Probablemente no. En los próximos meses y en los próximos años la digitalización del sistema de pagos va a continuar y va a acelerarse. Pero los medios de pago digitales seguirán conviviendo con los medios de pago analógicos tradicionales. No soy adivino, pero estos dos pronósticos son fáciles de acertar.
No hay un medio de pago, hay muchos medios de pago
O, lo que es lo mismo, no hay un dinero, hay muchos dineros. En 2021, la Organización de las Naciones Unidas reconocía 180 divisas oficiales. La más antigua es la libra esterlina.
La libra esterlina se puso en circulación en el siglo octavo y todavía está en uso. La más reciente es la libra de Sudán del Sur cuyo uso se oficializó el 18 de julio de 2011. De momento, todas las divisas oficiales, excepto las de cuatro países, son analógicas. Además, hay otras divisas oficiales que las Naciones Unidas no reconocen, como el Dólar Nuevo de Taiwán.
Y también hay medios de pago que no son divisas. Algunos son analógicos y otros son digitales. Por ejemplo, las Horas de Ithaca, una moneda local que circuló entre los comerciantes de Ithaca (Nueva York) entre 1991 y 2017 y el Zoquito, una moneda local gaditana, fundada en 2011 en Jerez de la Frontera y utilizada por un grupo de empresas y personas vinculadas a la economía social y a la economía circular: son medios de pago analógicos y privados. Pero la gran mayoría de los medios de pago no oficiales son digitales.
La gran mayoría de los medios de pago son digitales
El dinero bancario —los depósitos que crean los bancos cada vez que conceden un crédito— es digital (1). Las tarjetas de crédito o de débito, que en 2020 se utilizaron para pagar hacer pagos por valor de 134 millardos de dólares según Allied Market Research, también son medios de pago digitales. Además, el Bitcoin y todas las criptodivisas son digitales.
El Bitcoin se lanzó en 2009 y desde que apareció en el escenario, sus imitadores han creado casi 10.000 criptodivisas diferentes, cuyo valor de capitalización ascendía a 2,63 billones de dólares en octubre de 2021 según CoinGecko (2).
Los medios de pago analógicos y digitales coexisten
Todos esos medios de pago, ya sean analógicos o digitales, oficiales o no oficiales, coexisten. Unos tienen millones de usuarios, otros solo tienen unos miles, y otros apenas unos cientos. Pero, como el dinosaurio de Augusto Monterroso, cada mañana la gran mayoría de ellos todavía están ahí.
Como la abrumadora mayoría de los medios de pago, o sea, de los dineros, son digitales, quizás deberíamos matizar la respuesta a la pregunta que nos planteamos en el título de este artículo. En realidad, en 2021 los medios de pago digitales ya habían reemplazado mayoritariamente al efectivo. La duda que nos queda es averiguar si el efectivo va a sobrevivir.
Pagos directos y pagos intermediados
Hasta 2009, solo había dos formas de hacer pagos: directos —efectivo, en divisas oficiales analógicas— e intermediados —en los que el vendedor y el comprador usan los servicios de un tercero para completar el pago—. En 2009, apareció una tercera forma de hacer pagos: el Bitcoin. Y el 20 de octubre de 2020 las Bahamas, un pequeño estado caribeño con unos 400.000 habitantes, lanzó la cuarta, el Sand Dollar que es la primera divisa digital emitida por un banco central en circulación (CBDC, según sus siglas en inglés).
Por lo tanto, el Sand Dollar es la primera divisa oficial que vive en una app en los dispositivos móviles de sus usuarios. Como vamos a comentar más adelante, las CDBC son especiales porque podrían permitir hacer pagos directos a distancia —igual que el Bitcoin—.
