Esta semana la oficina de estadística europea, Eurostat, ha confirmado que tanto la economía de la UE como la de la Eurozona han entrado en recesión técnica tras registrar dos trimestres consecutivos de caídas de la producción ante las medidas de confinamiento de la población y la paralización de actividades no esenciales en algunos países miembros. En concreto, en el 2T de 2020 el PIB de la UE y de la Eurozona se contrajo un 11,4% y un 11,8% respecto al trimestre anterior, respectivamente (vs. la estimación inicial de un 11,9% en la UE y un 12,1% en la Eurozona). En términos interanuales, la economía del conjunto de la UE experimentó una contracción de un 13,9% respecto al 2T de 2019, y la Eurozona de un 14,7% interanual.
En este escenario, España no sólo ha experimentado la caída trimestral más acusada en el 2T de 2020 entre los Estados miembros de la zona monetaria (-18,5%), sino también entre los principales países de la OCDE, únicamente superada por Reino Unido (-20,4%).

Asimismo, dentro de la Eurozona, la economía española también es la que más empleo ha destruido entre abril y junio (-7,5% trimestral vs. -2,9% en el conjunto de la zona monetaria), superando los registros de Francia (-2,6%), Italia (-2,5%) o Alemania (-1,4%).
Tras la caída histórica de la producción en España, las proyecciones del 3T señalan que el PIB podría avanzar en torno a un 10% trimestral, si bien la consecución de este rebote está fuertemente condicionada al deterioro de la actividad socioeconómica ante el repunte de los casos de contagio de coronavirus, que ha dado lugar a nuevas medidas de distanciamiento social y al establecimiento de restricciones de movilidad internacional. En este contexto, se ha producido una rebaja de las expectativas de los consumidores y empresariales, como han mostrado el Indicador de Sentimiento Económico de la UE y los PMIs de IHS Markit del mes de agosto.
En este sentido, el indicador adelantado de la OCDE de agosto ha constatado la ralentización de la recuperación de la economía global. La evolución de la pandemia, la adopción de nuevas restricciones de la movilidad y el deterioro del mercado laboral, entre otros factores, han moderado la reactivación económica tanto la Eurozona como en EEUU, mientras que China ha estabilizado su senda de crecimiento.

En el caso de España, su indicador adelantado ha retrocedido por segundo mes consecutivo hasta 93,2 puntos en agosto (-1,4 pp puntos respecto a julio y -5,8 pp respecto a comienzos de año), situándose como el único país entre los 36 miembros de la OCDE en el que se ha registrado una variación negativa.
Paralelamente, en agosto se ha observado una disminución de las matriculaciones de vehículos y de la movilidad de los ciudadanos, tras repuntar significativamente ambos indicadores en el mes anterior. Todo ello en un contexto en el que la producción industrial y las ventas minoristas moderaron su recuperación en julio a un 9,3% mensual y un 1,1% mensual tras las elevadas tasas alcanzadas en los dos meses previos, registrándose caídas en todos los tipos de comercio a excepción de las estaciones de servicio y tiendas de alimentación.
Paralelamente, en agosto se ha observado una disminución de las matriculaciones de vehículos y de la movilidad de los ciudadanos, tras repuntar significativamente ambos indicadores en el mes anterior. Todo ello en un contexto en el que la producción industrial moderó su recuperación en julio a un 9,3% mensual, al mismo tiempo que el crecimiento de las ventas minoristas se limitóa un 1,1% mensual tras las elevadas tasas alcanzadas en los dos meses previos, registrándose caídas en todos los tipos de comercio a excepción de las estaciones de servicio y tiendas de alimentación.

Evolución del precio del petróleo
La incertidumbre sobre la evolución de la pandemia y su grado de impacto económico final, acentuado en las últimas semanas por los rebrotes de Covid-19 y las nuevas medidas de distanciamiento social y restricciones de movilidad adoptadas por los gobiernos, continúan marcando el comportamiento del mercado de petróleo. A estas circunstancias se unen factores de oferta que condicionan la evolución de los precios, como la decisión de la petrolera estatal de Arabia Saudí, Saudi Aramco, de reducir el precio de sus exportaciones de crudo a Asia, su mayor mercado por área geográfica, y a EEUU. En concreto, en octubre realizará la mayor rebaja mensual desde mayo en sus ventas de petróleo ligero (Arab light crude) al mercado asiático, al mismo tiempo que reducirá el de sus exportaciones a EEUU por primera vez en los últimos 6 meses. Todo ello en un contexto en el que los países de la OPEP+ comenzaron en agosto a reducir progresivamente sus recortes de producción, lo que incrementa el riesgo de que se produzca un exceso de oferta que no pueda ser absorbido por la demanda, presionando a la baja los precios del petróleo.
Hasta finales de agosto, las perspectivas de una progresiva recuperación de la demanda de petróleo y los recortes de producción puestos en marcha por la OPEP+ a partir del 1 de mayo favorecieron un repunte del precio del Brent de un 134% desde sus niveles mínimos registrados a finales de abril (19,33 dólares por barril el 21 de abril). Sin embargo, a partir del 2 septiembre el Brent revirtió su tendencia de recuperación ante el incremento de los casos diarios de contagio de Covid-19, el fin de la temporada estival y el anuncio del recorte de precios de exportación de Arabia Saudí. El 8 de septiembre, el precio del barril de Brent se situó en 39,8 dólares, su menor nivel desde el 15 de junio.

En esta coyuntura, el precio del petróleo Brent se mantiene todavía un 38% por debajo de los niveles de comienzos de año, si bien supera en 20,5 dólares su mínimo de abril.
Según la Reserva Federal de Nueva York, que descompone la variación del precio del petróleo Brent en factores de oferta y de demanda para determinar en qué medida influye cada lado del mercado en sus fluctuaciones, entre el 3 de abril y el 28 de agosto (últimos datos disponibles) los factores de demanda tuvieron una mayor incidencia en la evolución de la cotización del Brent.
En agosto, los movimientos de demanda tuvieron una contribución de en torno a 20 pp del incremento acumulado del precio del Brent, mientras que la oferta representó aproximadamente 12 pp (efecto negativo).

Sin embargo, el impulso de los factores de demanda tendió a estabilizarse en el último mes ante la moderación del consumo de petróleo a nivel global:
- En EEUU, su demanda se estancó tras registrar sucesivos incrementos desde mayo, registrando un retroceso de un 1,3% entre el 24 y el 30 de agosto frente a la semana anterior hasta 18,3 mbd (vs. 21,7 mbd en el mismo periodo de 2019).

- En India, uno de los principales consumidores de combustibles líquidos, las ventas para el transporte de sus tres mayores compañías de crudo (Indian Oil, Bharat Petroleum e Hindustan Petroleum) cayeron más de un 20% interanual en los meses de julio y agosto.
- En agosto, las compras de crudo de China al Golfo Pérsico cayeron frente al mes anterior ante la ralentización de la producción industrial y unos niveles de movilidad que se mantienen por debajo de sus registros pre-Covid. Así, tras aumentar fuertemente sus existencias de petróleo en abril y mayo, la economía china contrajo su demanda a los países productores del Golfo Pérsico un 16,5% respecto a julio hasta 3,4 mbd.

En este sentido, la evolución de los precios del petróleo en los próximos meses no sólo estará condicionada a la progresión de la pandemia y la recuperación económica y del comercio mundial, sino también al aumento de la producción tanto en la OPEP+ como en EEUU, el elevado volumen de reservas de crudo a nivel global y la evolución del tipo de cambio euro-dólar.
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