Hay muchas estrategias a la hora de crear una cartera de inversión, y en todas, en algún momento, se empieza a comprar activos. Una de las dudas que provoca la incertidumbre del mercado siempre es ¿será ahora el mejor momento para invertir, o mejor espero?
Cuanta más incertidumbre exista en el mercado en ese momento, más solemos dudar. La realidad suele ser que a largo plazo es más importante empezar que acertar en el momento exacto. Aunque, lógicamente a nadie le gusta comprar acciones y que en las semanas siguientes pierdan parte de su valor.
Es probablemente uno de los aspectos más difíciles de la inversión: cuándo comprar. Para resolverlo existen numerosas propuestas, la más conocida es el método del Dollar Cost Averaging (DCA), que implica repartir las compras a lo largo del tiempo para mitigar el impacto de cualquier bajada puntual que pueda sufrir la bolsa tras nuestra inversión. Y a continuación veremos otra forma posible: el Value Averaging
¿Qué es el Value Averaging?
Desarrollado y difundido por el profesor de Harvard, Michael E. Edleson, el Value Averaging es una estrategia de compras de acciones distribuidas en el tiempo. El inversor define una expectativa de revalorización para su cartera, y ajusta las compras de los siguientes meses en función de si se ha cumplido o no la revalorización esperada.
La diferencia principal con respecto al Dollar Cost Averaging es que en el DCA la cantidad invertida cada periodo temporal es la misma, mientras que en el Value Averaging la cantidad se ajusta en función de si el mercado ha subido o bajado.
Un ejemplo de Value Averaging
Un inversor con una cartera de inversión de 2.000€ tiene como objetivo la revalorización mensual de su cartera de 10%. Esto quiere decir que su objetivo de rentabilidad es de 200€ mensuales. Si tras pasar un mes su cartera se ha revalorizado a 2.073€, el inversor deberá aportar 127€ (200€ – 73€). Al mes siguiente su objetivo de inversión será de 2.400€ y volverá a realizar la misma operación, comprando o vendiendo la cantidad necesaria para mantener el objetivo de su cartera.
El objetivo principal de una estrategia de Value Averaging es comprar más acciones cuando los precios bajan que cuando suben. El principal problema con una estrategia de Value Averaging es que puede darse la situación donde el inversor no tenga suficiente liquidez como para cumplir sus objetivos fijados de rentabilidad. Para evitarlo, es importante ser realista con la rentabilidad exigida.
Otra opción consiste en tener una cartera repartida entre diferentes clases de activos, por ejemplo, renta fija y renta variable, e ir rebalanceando en función de la evolución. De esta forma no tendríamos que aportar nuevas cantidades de dinero para mantener nuestra estrategia de Value Averaging, sino que traspasaríamos el dinero de una clase de activos a otra.
La operativa con productos cotizados está dirigida a inversores que deben tener experiencia y conocimientos financieros suficientes para invertir en ellos. La inversión en estos productos requiere una vigilancia constante de la posición ya que comportan un alto riesgo y se puede perder el 100% del capital invertido.
Antes de efectuar cualquier contratación, es recomendable informarse legal, regulatoria y fiscalmente sobre las consecuencias de una inversión.
Las decisiones que cada inversor adopte, tanto de inversión como de nivel de delegación y asesoramiento, son su responsabilidad.
Rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras.
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