Desde hace algunos años, un movimiento alimenticio está sacudiendo el mundo entero con una forma de comer que no se basa en innovadoras dietas o experimentos extraños. Nada de eso. Se centra en algo tan simple —y tan complicado— como ‘comer comida real’, comida de verdad. Eso que hacían nuestros abuelos e incluso nuestros padres no hace tanto, pero que desde hace unas décadas se ha venido perdiendo en pos de la comida ultraprocesada, rápida y preparada.
El realfooding en España ya lleva varios años calando hondo gracias a un joven nutricionista y divulgador llamado Carlos Ríos. Este joven, a través de las redes sociales, ha logrado despertar las conciencias de muchos acerca de sus hábitos alimenticios poniendo los puntos sobre las íes en cuanto a lo que respecta comer alimentos ultraprocesados y sus consecuencias en la salud. Porque, a largo plazo, no solo se trata de engordar; se trata de toda una serie de enfermedades asociadas que van desde la obesidad al cáncer.
Por ello, su movimiento aboga simplemente por comer alimentos naturales, reales, sin procesar. Es decir, frutas, verduras, legumbres, cereales, pescados, carnes, etc. Y todo preparado a la vieja usanza, como las típicas recetas de toda la vida que hacían nuestras abuelas. Así, no solo se gana en salud, también en calidad de vida en muchos aspectos.
Porque comer comida real no es solo una tendencia alimenticia, es un modo de vida, y los que lo han desarrollado, han visto cómo muchos aspectos de su vida mejoran. También los financieros. Vamos a centrarnos en este aspecto:
Come comida real y ahorra a la vez
Frecuentemente se relaciona la comida saludable con un mayor gasto. Sucede así si se confunde comida saludable o real, con comida ecológica. Los productos que venden en herbolarios o tiendas ecológicas sí son más caros, tiene todo el sentido, pues proceden de agricultura ecológica con unos costes mayores. Aunque, esto no siempre implica que estos alimentos sean más sanos. De hecho, algunos son altamente procesados.
Cuando hablamos de comida real, hablamos de la comida que venden en cualquier mercado o frutería. En las tiendas de toda la vida. Y estos alimentos no son más caros. Debemos desterrar esa idea desde ya, porque la comida real es igual de asequible que muchos ultraprocesados.
Por otro lado, comer comida real termina siendo un estilo de vida, marca una pauta de comportamiento y, por tanto, como hemos señalado, genera ciertos hábitos y costumbres que también redundan en nuestra economía, como planificar las comidas y no desperdiciar alimentos. Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición en cada hogar de España se tiran 76 kilos de comida al año, lo que equivale a una media de 250 euros. Mientras que en todo el mundo se desperdicia un total de 1.300 millones de toneladas cada año.
El realfooding intenta erradicar algo tan sumamente escandaloso apostando por una correcta planificación de las comidas y el aprovechamiento de alimentos. Lo que propone es aprovechar un día a la semana, normalmente el domingo, para preparar las comidas del resto de la semana hasta el viernes, sobre todo, si se come en el trabajo. Así, nos encargamos de tener todo listo por adelantado y evitar comer fuera cualquier cosa o gastar más dinero pidiendo a domicilio antojos de última hora.
Además, si sobran alimentos, existen numerosas recetas para hacer platos muy ricos de aprovechamiento; guarda siempre lo que te sobre porque es probable que puedas comerlo preparado de otra manera. Y eso es algo que recordamos que nuestras abuelas y madres hacían con mucha destreza.
Realfooding y ahorro doméstico, la pareja perfecta
Esta filosofía aboga por ir al supermercado con una lista cerrada de cosas que de verdad necesitamos. Y no salirnos de ella. De ese modo evitamos comprar cosas innecesarias, muchas de ellas que luego ni se comen. Y, por supuesto, de forma paralela, evitamos gastar de más.
Porque los supermercados ofrecen todo tipo de productos, algunos como compras de impulso y otros que no son realmente necesarios para todos los clientes. Para evitar caer en la tentación y comprar de más, hay que tener las ideas muy claras y, si se puede, acudir después de comer, para pensar con la cabeza y no con el estómago.
Así, el realfooding te puede ayudar a mejorar a la vez ambos aspectos de tu vida sin que te des cuenta, pues tiene mucho que ver con la filosofía minimalista, de vivir mejor con menos. Definitivamente, la compra de comida compulsiva y los caprichos representan factores de consumo muy importantes que te podrías plantear erradicar, por tu salud y también, por tu bolsillo.
Comer comida real no es caro; al revés, con una buena planificación, apostando por los mercados cercanos y el producto local, aprovechando bien la comida y siendo rigurosos al hacer la compra, se puede ahorrar mucho al cabo del año y, además, estar mucho más sanos.