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¿Qué es la economía inteligente?

Hoy en día, todo es ‘inteligente’. Los teléfonos, los electrodomésticos, los vehículos, las herramientas… La irrupción de la tecnología y su incorporación a nuestra vida ha traído toda una suerte de mejoras en cuanto al funcionamiento de los aparatos que utilizamos diariamente, que ahora podemos programar y controlar digitalmente y emplear de una forma más cómoda.

La llamada ‘revolución inteligente’ tiene muchas derivadas, pues abarca casi todos los aspectos sociales, y como no podía ser de otra forma, la economía también se encuentra entre ellas. Porque una nueva visión económica del mundo se está gestando al calor del auge tecnológico, y es bueno que conozcamos en qué consiste y cómo nos va a afectar para actuar en consecuencia.

La Smart Economy, el futuro

Según ha definido muy certeramente la Universidad de Alicante, entendemos por ‘Smart Economy’, o ‘economía inteligente’ la base principal del desarrollo urbano en una comunidad inteligente. Se basa en una serie de conceptos para impulsar la sostenibilidad y el atractivo para nuevas inversiones. ¿Esto qué significa? Que esta economía inteligente es la base para gestionar las ciudades inteligentes del futuro.

Seguramente has oído ya hablar de las ‘Smart Cities’, cuyo principio fundacional es la sostenibilidad, de modo que la ciudad pueda responder a las necesidades básicas de todos sus integrantes -ciudadanos, instituciones y empresas- tanto en el plano social como en el económico y, por supuesto, el medioambiental. El objetivo prioritario de estas ciudades es que se puedan gestionar de tal manera que no dañen al medio ambiente y que todos sus ciudadanos tengan las mismas oportunidades para desarrollarse libremente y con calidad.

Para ello, se utilizarán tecnologías de la información y la comunicación (TIC) para prestar unos servicios públicos de calidad, seguros, productivos, competitivos e innovadores. Igualmente, esta ciudad inteligente debe constar de unos sistemas sanitarios y educativos de calidad que fomenten el emprendimiento y la cultura de sus miembros, unas infraestructuras innovadoras y respetuosas con el entorno y una gobernanza participativa.

Y todo esto debe tener una base económica que sea igual de eficiente. E incluso más, pues de ella va a depender que todo esto pueda cumplirse. Es ahí donde radica la importancia de la ‘Smart Economy’, pues es el impulso del que van a surgir esos nuevos modelos de ciudades.

¿Cómo crear un sistema económico inteligente?

La pregunta ahora es cómo puede la economía inteligente crear un sistema que sirva para sostener estas ciudades inteligentes sin menoscabo de la sociedad. Para ello, este tipo de economía debe regirse por esos principios de sostenibilidad y respeto al entorno y aprovechar los recursos disponibles para garantizar a los ciudadanos unos servicios de calidad y unas oportunidades al alcance de todos.

En este objetivo, la ‘Smart Economy’ debe impulsar una serie de conceptos cada vez más en boga, como e-commerce (comercio electrónico), e-bussines (negocios digitales), las tecnologías de la información y comunicación (TIC) o el emprendimiento. La tecnología debe ser su principal aliada para gestar nuevos modelos de negocio y empresas que se adapten a las necesidades de los ciudadanos y que consigan atraer capital inversor.

Porque no nos engañemos, las ‘Smart Cities’ requieren de ingentes recursos para ponerse en marcha, y no se conseguirán si no se demuestra a los inversores que merece la pena poner su dinero en ellas. Por eso es tan importante que el sistema económico inteligente sepa crear una serie de negocios y empresas que generen retorno, tanto a los inversores como a la sociedad.

Un sistema laboral inteligente

Es importante que esta economía inteligente también de a luz a un nuevo sistema laboral inteligente. En este nuevo mercado, se favorecerá el emprendimiento, dando oportunidades y sostén a quienes quieren iniciar nuevos proyectos, y se tomarán las nuevas tecnologías para dar a los empleados mayor libertad y responsabilidad. El teletrabajo debe ser una de las principales premisas, ya que en una sociedad conectada se debe dar la posibilidad a los trabajadores de poder cumplir con sus obligaciones desde cualquier sitio. Esto igualmente, reducirá los costes de las empresas, pues no será necesario que tengan una oficina física.

Por último, las empresas surgidas de este nuevo sistema económico, deben garantizar la igualdad de todos sus empleados -tanto por cuestiones de sexo, raza o religión-, la compatibilidad del puesto con su vida personal, las oportunidades de crecimiento profesional y personal y un salario digno. Ese es el principal reto, pues el mercado laboral hoy en día todavía carece de muchos de estos principios, y estos serán los que rijan el futuro de la economía mundial que está por llegar. Y que es, ante todo, inteligente en sus procesos y su trato con los diferentes actores que la conforman.

 

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