Invertir parece que está fuera del alcance de muchos. No solo por motivos económicos, que quizá es ahora una razón menor por la evolución que ha dado la industria financiera en estos años, sino por el respeto que da emplear parte de nuestros ahorros en productos financieros. Aunque más que respeto, deberíamos decir miedo.
Sí, porque cuando invertimos estamos ‘gastando’ dinero en algo que, esperamos que nos reporte un rendimiento, pero por la propia definición de inversión, obtener beneficio no está asegurado y, erróneamente podría llevar a pensar que es como dedicar o gastar dinero en nada, al menos en un primer momento. Sucede al contrario que en el mercado de consumo, donde si pagamos dinero, a cambio recibimos un bien al momento.
Además, el aura elitista que ha rodeado a los mercados ha alejado a muchas personas, por considerar que no están hechos para ellos. Una idea totalmente equivocada, porque la industria financiera no es solo accesible a la alta sociedad; sino a todos nosotros. El secreto está en prepararse antes de saltar al ruedo y en tener cabeza.
Pero, volviendo al miedo que invertir provoca, hay algo que deberíamos no perder de vista: miedo de verdad da que los ahorros pierdan valor. Es decir, si el dinero no se pone a trabajar, se devalúa y, al final, acaba valiendo menos.
Pierde el miedo a invertir y mejora tu economía
El miedo que provoca la inversión viene de un sesgo cognitivo muy presente y en cierta manera, comprensible: la aversión a la pérdida. Cuando nos planteamos la posibilidad de invertir, inconscientemente buscamos en nuestra psique y experiencia razones ‘lógicas’ que nos desanimen: “voy a perder el dinero”, “eso solo se lo pueden permitir los ricos”, “no me va a salir bien”, etc. Pero son solo afirmaciones que nos hacemos a nosotros mismos para alejar de nuestra mente la idea, aunque sea basándonos en falacias.
Pues bien, el reto es dar la vuelta a esas afirmaciones falsas y demostrarnos a nosotros mismos que la inversión nos puede salir bien. O al menos, intentar que así sea, de forma sencilla, sin ser multimillonarios.
¡Quítale el disfraz a la inversión!
Hay muchos motivos para pasar miedo, pero invertir no es uno de ellos.
Para empezar, podemos adentrarnos en los mercados sin necesidad de tener una gran cantidad de dinero disponible. Como decíamos, ahora la inversión es mucho más democrática y se puede empezar con cifras bajas. Los expertos ponen como punto de partida los 1.000 euros, un importe ni muy alto ni muy bajo, suficiente para cubrir las comisiones que tenemos que abonar por las operaciones que hagamos y para destinar dinero a diferentes activos.
Evidentemente, con esta cantidad que nadie espere hacerse rico -debería darse una carambola muy complicada-, pero sí que ayudará para empezar a testar el mercado, ver cómo evoluciona nuestro dinero y, en definitiva, ir aprendiendo. Porque al tratarse de una cifra modesta, no habrá excesivo miedo a las pérdidas y actuaremos con la cabeza fría, con mayor tranquilidad. De lo contrario, si empezáramos con una cifra alta lo pasaríamos mucho peor y esa tensión descontrolada podría conducirnos al fracaso.
Otro aspecto que debe quitarnos ese ‘pavor’ al mercado es el hecho de que ahora todo es mucho más accesible que antes. No solo la propia inversión -ya no está vedada a solo unos pocos adinerados-, sino los conocimientos para manejarse en este ámbito. La globalización y, sobre todo, las nuevas tecnologías, han democratizado el conocimiento y desde casa, a nuestro ritmo, podemos aprender vía internet diferentes materias relacionadas con la inversión.
Ya no es excusa la falta de conocimiento para dejar nuestros ahorros quietos condenándolos a una devaluación segura. De hecho, el aprendizaje autónomo está a la orden del día y muchas personas estudian por su cuenta numerosas materias o aprenden música, programación informática, estética, etc. Y, especialmente sobre inversión, finanzas y mercados hay mucho material al alcance de cualquiera. No solo a través de tutoriales de YouTube o podcasts, sino por medio de libros que se han publicado en los últimos años, partiendo de manuales que enseñan los conceptos básicos para aprender sobre esta materia de una forma sencilla, amena y muy didáctica.
Y, por último, algo que debería quitarnos cualquier miedo es nuestro futuro. Sí, porque algún día seremos mayores y necesitaremos cobrar una pensión. Hoy por hoy, las públicas ya no parecen estar garantizadas, o al menos, no en su totalidad. Por ello, conviene ir pensando en la jubilación e invertir en algún vehículo de cara a esta etapa. Tanto los planes de pensiones, como los fondos de inversión son buenas opciones para ello, sobre todo los primeros.
De este modo, podemos comenzar en los mercados sin tener tanto miedo. Al final, son más sencillos de lo que parecen desde fuera y mucho de lo que se dice de ellos son leyendas urbanas o mitos que se han ido reproduciendo con el paso del tiempo.
Eso sí, hay determinados segmentos que no son aptos para cualquiera, al menos sin un buen asesoramiento y teniendo las cosas muy claras. En cualquier caso, lo realmente terrible hoy en día es obviar las múltiples vías de inversión que nos ayudan a engordar nuestros ahorros.
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