Desde que las bolsas mundiales, y la española en particular, iniciaron la tendencia bajista en la que se encuentran inmersas, hemos oído de manera recurrente un término al que se agarran muchos analistas e inversores con la esperanza de que esta descapitalización de la bolsa toque a su fin: el rebote.
Es bien sabido que el pánico y el miedo en los inversores juega un papel muy relevante en los mercados financieros, y es por ello que poner fin a un movimiento bajista suele tener una complejidad añadida. Por ese motivo, los analistas se empeñan en buscar zonas de soporte en las que se pueda justificar de forma racional el fin a los continuos descensos en las cotizaciones.
El punto exacto de rebote de un mercado es aquel en el que la tendencia bajista precedente pierde fuerza y se produce un giro en el sentimiento general de los inversores que hace que se produzca un cambio de tendencia en la evolución del precio, rebotando el mismo al alza para tranquilidad de los inversores con posiciones en el mercado.
Esperando el rebote en la situación actual
La manifiesta debilidad del petróleo y las desesperanzadoras previsiones sobre China hacen que las bolsas mundiales se estén resistiendo a encontrar ese punto de rebote que permita virar la tendencia bajista y apague todas las alarmas que no hacen más que retroalimentar los descensos.
A menudo oímos hablar a los analistas de determinados niveles que el Ibex debería no perder. Precisamente esos niveles son los que deben actuar como niveles de rebote, como pueden ser los tan comentados últimamente 8.000-8.200 puntos en el Ibex 35. Pero sin embargo, nadie acaba de ver del todo claro que existan los fundamentales necesarios para que se produzca un rebote firme a corto plazo.
El peligro del “rebote del gato muerto”
El riesgo de los rebotes en situaciones con un trasfondo todavía inestable es la posibilidad que se dé lo que se conoce como el rebote del gato muerto, que no es más que un rebote en falso que lo único que hace es anticipar una continuidad posterior en los descensos.
Para que pueda consolidarse un rebote estable deben existir factores que den potencia a esa recuperación en las bolsas, como sucedió por ejemplo cuando España solicitó a Europa la solicitud de rescate del sector financiero en junio de 2012, como puede comprobarse en este gráfico del Ibex 35 en el que el índice de referencia español llegó a estar por debajo de los 6.000 puntos el 24 de julio de 2012 para iniciar un rebote consistente que lo llevó hasta el último máximo de los 11.866 puntos alcanzados el 13 de abril de 2015, logrando casi un 100% de revalorización en ese periodo.
Fuente: Bolsa de Madrid