En 2021 se cumplió un lustro desde que las políticas del Banco Central Europeo hicieron que el euríbor se situara en territorio negativo. Un fenómeno totalmente desconocido en las economías modernas, que ha tenido repercusiones importantes en todo el mundo financiero.
La mayoría de españoles notamos el efecto de los tipos de interés directamente en el pago de nuestras hipotecas, pero sus repercusiones van mucho más allá y alteran la realidad de todo el universo de activos de inversión.
Los tipos de interés afectan a todas las inversiones
Aunque a todos nos parece evidente que los tipos de interés afecten a la renta fija pública, ya que un bono del Estado que nos paga un 1% es evidentemente menos rentable que uno que nos paga un 5%, los efectos de los tipos de interés marcados por el BCE van mucho más allá.
En realidad, los tipos de interés afectan a la valoración de todos los activos; los inversores profesionales manejan un concepto llamado la escalera de riesgo. En resumen, significa que cuanto más riesgo posee un activo financiero, más rentabilidad debería de ofrecer para resultar atractivo como inversión.
Los tipos de interés bajos, o incluso negativos, de los activos financieros hacen que disminuya su atractivo como alternativa de inversión, lo que, a su vez, justifica que otros activos tengan precios más elevados.
¿Qué es un fondo monetario?
Los fondos monetarios son fondos de inversión que invierten en instrumentos de renta fija a corto plazo, en una moneda determinada. Tienen como característica la liquidez y un riesgo relativamente bajo (si bien esto habría que matizarlo, en función del nivel de solvencia de los emisores). Su volatilidad suele ser muy reducida. Pero si tenemos en cuenta el nivel actual de intereses muy bajos o negativos, no parecen, a priori, una inversión especialmente atractiva. Entonces, ¿qué sentido puede tener invertir en activos con una rentabilidad negativa casi asegurada?
Las principales ventajas que nos puede ofrecer un fondo monetario a nuestra estrategia de inversión son:
- Seguridad.
- Descorrelación y baja volatilidad.
- Fiscalidad ventajosa.
Fondos monetarios: seguridad
Una rentabilidad negativa no es atractiva. Es innegable. Pero como todo en el mundo de las finanzas, depende de con qué se compare. En marzo de 2020, cuando las bolsas mundiales bajaron un 30%, muchos inversores hubieran estado muy contentos con un fondo monetario que apenas perdiese valor.
Es verdad que, probablemente, no sea la opción más adecuada para obtener una gran revalorización a largo plazo, pero sí que puede tener sentido táctico en momentos puntuales dentro de una estrategia de inversión.
Fondos monetarios: descorrelación y baja volatilidad
Cuando hablamos de descorrelación en activos financieros, nos referimos a que la evolución de sus precios no van de la mano de la de otros productos o activos.
En general, y cada vez más, las bolsas mundiales están más correlacionadas. La mayoría de bolsas mundiales cayeron alrededor de 30% en la crisis del coronavirus. Sin embargo, los fondos monetarios, como hemos mencionado anteriormente, no sufrieron esta volatilidad. Sucedió así, en parte, porque su precio no está estrechamente correlacionado con el precio de los principales índices bursátiles mundiales, sino que depende más bien del nivel de los tipos de interés.
Fondos monetarios: ventaja fiscal
Una de las grandes ventajas en España de invertir en fondos, también en monetarios, es la posibilidad de traspasar dinero de un fondo a otro sin necesidad de tributar sobre las plusvalías. Esto quiere decir que mientras no reembolsemos el dinero de los fondos, no incurriremos en ningún gasto fiscal.
Esto hace posible una estrategia de gestión y ponderación activa de nuestra cartera de inversiones sin necesidad de pagar un alto peaje fiscal.
Ejemplo de una estrategia de inversión activa utilizando fondos monetarios
Todas estas ventajas de los fondos monetarios nos permiten una estrategia de rebalanceo y ponderación de activos en nuestra cartera en los momentos adecuados, reduciendo la volatilidad general de nuestra cartera. Veamos un ejemplo de este tipo de gestión en abstracto:
Tengo dos alternativas para invertir: un fondo monetario o un fondo de renta variable. El fondo monetario tiene una rentabilidad esperada de entre -1% y 1%. Y estimo que el fondo de renta variable podría tener una revalorización de entre -30% y +50% a lo largo de nuestro horizonte temporal de inversión. ¿Cuál es mi mejor opción?
Todo depende del perfil de riesgo. Supongamos que no quiero ver una caída de mi patrimonio de más del 20%. ¿Es posible estructurar una cartera con estos dos fondos que se ajuste a mi perfil?
Lo primero que tenemos que determinar es qué cantidad de renta variable es apropiado tener en cartera. Teniendo en cuenta que no quiero sufrir una caída de más del 20% del total de mi cartera, un nivel de exposición a renta variable del 65% sería probablemente apropiado. En este caso, aunque el 65% de mi cartera cayera un 30%, el total de mi cartera no disminuiría del 80% de su valor original.
Una gestión activa de nuestra cartera utilizando estos dos fondos implicaría ir gestionando y traspasando dinero de un fondo a otro para mantener nuestra exposición al riesgo controlada, adecuándonos a la situación del mercado y a nuestra aversión al riesgo.
El resultado final es que se podemos reducir la volatilidad global de nuestra cartera, si lo comparamos con la opción de haber invertido solo en el fondo de renta variable. A cambio de sacrificar rentabilidad, podemos hacer que nuestra cartera de inversión tenga un perfil de riesgo más consonante con nuestro perfil inversor.
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