El léxico económico utilizado en las finanzas personales incluye conceptos fundamentales para nuestros ahorros. Inversor institucional es prueba de ello, pues está estrechamente relacionado con planes de pensiones, fondos de inversión, entidades financieras y hasta con las aseguradoras.
De forma genérica, podemos definir inversor institucional como toda entidad que agrupa grandes sumas de dinero para su gestión e inversión en bienes, derechos, valores y otros activos financieros y no financieros. Ese dinero proviene de aportaciones de inversores más pequeños: los inversores minoristas o individuales, cuyo rendimiento vendrá determinado por los resultados colectivos del inversor institucional.
Para comprender mejor qué son los inversores institucionales, resulta muy útil enumerarlos:
– Gestoras de fondos de pensiones.
– Gestoras de fondos de inversión.
– Bancos y cajas.
– Sociedades de inversión e instituciones de inversión colectiva (IIC).
– Compañías de seguros.
La CNMV, en su glosario de términos, vincula la inversión institucional con la inversión cualificada, con una protección más laxa debido a su profesionalidad, conocimientos y experiencia en valoración de riesgo y decisión de inversión.
Tras los inversores institucionales hay profesionales que dedican su jornada laboral al completo a gestionar sus carteras. Por su volumen de capital y cualificación, los inversores institucionales superan la capacidad de acción del inversor individual, llegando a influir en la toma de decisiones de las empresas en las que han invertido.
Sin embargo, a nivel interno, la gestión de sus activos está más restringida. El riesgo gestor o tracking error permitido para sus inversiones es limitado pues ha de responder a una serie de parámetros preestablecidos y acercarse al benchmark definido para cada una de sus carteras.
Por último, hay que señalar que la naturaleza del inversor institucional determina el horizonte temporal de sus carteras, lo que reduce el abanico de activos para invertir. Sucede así porque debe contar con suficiente liquidez para devolver las participaciones de los inversores individuales. Por ejemplo, las gestoras de fondos de pensiones pueden predecir su necesidad de liquidez en función de la edad de sus inversores; de igual manera, las de fondos de inversión en función de los vencimientos, lo que les permite invertir en activos de menor liquidez. En cambio, más allá de estimaciones y cálculos actuariales, las compañías de seguros no conocen con exactitud en qué momento van a requerir efectivo para cubrir las necesidades de sus asegurados.