Hace algunos años, se proponía la Renta Básica Universal (RBU) como una posible solución para los problemas ocasionados por la Gran Recesión. Sin embargo, el elevado coste que tendría una medida como esta pronto llevó a su matización o directamente a su desestimación.
No obstante, la renta básica universal es una cuestión que se sigue analizando en diversos países, no tanto para el presente como para un futuro más o menos inmediato.
La automatización y robotización de muchas tareas, así como la creciente importancia de la inteligencia artificial podrían llevar a millones de personas a quedarse sin empleo, lo que supondría un cambio social tan grande que requeriría tomar medidas extraordinarias.
Qué es la renta básica universal
La renta básica universal es un ingreso que recibirían todos los ciudadanos o residentes de un país, por el mero hecho de serlo, independientemente de sus ingresos, su patrimonio, su situación familiar o cualquier otra circunstancia. La cuantía del ingreso se establecería como una especie de mínimo vital, lo necesario para vivir en el día a día.
A diferencia de otras prestaciones, subsidios y diversas ayudas que existen actualmente, la RBU no se entrega en función de lo cotizado o de un nivel reducido de ingresos, sino que todos la perciben, trabajen o no, sean ricos o pobres.
Qué efectos tendría la implantación de la renta básica universal
La renta básica universal no sólo tiene efectos sobre los ingresos, sino también sobre aspectos como la libertad de las personas o las relaciones laborales:
- Mejora de la situación económica: aquellas personas sin ingresos o con unas percepciones muy reducidas accederían a este mínimo, de manera que mejoraría su situación.
- Nadie se vería obligado a aceptar trabajos escasamente remunerados o muy penosos.
- Relacionado con el punto anterior, los trabajadores podrían negociar mejor sus condiciones.
- Se reduciría el empleo ilegal, que en muchos casos se da para no renunciar a algunas prestaciones y subsidios.
- Los salarios tenderían a aumentar, por lo que se podría recaudar más.
Sin embargo, muchos analistas señalan otros aspectos negativos, que podrían minimizar o volver contraproducente una medida de este tipo:
- Debido al aumento de los ingresos generalizado, la inflación subiría, anulando en todo o en parte cualquier mejora.
- Cambiaría la estructura social, ya que habría millones de personas dependiendo directamente de esta prestación estatal y, además, no se fomentaría la cultura de la formación y el esfuerzo, sino lo contrario.
- Habría menos gente trabajando, ya que muchos optarían por cobrar esta renta antes que trabajar “por un poco más”. Además, los que trabajasen, siendo menos, tendrían que asumir más impuestos, para sostener el sistema.
- El coste de esta medida detraería recursos de otros ámbitos muy necesarios, como sanidad, educación, etcétera.
- Y, sobre todo, hoy en día sería inviable por el elevadísimo coste que tendría.
Cuánto costaría la implantación de esta medida en España
En los primeros momentos del debate, algunos cifraban el coste de la implantación de esta medida entre unos 20.000 y 25.000 millones de euros anuales, a razón de 600 euros mensuales por persona. Sin embargo, estos cálculos estaban más bien realizados pensando en una ayuda generalizada a personas con pocos recursos.
Si realmente se diera a todo el mundo, su coste se dispararía a 330.000 millones de euros al año, o unos 280.000 millones si se diese sólo a los adultos. Unas cifras que, hoy por hoy, harían inviable este sistema.
La automatización de la sociedad
La creciente automatización y robotización de muchos procesos productivos ocasionarán la destrucción de muchos empleos. Según un informe realizado por la consultora McKinsey Global Institute (MGI), se estima que entre 400 y 800 millones de personas en todo el mundo se verán afectadas de aquí a 2030.
Hay que tener en cuenta además, que muchos trabajadores no sólo perderán su empleo, sino que son empleos o profesiones que desaparecerán por completo: ya no podrán encontrar trabajo en esa ocupación.
No nos referimos sólo a los empleos más o menos rutinarios, o a los que no exigen un nivel de estudios elevado, sino también a los trabajos “de cuello blanco”, que podrían verse reemplazados por los robots y la inteligencia artificial. Dependientes, cajeros, taxistas, chóferes, administrativos, contables, auditores o abogados, por ejemplo (o presentadores de televisión, como ya sucede en China); hay muchas profesiones potencialmente afectadas por esta tendencia.
Si todo esto tiene lugar a nivel global, sería necesario buscar una solución, no sólo económica, sino como sociedad.
Qué se ha hecho hasta ahora
Algunos países han empezado a experimentar qué pasaría si se implementara la RBU. En Finlandia acaba de terminar una experiencia piloto, en la que 2.000 desempleados, elegidos al azar, han cobrado 560 euros al mes durante dos años (en este país, el salario medio mensual supera los 3.600 euros).
Algunos participantes en el proyecto han señalado que su nivel de estrés se ha reducido (si bien otros han dicho que no), mientras que otros han subrayado que dos años era poco tiempo para sacar conclusiones, o que el importe percibido era muy pequeño.
En Canadá también se están realizando pruebas en algunas ciudades. Los participantes perciben algo más de 900 euros brutos al mes, la cifra considerada como mínimo para vivir. Algunos participantes han destacado la ayuda que les proporciona esa renta, aunque muchos ciudadanos allí temen que la generalización de la medida desincentivaría el trabajo y tendría un coste demasiado elevado.
Por su parte, Suiza realizó un referéndum para la implantación de la renta básica universal, que hubiera sido de 2.500 francos suizos al mes (unos 2.300 euros). En este caso, se garantizaba este ingreso mínimo (es decir, que si alguien ganaba más no se le daba), y otros 570 euros por cada menor de 18 años. El 78% de los votantes eligió el no.
¿Cómo se podría llevar a cabo la implantación de la renta básica universal?
Como ya se ha explicado, la implantación sin más de la RBU sería muy complicada (por no decir inviable), por su elevadísimo coste, además de ocasionar los efectos colaterales antes señalados.
Sin embargo, si en el futuro hubiese millones de personas que se quedasen sin empleo, o visto desde otro punto de vista, si en el futuro el trabajo lo realizasen en su mayor parte las máquinas, ¿entonces tendría sentido y se podría llevar a cabo?
En este contexto, el dinero para la RBU simplemente tendría que “imprimirse” por parte de los gobiernos. No haría falta trabajar, sólo algunos lo harían (para controlar las máquinas y mantener el sistema en marcha), y la mayoría ocuparía su tiempo en otras actividades.
¿Puede haber otro futuro?
Por una parte, quizás este futuro no sea tan a corto plazo como prevén algunos gurús. También hay que destacar que, siempre que ha habido algún importante cambio tecnológico (la máquina de vapor, la proliferación de las fábricas, el desarrollo de los vehículos de combustión, los ordenadores e Internet, etcétera), se ha temido por los sectores afectados y por la gran pérdida de empleo que podrían ocasionar.
Sin embargo, en todos esos casos, junto con la destrucción de determinados puestos de trabajo se han creado otros nuevos. Por ejemplo, hoy en día existen youtubers o community managers, profesiones que hace unos años parecerían inimaginables. En este sentido, algunos expertos calculan que el 75% de las profesiones del futuro no existen todavía en la actualidad. Muchas de ellas estarán relacionadas con la tecnología.