En la década de 1980 y, en general, en los últimos años del siglo XX, de la mano de los principales desarrollos de software aparecieron metodologías de trabajo nuevas, más eficientes, más ágiles. ¿Qué son los métodos agile?
Los métodos agile se han integrado ya en la estructura de procesos de la mayoría de las compañías, transformando radicalmente el tradicional esquema de trabajo lineal.
En 2001, en pleno boom del desarrollo de software, cuando la tecnología y sus aplicaciones se democratizaban a ritmo imparable, diecisiete desarrolladores destacados se reunieron en Utah, Estados Unidos, para consensuar el cambio que acontecería en las siguientes décadas: procesos más ágiles para agilizar la pesada estructura, con excesiva burocracia y planificación. Los puntos acordados en ese encuentro se resumieron en el Manifesto for Agile Software Development:
- Los individuos y las interacciones, más importantes que los procesos y las herramientas.
- Software útil, más importante que una extensa documentación para su uso.
- Colaboración y comunicación constante con el cliente, mejor que tediosas negociaciones contractuales.
- Rápida respuesta ante un cambio, mejor que seguir indiscutiblemente un plan.
La filosofía agile, aplicada en todos los ámbitos
La aplicación de este nuevo esquema de trabajo mejoró la eficiencia en el desarrollo de software y pronto se trasladó a otros ámbitos dentro de las organizaciones empresariales.
La metodología agile busca ejecutar las tareas necesarias para alcanzar un objetivo de la forma más rápida y más flexible. Su filosofía se traslada a los procesos operativos de las empresas mediante sprints o iterations: tareas pequeñas de rápida ejecución y próxima fecha de entrega.
Son ‘mini proyectos’, de fácil seguimiento y control, ejecutados de forma paralela que luego se integran en la consecución del proyecto común. Son encargados a diferentes trabajadores, habitualmente de diferentes departamentos, donde el feedback es multidireccional y constante. Además, son fácilmente revisables y actualizables si, resultado de la constante comunicación con el cliente o con otros departamentos, se necesitase alguna mejora o modificación.
Con la metodología ágil se vuelve imprescindible una puesta en común diaria, en reuniones donde se informa de las tareas finalizadas, el esquema de trabajo a seguir y se anticipa cómo solucionar los posibles inconvenientes de las siguientes tareas.
Instituciones y empresas de todos los ámbitos han adoptado esta metodología ágil para optimizar el tradicional esquema lineal, donde para empezar una nueva fase se requería la aprobación de la anterior, lo que evidentemente significaba mayor tiempo de trabajo y reducía la capacidad de adaptación a nuevas necesidades, mejoras o cambios respecto a la planificación inicial.
Los dos modelos más seguidos dentro del marco agile son Kanban y Scrum, cada uno con sus ventajas e inconvenientes. Sin entrar en demasiado detalle, pues podría ser contenido de un artículo más específico, Kanban se centra en la optimización del flujo de trabajo y Scrum en la maximización del valor del trabajo realizado.