Dos propiedades que diferencian a los medios de pago: el anonimato y el escrutinio
Pagos directos
Los pagos directos requieren que el comprador y el vendedor coincidan en el tiempo y en el espacio por lo que son poco compatibles con una economía dinámica y globalizada. Pero tienen la ventaja de que, para aceptarlos, no tenemos que confiar en un tercero: el intermediario que recibe la orden de ejecutar y ejecuta los pagos.
Cuando recibimos en pago efectivo analógico, basta con que lo reconozcamos como auténtico —no falsificado— y que confiemos en que, durante el tiempo que transcurra hasta que lo volvamos a usar, va a conservar, si no todo su valor, al menos la mayor parte. Además, como el efectivo analógico es anónimo, los pagos directos también lo son. El anonimato y la facilidad de reconocimiento del efectivo analógico hace que los pagos directos sean eficientes, inmediatos y que se realicen sin apenas escrutinio, sin preguntar (3).
Pagos intermediados
En cambio, los pagos intermediados, permiten que el comprador y el vendedor no tengan que coincidir en el tiempo y en el espacio, pero obligan a confiar en un tercero. Confiar en terceros tiene dos inconvenientes: tiene un coste, porque los intermediarios siempre cobran por sus servicios, y es arriesgado, porque unas veces los intermediarios son merecedores de nuestra confianza y otras veces no lo son.
Además, los pagos intermediados no pueden ser anónimos del todo. Las transacciones intermediadas exigen que el intermediario del pagador tenga que saber su identidad, que dispone de la cuantía del pago y que el intermediario del cobrador conozca su identidad para hacerle efectivo el pago.
Dos caminos hacia el futuro: el Bitcoin y las CBDC
En 2009, Satoshi Nakamoto, un programador, o quizás un equipo de programadores, puso en el dominio público las 30.000 líneas de código que al ejecutarse en al menos dos ordenadores dan vida al Bitcoin. En ese momento el valor de un Bitcoin era exactamente cero. Según Bitnodes, el 21 de octubre de 2021, después de 10 años de experimentos, intentos de hackeo, mucha volatilidad, y muchas otras vicisitudes, la red del Bitcoin tenía al menos 13.790 nodos, distribuidos en al menos 83 países.
Según CoinMarketCap, el 20 de octubre de 2021 el Bitcoin alcanzó el máximo histórico de su valor llegando a cambiarse por 66.930 dólares. Ese día el valor de capitalización del Bitcoin ascendió a 1,215 trillones de dólares —aproximadamente, el valor del PIB español— y el volumen de contratación del Bitcoin fue de 45.352 millones de dólares en 24 horas.
El Bitcoin es un token que está integrado en un sistema de pagos —el registro distribuido que permite autentificar las transacciones—. El token del Bitcoin es digital pero cumple las mismas funciones que el efectivo de las divisas analógicas oficiales.
Los sistemas de pagos de las divisas analógicas oficiales son los bancos comerciales y todos los intermediarios financieros que facilitan el uso del efectivo y verifican y registran las transacciones. En cambio, el sistema de pagos del Bitcoin está formado por el registro compartido por los nodos de la red y por la cadena de bloques que lo actualiza.
En esencia, el Bitcoin es una idea, igual que el teorema de Pitágoras es una idea. Pero el Bitcoin se expresa en las 30.000 líneas de código que lo definen. El código que creó el Bitcoin y la red de ordenadores que lo ejecutan han creado un dinero nuevo.
Bitcoin: ¿el nuevo dinero?
Sin embargo, como dinero, el Bitcoin es ineficiente —Bitcoin procesa entre tres y cuatro transacciones por segundo y Visa 1.667— su valor es extremadamente volátil y es muy costoso de mantener. A cambio, Bitcoin funciona al margen de cualquier autoridad central y, como ocurre el teorema de Pitágoras, el uso del Bitcoin es voluntario y gratuito. Además, el Bitcoin es criptográficamente anónimo.
