Cada día, hay menos oficinas bancarias en España. Esto no es simplemente una impresión, ya que, desde que comenzó la crisis, cada día se han cerrado una media de seis sucursales en nuestro país, de manera que, de las 46.000 que llegó a haber en 2008 se ha pasado a menos de 28.000, y es previsible que la cifra continúe descendiendo.
Esto supone, además, que casi la mitad de los municipios españoles no posean ninguna sucursal, situación que afecta a más de un millón de personas en nuestro país. De esta manera, la exclusión financiera es un hecho para muchos ciudadanos, aunque afortunadamente, existen alternativas (¡y en Self Bank nos enorgullece ser una de ellas!).
Por qué están desapareciendo las sucursales
Existen diversas razones por las cuales se están cerrando oficinas, entre las que podemos citar:
La elevada cifra que se alcanzó en el auge de la burbuja inmobiliaria era desmesurada: no sólo había una o más oficinas en cada población con un mínimo de tamaño, sino que en las ciudades había casi una en cada esquina. De esta manera, se alcanzó la cifra de una sucursal por cada 1.000 habitantes, una densidad muy superior a la de otros países de nuestro entorno. Aún hoy en día, la media en España es de 1.690 habitantes por sucursal, muy por encima de la media europea, que se sitúa en 2.278. Sólo para igualar la media europea habría que cerrar más de 7.000 oficinas, para dejar el número en unas 20.000.
El proceso de concentración bancaria que se está viviendo en España y en Europa, que posiblemente no ha finalizado, provoca también una lógica reducción, por la proximidad de algunas sucursales que antes eran competencia, pero que ahora pertenecen al mismo grupo.
Las nuevas tendencias financieras: no sólo están en auge las fintech, sino que la banca electrónica se va imponiendo: las nuevas generaciones de usuarios afirman que jamás pisarán una oficina bancaria, y el dinero electrónico supera ya al papel moneda, tanto en nuestro país (el uso de billetes y monedas se ha reducido un 44% desde 2009) como en Europa (en países como Dinamarca como en Suecia, donde el uso de dinero en efectivo es residual.
Cuál es el futuro del negocio bancario
Después de ver estas cifras, se podría pensar que, en el futuro, no habrá bancos. Probablemente, esta es una conclusión un poco exagerada, no se llegará a ello, pero sí que cambiará enormemente el modelo bancario.
Antes lo normal era visitar la sucursal para diversas gestiones, pasar allí un rato, incluso tener algún “bancario” de mano, con el que teníamos cierto trato. Hoy en día, se impone la inmediatez: no queremos perder tiempo, queremos acceso en cualquier momento y desde cualquier lugar donde nos encontremos, y esto es algo que no nos proporciona la banca tradicional, pero que sí tenemos con la banca online.
Acceso a través del móvil: relacionado con lo anterior. Queremos poder acceder a través de cualquier dispositivo, no sólo el ordenador, sino el tan amado —y tan odiado— teléfono móvil. Las apps para móvil proporcionan acceso seguro a nuestras cuentas, desde donde podemos realizar las principales operaciones y ver en todo momento, de manera sencilla y muy gráfica, cuál es la situación de nuestra cuenta y cómo estamos manejando el dinero, algo fundamental si pretendemos tomar las riendas de nuestras finanzas personales.
Además, en el futuro aumentará enormemente el pago a través del teléfono. De la misma manera que las tarjetas han superado ya al efectivo como medio de pago, el pago con el móvil probablemente tendrá una amplia cuota de mercado, ya que las nuevas generaciones de usuarios utilizan este aparato para (casi) todo.
¿Qué ventajas ofrece la banca online?
Algunas de sus ventajas ya las hemos comentado. La posibilidad de acceder en cualquier momento y desde cualquier lugar —algo que parecía imposible con el modelo tradicional— es ya una realidad para millones de usuarios. No hay que hacer colas ni perder el tiempo desplazándose. Pero además ofrece otras muy interesantes:
Cuentas sin comisiones ni gastos: En la banca online es posible tener una cuenta sin comisiones de apertura y mantenimiento, por transferencias, por tarjetas o por sacar dinero del cajero. Nada que ver con los 80 euros de media que cuesta tener una cuenta bancaria en la Unión Europea (y que en España pueden rondar los 200 euros, según algunos estudios).
Otros productos: el ahorro de costes de la banca online se traslada al cliente no sólo en las cuentas corrientes, sino también en otros productos: ofreciendo mayor rentabilidad en los depósitos (aunque hoy en día ésta es, en general, muy reducida), en las cuentas para operar en bolsa, etcétera.
Menos ataduras: algunos bancos tradicionales ofrecen mejores condiciones sólo si el cliente está muy vinculado a la entidad: esto, en la práctica, se traduce en que tenga contratados multitud de productos, con lo que, en muchas ocasiones, el ahorro en el tipo de interés o en las comisiones que se obtiene se compensa por la gran cantidad de productos que se tiene. En el caso de la banca online, es más sencillo: aunque también se pueden obtener en algunos casos beneficios cuanta más vinculación haya, no es obligatoria para poder conseguir unas buenas condiciones desde el principio.
Más preocupación por que el cliente esté satisfecho: aunque la satisfacción del cliente debería ser una regla para cualquier negocio, en este caso más todavía, la banca online tiene en la satisfacción del cliente uno de sus pilares. Esto está relacionado con el punto anterior, si el cliente tiene pocas ataduras, le resulta más fácil cambiar de banco, por ello el esfuerzo para que esté contento es mayor.