Sí, todos hemos visto el anuncio de la app de un banco que promete facilitar enormemente la vida si vuelcas en ella todos tus datos financieros. Sin embargo, también es posible que prefieras tener tus finanzas personales bajo control sin recurrir a una aplicación móvil.
Si piensas que ya tienes demasiadas cosas en el teléfono como para tener también las cuentas y que ya estás suficientes horas pegado a una pantalla como para pasar también así tus ratos de contabilidad familiar, no te preocupes, no eres tan raro. Las cuentas se han llevado toda la vida al día sin apps, sin ordenadores y sin teléfonos móviles. Y, por supuesto, se pueden seguir llevando igual, porque una cosa es tener acceso en tiempo real a la información sobre el dinero que tenemos en un banco determinado y otra muy distinta, correr el riesgo de que alguien acceda a ella a través del móvil de uso personal. La decisión es tuya.
Una hoja de Excel
Una primera manera de llevar las cuentas es a través de una hoja de Excel que podemos bajarnos de Internet y guardar en nuestro ordenador, o imprimir y tener a mano. La ventaja es que ya hay modelos de hojas de cálculo que se han trabajado otros con este fin y que pueden encajar en nuestras necesidades o formas de llevar las cuentas familiares.
Aunque si ningún modelo encaja con nuestras preferencias, no queda más remedio que crear uno personalizado, a nuestro gusto. Para eso debemos tener ese programa en casa y saber manejarlo. Además, volveríamos al problema anterior de seguir enganchados a un ordenador o a una pantalla.
Sistemas más básicos de contabilidad
Tu abuelo o abuela también llevaba la economía familiar bajo control, y no tenían apps ni ordenadores, pero salían adelante. Quizás llevar un diario contable o un cuaderno con todas las entradas y salidas de dinero sea un poco excesivo, pero no deja de ser una opción.
A ellos les funcionaba y les permitía llevar la contabilidad de la familia, aunque es cierto que ahora tenemos demasiadas domiciliaciones. Llevar todos esos apuntes en papel sería lento y pesado de hacer, por lo que tenemos que buscar otras opciones.
Un término medio
La propuesta es tener dos cuentas bancarias: una cuenta donde domiciliar los pagos y las nóminas y otra, donde ahorrar, o mantener el fondo de emergencia. Puesto que los ingresos y los gastos mensuales son fijos basta con mirar el histórico de movimientos de la primera cuenta para confirmar las operaciones habituales los primeros días del mes.
La contabilidad más importante la llevamos sobre la segunda cuenta porque en ella tenemos el fondo de emergencia y los movimientos extraordinarios, que son los que necesitan más control. Y como habrá pocos movimientos al mes, puedes llevar su contabilidad al modo tradicional; por ejemplo, en un simple cuaderno (fecha – ingreso o gasto – dinero que hay en la cuenta).
De esta manera, la contabilidad de tus finanzas personales se limita a las operaciones extraordinarias y así se simplifican los apuntes. Sin los movimientos rutinarios de cada mes, todo es más llevadero.
Y si además llevas en tu agenda los pagos no mensuales que tengas que afrontar (seguros, por ejemplo), sabrás con antelación si hay dinero en el banco para abonarlos, o si precisas tirar de la cuenta secundaria para no quedarte en números rojos.
Una idea adicional
Ahora que llevas la contabilidad al día, puedes permitirte hacer varias partidas en tu cuaderno. Por ejemplo, anotas la evolución del fondo de emergencias por un lado y, por otro, la del ahorro, que tiene un objetivo determinado. La suma de las dos partidas es lo que deberías tener en la cuenta, y lo podrás controlar con un solo vistazo al saldo bancario o a tu cuaderno de finanzas personales.
Se trata de un sistema fácil y cómodo, pues sólo precisa de un cuaderno y un bolígrafo, no requiere contabilizar los movimientos recurrentes y únicamente se registran las operaciones que realmente son importantes.