Por lo tanto, el Bitcoin es un intruso que aparece en los mercados financieros como un nuevo competidor que tiene un enorme potencial disruptivo. Su mera existencia amenaza la emisión de las divisas analógicas oficiales de los bancos centrales y al negocio de los bancos comerciales y otros intermediarios convencionales que participan en la gestión de los sistemas de pagos asociados a esas divisas.
CBDC: la respuesta de los bancos centrales
La respuesta de los bancos centrales ante la amenaza que supone el Bitcoin y la digitalización del sistema de pagos no se ha hecho esperar. Según el Atlantic Council, en 2021, 81 países, que representaban el 90 por ciento del PIB mundial, estaban estudiando la emisión de una divisa digital.
En octubre de 2021, cinco países ya habían completado el lanzamiento de sus monedas digitales. El primero fue el Banco Central de Las Bahamas, que lanzó su Sand Dollar en mayo de 2020. Los otros cuatro países también son islas caribeñas: Antigua y Barbuda, Saint Kitts y Nevis, Granada y Santa Lucía. El 8 de octubre de 2021, el banco central de su unión monetaria, el Banco Central del Caribe Oriental (ECCB) puso su monedero digital de Dcash en el dominio público para cualquiera que quisiera bajarlo y usar esa divisa oficial digital.
Otros 14 países, que incluyen a China, Suecia y Corea del Sur, tenían pilotos de sus divisas digitales en fases de pruebas avanzadas. En septiembre de 2021, el Banco de Suecia empezó a probar su eKrona. El Banco de China, tiene prevista la puesta de largo de su divisa digital —el yuan digital o e-CNY— el 4 de febrero de 2022. Ese día se inaugurarán las Olimpiadas de Invierno de Pekín y los visitantes internacionales podrán bajarse la cartera digital y usar los yuanes digitales para hacer cobros y pagos desde sus teléfonos móviles.
Y esto no es más que el principio. Los principales bancos centrales del planeta, la Reserva Federal de los Estados Unidos, el Banco Central Europeo, el Banco de Japón y el Banco de Inglaterra se lo están pensando, aunque es verdad que el principal, la Reserva Federal, es el que va más retrasado. Las consecuencias del paso de gigante en la transformación digital que van a suponer las divisas oficiales digitales para el sector financiero, para la globalización, para la gobernanza, y para la humanidad en general tienen un potencial tan disruptivo que todavía son difíciles de imaginar.
Entonces, ¿sobrevivirán las divisas analógicas a la disrupción de los medios y de los sistemas de pagos que plantean el Bitcoin y las divisas digitales oficiales?
Probablemente los dólares de papel, los euros de papel, sus monedas metálicas y los billetes y monedas de otras divisas analógicas oficiales sobrevivirán. Al menos durante algún tiempo. Quizás hasta que toda la humanidad sea nativa digital. Pero es casi seguro que si las divisas analógicas oficiales sobreviven, lo harán a duras penas y no serán de uso diario, como sobreviven el oro, las sucursales bancarias, los vinilos, las máquinas de escribir y el chocolate con churros.
(1) En el cuarto trimestre de 2020 en la Eurozona el valor del agregado monetario M1 fue de 10.258 billones de euros, el valor del efectivo en circulación fue de 1.359 billones de euros, y el de los depósitos a la vista 8.898 billones de euros. Los depósitos a la vista son el dinero bancario —los medios de pago creados por los bancos. Los depósitos a la vista son medios de pago digitales y en 2020 supusieron el 87 por ciento de los medios de pago oficiales de la Eurozona.
(2) Véase https://www.coingecko.com/en. Según esa página web, el 20 de octubre de 2021 cotizaban 9.879 criptodivisas y su valor de capitalización ascendía a 2,63 billones de dólares, aproximadamente dos veces el valor del PIB español de 2020.
(3) En la literatura técnica esta propiedad se llama “No Questions Asked (NQA)”. Véase B. Holmström, Understanding the Role of Debt in the Financial System, Bank for International Settlements Working Paper no. 479 (2015).