Los problemas que está teniendo Deutsche Bank han reabierto el debate sobre la solvencia del sistema bancario y nos hacen recordar cuáles son las medidas que impulsan los reguladores para evitar que quiebren los bancos. Una de ellas es la de establecer una lista de bancos sistémicos. ¿En base a qué criterios realizan esta lista?
A raíz de la quiebra de Lehman Brothers el 15 de septiembre de 2008 diversos organismos empezaron a estudiar la manera de evitar casos similares en el futuro. La FSB (Consejo de Estabilidad Financiera) y el Comité de Basilea publican periódicamente una lista de bancos mundiales que por su tamaño y relación con el resto de entidades son considerados sistémicos. Por ello, les exigen unos requisitos de transparencia y solvencia superiores a los de otras entidades.
¿Hay algún banco español en esa lista?
Sí, el Banco Santander. Y hasta noviembre de 2015 también estaba BBVA. En cualquier caso, dentro de la lista de bancos sistémicos globales hay varias categorías entre las cuales Santander está en la última. Es decir, el `extra´ de solvencia que se le exige es del 1%, en comparación con el 2,5% que se le pide a JP Morgan, considerado el banco más sistémico de todos.
Esta es la última lista publicada en la web del organismo FSB:
Estar o no en esta lista es una circunstancia que se debe tener en cuenta, pero en ningún caso debería ser el único criterio a la hora de comprar acciones de un banco.
Un banco sistémico te da la tranquilidad de saber que se le exige un colchón extra de capital, así como mayores requisitos de información y transparencia. Al ser considerados como Too Big to Fail (así se llamaba la famosa película) tienen menos probabilidades de desaparecer.
En caso de quiebra un accionista se vería muy perjudicado por la situación, pero al menos mantendría sus acciones aunque valgan mucho menos. Existe una ley no escrita que dice que este tipo de entidades deben ser rescatadas en caso de quiebra debido a las relaciones que tienen con el resto de bancos, lo que podría provocar un efecto dominó que no favorece a nadie.
Un cliente particular no debería decantarse por un banco u otro en función de si es sistémico o no, pero los clientes institucionales prefieren hacer negocios con un banco que sí lo es, lo que le proporciona más negocio al banco en cuestión.
Sin embargo, estas medidas extra que se les exige pueden minorar la rentabilidad de su negocio y por lo tanto, su ROTE. Lo que sí se podría decir es que los bancos sistémicos tienden a ser más estables que los que no lo son, lo cual es un factor que podría limitar su revalorización en ciclos alcistas y amortiguar la caída en épocas de crisis.