Fraude en mi tarjeta. La tarjeta se ha convertido en uno de los elementos indispensables en nuestra vida. De un tiempo a esta parte su empleo se ha disparado en nuestro país, hasta alcanzar las 4.535 millones de transacciones en 2019, según datos del Banco de España, un 16,2% más que en 2018.
Así, el pasado año se rompieron las estadísticas históricas y a buen seguro 2020 cerrará con nuevos récords a raíz de la crisis del COVID-19 y las recomendaciones para utilizar lo mínimo posible dinero en efectivo. Pero, al igual que se incrementa su uso, se incrementa el fraude. En 2018, según la misma fuente, se registraron más de un millón de operaciones fraudulentas, por valor de 88 millones de euros.
Cada vez los suplantadores y delincuentes encuentran nuevas formas de acceder a nuestros datos, por lo que es imprescindible que los usuarios seamos lo más cuidadosos posible para evitar que alguien nos robe la tarjeta —físicamente, o conozca sus datos— y haga operaciones con ella, vaciando así nuestra cuenta.
La seguridad virtual es cada vez más importante, porque pasamos la mayoría de nuestro tiempo conectados a internet, con nuestros datos siempre a mano para realizar compras. Por ello, vamos a repasar cómo evitar que nuestra tarjeta sea usada sin permiso y cómo denunciarlo en caso de que ocurra.
¿Cómo pueden acceder a mi tarjeta?
Como sigue siendo frecuente llevarla en la cartera, puede ser que te la roben físicamente. Es decir, que te roben la cartera y, con ella, tu tarjeta. Para evitar que sea usada en ese caso, ni se te ocurra llevar la clave pegada en ella con un post-it, o en algún otro papelito dentro del monedero o el bolso. Tampoco la anotes en tu móvil en una nota, porque igualmente este dispositivo te lo pueden robar. No queda otra, por lo tanto, que memorizarla. Tampoco es recomendable elegir un PIN sencillo, como podría ser sucesiones de números (2,4,6,8), tu fecha de cumpleaños o alguna significativa.
El contactless para pagar con dispositivos móviles (teléfonos y pulseras) es cada vez más habitual. Es comodísimo, pero requiere extender las precauciones a estos aparatos puesto que, en definitiva, implica llevar en ellos una copia de la misma tarjeta: establecer un patrón de desbloqueo complicado (nada de L o U), en el caso de que no dispongamos de desbloqueo por reconocimiento facial o huella en el teléfono, o un PIN complicado en la pulsera, si pagamos con ella.
También puede suceder que el fraude se realice por skimming, técnica que consiste en copiar tu tarjeta física sin que te des cuenta. Además de utilizarla para el correspondiente pago, se aproxima a otro dispositivo —normalmente oculto— que extrae sus datos, para luego ser copiada. Esto podría ocurrir cuando se utiliza en zonas públicas, como gasolineras o pagando en tiendas y perdemos de vista la tarjeta.
Otra táctica clásica es que te llamen haciéndose pasar por tu banco y pidiéndote los datos de tu tarjeta. Este método ha evolucionado a envíos masivos de SMS o email que, con una increíble similitud al que mandaría la entidad bancaria, buscan encontrar a un posible cliente despistado que responda con sus datos, mediante un link o enlace (al que nunca se debe entrar).
Luego está el phishing, por el que los delincuentes se hacen pasar por una página web de confianza (una marca en la que compres habitualmente, una plataforma de streaming a la que estés suscrito, etc), pidiéndote tus datos para verificarlos.
Y, muy importante, en zonas de Wi-Fi públicas, como centros de estudios, transporte público, centros comerciales, bibliotecas, etc, nunca hagas transacciones con tu tarjeta.
¿Cómo puedo protegerme?
Lo principal es no compartir los datos de la tarjeta, ni los bancarios, con NADIE. Y lo ponemos en mayúscula porque nadie debe saberlos, ni personas de tu entorno más cercano. No porque no debas confiar en ellos, sino porque a ellos también se los pueden sustraer. Por lo tanto, asegúrate de que tus datos de la tarjeta de crédito solo los conozcas tú.
Por otro lado, intenta por todos los medios memorizarlos. No apuntes la clave en papeles que lleves contigo por la calle, ni en tu móvil, como hemos indicado antes. Como mucho, guarda esos datos en tu casa en un lugar seguro.
Igualmente, no introduzcas tus datos de pago en aplicaciones o webs donde no tienes intención de comprar o que no son seguras. Comprueba primero que estás ante una web oficial, la cual debe llevar el protocolo HTTPS antes de la dirección.
Todas las apps, descárgalas desde sitios oficiales. Desconfía de los links que te llegan al correo de direcciones desconocidas o vía SMS. Sé muy cauto con las páginas que visitas y, como hemos mencionado, no entres a la web de tu banco en una zona de Wi-Fi abierto. Y cada vez que salgas de tu banca online, desconecta, no dejes abierta la sesión.
¿Cómo puedo denunciar un fraude?
Si a pesar de tomar todas las precauciones has detectado un fraude con tu tarjeta, ante todo, tranquilidad: hay dos formas de denunciarlo y recuperar lo sustraído. Si el fraude se ha realizado mediante la copia de nuestros datos a través de un software malicioso —que es el método más habitual—, la entidad bancaria está obligada a devolver la cantidad sustraída, según la Ley de Servicios de Pago, que limita la responsabilidad del titular.
Si la tarjeta ha sido robada físicamente, todo lo que ocurra antes de que se informe a la entidad es responsabilidad del titular, pero limitado a 50 euros, a no ser que se trate de una negligencia grave.
Sin perder la calma, hay que actuar rápido. Así, lo primero que hay que hacer es informar a la entidad, para que anule la tarjeta y deje de estar operativa, y después denunciarlo ante la Policía pues sin denuncia no se pueden iniciar posibles reclamaciones posteriores.