El panorama de opciones de inversión cambia constantemente y a veces es difícil seguir el ritmo. Pero si entendemos los conceptos básicos de las principales categorías de activos y sus características generales nos resultará más fácil construir una cartera acorde con nuestras necesidades y tolerancia al riesgo. Los inversores profesionales no pierden de vista la escalera del riesgo o the risk ladder, en la que cada categoría de activos ocupa un peldaño, abarcando de menos a más riesgo.
¿Qué es la escalera del riesgo?
Hay muchas formas de afrontar el reto de construir una cartera de inversión. Una de las más seguidas es la construcción de una cartera a base de una adecuada ponderación de diferentes clases de activos. Cada una tiene características que vienen determinadas por su naturaleza, y afectan a su riesgo, volatilidad y rentabilidad. Clasificando en grandes grupos las clases de activos podemos ponderar nuestra cartera más fácilmente de acuerdo a nuestra tolerancia al riesgo. Así, a grandes rasgos hay 3 clases de activos:
- Efectivo.
- Renta Fija.
- Renta Variable.
Aunque también hay otros tipos de activos, como los activos inmobiliarios, las materias primas, y otros productos especializados complejos como las criptomonedas o derivados financieros varios.
Es importante separar el concepto de clases de activos de los vehículos que utilizamos para invertir en ellos. Por ejemplo, hay veces que se habla de fondos de inversión como una clase de activos en sí, pero realmente un fondo de inversión es una herramienta, una forma jurídica para poder invertir con una serie de características fiscales y operativas en una cesta de activos.
Si invertimos en un fondo de renta variable estaremos invirtiendo en acciones de empresas, aunque probablemente la selección la esté haciendo el gestor profesional encargado del fondo. Si invertimos en un fondo de renta fija, estaremos invirtiendo en deuda (bonos), Por tanto, la clase de activo —renta fija o renta variable— determinará los resultados en volatilidad y rentabilidad del fondo.
Primer escalón: efectivo
El dinero en una cuenta es la forma más líquida de tener patrimonio. Todos comprendemos cuales son las características principales del dinero: es la clase de activo más segura, pero la que menos rentabilidad es capaz de generar, sobre todo a largo plazo. Su principal ventaja es que está siempre disponible, por lo que es la opción más segura ya que nos garantiza la disposición del mismo cuando queramos, además de un interés si se deposita en algún tipo de cuenta o vehículo remunerado.
La principal desventaja del dinero o efectivo es que a largo plazo casi nunca obtiene una rentabilidad por encima de la inflación. Esto quiere decir que con el paso del tiempo el poder adquisitivo de nuestro dinero cada vez es menor. Aquí la única forma de intentar mejorar la rentabilidad son los depósitos bancarios o similares. Con estos productos obtendremos un poco más de intereses sobre nuestro dinero, a costa de atarlo durante un tiempo concreto y no disponer de él en ese periodo. Sigue siendo una opción segura, ya que, en la mayoría de casos, podemos retirar el dinero si fuera necesario, pero incurriendo en penalizaciones y perdiendo la rentabilidad acordada.
Segundo escalón: renta fija
La renta fija suele ser el siguiente escalón en la escalera del riesgo. Es más arriesgado que tener el dinero en efectivo en la cuenta, pero suele considerarse más seguro que la renta variable. La renta fija siempre representa un instrumento de deuda. Es decir, es dinero que alguien ha prestado a alguien a cambio de un interés estipulado por contrato.
La forma más típica de la renta fija son los bonos, pero hay infinidad de variantes. Los bonos son deuda que emiten las empresas, que se comprometen a devolver el dinero nominal más un interés en un plazo determinado. Se llama renta fija porque el interés que paga el cupón suele estar fijado. Sin embargo, no significa que la rentabilidad sea fija cuando invertimos en esta clase de activos. Esto se debe a que los bonos pasan a negociarse en un mercado secundario y, por tanto, la rentabilidad final pasa a ser consecuencia del precio que se paga por el bono.
Cabe señalar que dentro del mundo de la renta fija hay diferentes escalones de riesgo: desde la renta fija gubernamental, que se suele considerar como la opción más segura, ya que la quiebra de los Estados es muy poco probable, hasta los bonos basura emitidos por empresas con situaciones financieras complicadas que se ven obligadas a emitir deuda con altos tipos de interés, ya que no encuentran inversores dispuestos a prestarles dinero
Tercer escalón: renta variable
La renta variable se suele considerar el escalón más arriesgado de las inversiones. Esto es debido a que comprar acciones significa participar en el capital social de una empresa. Si la empresa quiebra, es bastante probable que los accionistas pierdan todo o gran parte de su dinero. Por tanto, la renta variable tiene un elemento especulativo más fuerte que otras clases de activos. Sin embargo, históricamente es la clase de activos más rentable a largo plazo.
También hay que señalar que el universo de activos de renta variable disponible es amplísimo, y que no todas las acciones tienen el mismo riesgo asociado. Todos entendemos que no implica el mismo riesgo la inversión en una empresa grande internacional con un negocio maduro y recurrente, que la inversión en una pequeña empresa con un proyecto en vías de desarrollo. En esta categoría de activos es donde podemos encontrar más fondos, ETF, y otros vehículos con gestión profesional.
Conclusión
A la hora de estructurar nuestra cartera de inversión es importante que tengamos en cuenta las clases de activos que vamos a tener y su ponderación. Si tenemos un porcentaje elevado de activos que se sitúan en lo alto de la escalera del riesgo es probable que nuestra cartera experimente más volatilidad. Esto quiere decir que es posible que acabemos con mayores rentabilidades, pero también es posible que obtengamos mayores pérdidas.
La clave para cualquier inversor que quiera estar tranquilo con su cartera es balancear adecuadamente su nivel de riesgo y sus expectativas a largo plazo con las clases de activos que conforman su patrimonio.
La operativa con productos cotizados está dirigida a inversores que deben tener experiencia y conocimientos financieros suficientes para invertir en ellos. La inversión en estos productos requiere una vigilancia constante de la posición ya que comportan un alto riesgo y se puede perder el 100% del capital invertido.
Antes de efectuar cualquier contratación, es recomendable informarse legal, regulatoria y fiscalmente sobre las consecuencias de una inversión.
Las decisiones que cada inversor adopte, tanto de inversión como de nivel de delegación y asesoramiento, son su responsabilidad.
Rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras.
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