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Refinanciación, cuando se reorganizan las deudas

Con la crisis, muchas personas han tenido problemas para hacer frente a todos los pagos mensuales. Los índices bancarios de morosidad se elevaron hasta cuotas insospechadas pocos años antes, pasando de poco más del 1% en el año 2006, a superar el 13% en el año 2013. Aunque en los últimos años ha descendido hasta situarse por debajo del 9%, todavía sigue siendo una cifra muy elevada, con un importe global que ronda los 100.000 millones de euros.

Dentro de esta morosidad destaca el hecho de que, como se suele decir, las hipotecas son lo último que se deja de pagar (o casi). Y es que la morosidad hipotecaria es bastante inferior, del 4,7%.

Debido a esta situación, en los últimos años, además de los minicréditos, se ha potenciado considerablemente la refinanciación de deudas como una manera de desahogar las finanzas familiares y permitir el pago de los créditos.

Qué es la refinanciación de deudas

Consiste en la agrupación de las diferentes deudas que posee la persona o familia en un único préstamo, por el que se pagará una única cuota mensual. Habitualmente se alarga significativamente el plazo medio de la deuda, de manera que resulta una cuota sensiblemente inferior a lo que se pagaba anteriormente entre todos los créditos.

Cómo funciona en la práctica

Existen agencias mediadoras que calculan a sus posibles clientes sus pagos totales al mes y negocian con diferentes bancos la reunificación de deudas (por lo que cobrarán unos honorarios). Algunas entidades también pueden ofrecer este servicio directamente a sus clientes.

Una vez que se estudia el caso, habitualmente habrá deudas a muy largo plazo (por ejemplo, la hipoteca), deudas a medio plazo (por ejemplo, un crédito de un vehículo a cinco años) y deudas a corto (por ejemplo, derivadas de una tarjeta de crédito).

Cada una tendrá un capital amortizado y otro pendiente de amortizar, un vencimiento y un tipo de interés a aplicar, y con la reunificación se meterá todo en el mismo crédito (habitualmente será una nueva hipoteca, con la garantía de algún inmueble).

Por ejemplo, imaginemos que una familia tiene los siguientes préstamos:

En total, están pagando mensualmente: 635 + 300 + 280 = 1.215 euros.

Se les plantea una operación en la que refinancian todos sus créditos, juntándolos en uno solo (con el nuevo préstamo, se cancelan los anteriores).

Los datos del nuevo préstamo son:

Importe total: 126.000 (hipoteca) +9.000 (automóvil) +3.000 + 7.000 (gastos de formalización: honorarios, notaría, registro…) = 145.000 euros.

Interés: Euríbor+4.

Plazo: 25 años.

De lo cual les saldría una cuota mensual a pagar de 765 euros, muy inferior a los 1.215 que venían pagando, con lo cual estarán mucho más desahogados mes a mes. ¿Dónde están las pegas?

Inconvenientes de la reunificación de deudas

Uno de los inconvenientes que presenta es que la persona/familia, al ver que sus cuotas son más reducidas y sus finanzas más aliviadas, puede incurrir en mayores gastos o en nuevos préstamos.

Pero, además, hay otra cuestión, y es que, aunque se reunifican algunas deudas cuyo tipo de interés es superior al del nuevo crédito, habitualmente también se incluye una hipoteca en la que estábamos pagando menos (y que, además, suele ser el grueso de las deudas). Y como se refinancia a más años, terminamos pagando bastantes más intereses.

En el ejemplo anterior, los intereses que nos quedaban por pagar en la situación inicial eran:

Hipoteca: 27.120 euros.

Préstamo coche: 960 euros.

Tarjeta de crédito: 370 euros.

Es decir, nos quedarían por pagar un total de 28.450 euros.

Con el nuevo préstamo, pasaríamos a pagar mucho más, ya que además de aumentar nuestra deuda por los gastos de formalización (en el ejemplo, 7.000 euros), los intereses a abonar pasan a ser de 84.600 euros.

 

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