nos los hemos marcado. Por tanto, un paso fundamental es ser consciente de nuestra realidad presente calculando nuestro patrimonio personal.