El día 11 de febrero de 2015, hace exactamente un año, culminaba con su salida a bolsa una de las privatizaciones más importantes desde la saga que se vivió en España hasta finales de los 90: la del gestor de aeropuertos estatales AENA. Pero, ¿en qué consiste exactamente una privatización?
Como el propio término indica, el acto de privatizar consiste en hacer “algo” privado. En el caso que nos ocupa, la privatización suele implicar el traspaso de una empresa o actividad originalmente gestionada de forma pública por el Estado a una empresa privada, con las consiguientes implicaciones a nivel de gestión, pues mientras el Estado prioriza el servicio a la sociedad, una empresa privada tendrá siempre como principal objetivo la generación de beneficios.
Privatizar, ¿es bueno o malo?
Aunque hay defensores y detractores de las privatizaciones, es evidente que como la mayoría de procesos tiene sus ventajas y sus inconvenientes.
Como principal inconveniente aparece frecuentemente la debilitación del entramado público de servicios a los ciudadanos, dejando a expensas de intereses privados la gestión de servicios que inicialmente se consideraron de interés público. En definitiva, perder el control de una compañía ocasiona la pérdida de la posibilidad de garantizar unas condiciones determinadas a sus ciudadanos para el servicio afectado por la privatización.
Sin embargo, es más que evidente que la privatización libera al Estado de los gastos asociados a la gestión de esos servicios que se trasladan al sector privado y alivia la tesorería y la deuda estatal, por no hablar de la “normalización” que aporta la salida de un factor “público” en un mercado libre.
La historia de las privatizaciones en España
Las privatizaciones en España se iniciaron en los años 80 con el Gobierno de Felipe González. Las empresas públicas que iniciaron el proceso para pasar a manos privadas en aquella época fueron algunas de las grandes empresas que hoy en día cotizan en el Ibex-35: Endesa, Telefónica, Repsol, etc. Todas ellas empresas rentables que operan en sectores tan estratégicos como la energía o las telecomunicaciones.
De las más de 80 privatizaciones que se iniciaron con el Gobierno de González se han superado ya en España la cifra de 120 sociedades públicas privatizadas, según los datos de la Sociedad Española de Participaciones Patrimoniales (SEPI), continuando con una tendencia que seguirá teniendo sus defensores y sus detractores, especialmente cuando se tocan sectores tan sensibles como la educación o la sanidad.