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Pon a dieta tus gastos

Los puentes  es una época más relajada en todos los sentidos. La relajación de no tener una apretada jornada laboral, nos impulsan a levantar un poco los controles en diversos aspectos: nos levantamos y/o nos acostamos más tarde, quizás comemos de una manera un poco más desordenada, y gastamos un poco más de la cuenta.

Después de los puentes, vuelve la rutina, y muchas personas aprovechan para fijarse diversos objetivos. Vuelta al trabajo, al gimnasio, quizás a las clases de inglés o de baile…

En esta línea, nuestra propuesta es que pongas a dieta tus gastos. Seguro que tienes algún apartado en el que puedes “reducir un poco de barriga” en este sentido. Es momento de revisarlo.

Cómo empezar la dieta

Lo primero sería saber cuánto te sobra, cuánto deberías adelgazar tus gastos. Para ello, es fundamental que cuentes con un presupuesto de gastos, si no lo tienes, es hora de elaborarlo. En él reflejarás tanto los gastos cotidianos (comida, vivienda, combustible, energía, etcétera) como otros que tienen una periodicidad más larga (por ejemplo, los seguros, la ropa y el calzado…), y otros que normalmente se controlan menos (cafés, ir de tapas, caprichos diversos…).

Muchas personas, al realizar este ejercicio, se llevan una sorpresa. Y es que la suma de gastos que les sale puede diferir enormemente de lo que pensaban. En muchos casos, no son capaces de identificar todos los gastos que tienen, de manera que les parece que gastan menos de lo que lo hacen en realidad.

Por ejemplo, alguien que gana 1.500 euros, realiza un presupuesto de gastos, y le sale que gasta 1.200 euros. Sin embargo, no es capaz de ahorrar, lo cual significa que, en realidad, gasta una cifra similar a sus ingresos. ¿Cómo es posible? Haciendo el paralelismo con la dieta, la explicación puede estar en esos pequeños picoteos, esas bebidas y en esa cucharada de más que nos echamos. Parece que no importan (¡pero si yo me cuido mucho!), pero estamos sumando calorías sin darnos cuenta.

Tener un presupuesto de gastos ya funciona en sí mismo como una limitación a la hora de gastar, ya nos motiva a reducir ese gasto compulsivo o innecesario, de la misma manera que estar a dieta nos limita a la hora de picotear.

Poniendo objetivos

De la misma manera que cuando empezamos un régimen, a la hora de poner a dietas los gastos, tenemos que poner unos objetivos. ¿Cuánto vamos a adelgazar los desembolsos que hacemos cada mes? Una buena cifra orientativa, puede ser el 10% de tus ingresos mensuales (como establecimos, por ejemplo, cuando hablamos del colchón de emergencia). Por ejemplo, si ganas 1.500 euros al mes, significa que deberías bajar 150 euros de gastos, que podrás destinar al ahorro, o a la amortización de deudas.

Una vez fijada la cifra global que queremos reducir, debemos bajar más al detalle, para establecer en qué período vamos a efectuar esta reducción de gastos (quizás, siguiendo el ejemplo, resulte complicado bajar 150 euros de un mes para otro, pero podemos ir bajando 50 euros cada mes, para alcanzar el resultado en 3 meses). Y, por otra parte, debemos concretar las partidas en las que vamos a reducir.

Aligerando calorías

En definitiva, tenemos que establecer el menú de nuestra dieta, detallar los ingredientes de nuestro plan para reducir gastos.

Por ejemplo, del estudio detallado que se ha realizado, resulta que cada mes gastamos 1.500 euros, de la siguiente manera:

500 euros en el alquiler/hipoteca de la vivienda.

400 euros en comida y otras compras en el supermercado.

150 euros en suministros.

100 euros en combustible y mantenimiento del vehículo.

150 euros en ropa y calzado.

100 euros en ocio.

100 euros en otros conceptos (seguros, regalos, gastos diversos).

Habrá conceptos en los que será más difícil reducir, como el de la vivienda (aunque también quizás sea posible cambiarse para una más barata), y otros en los que sí podemos actuar. Por ejemplo:

En los 400 euros de supermercado (que aproximadamente es el gasto medio mensual de una familia en España), ¿podemos reducir algo? ¿Qué tipo de comida compramos (precocinados, congelados, frescos, de temporada…)? ¿Podemos ir a otro súper más barato? ¿Podemos sustituir algunos de los artículos que compramos por otros de marca blanca o más económicos? Supongamos que establecemos un presupuesto de 350 euros, es decir, que nos proponemos reducir 50 nuestro nivel de gasto actual.

Suministros: parece otra partida en principio difícil de bajar, pero: ¿Tenemos luces de bajo consumo? ¿Hacemos un buen uso de los electrodomésticos? ¿Tenemos el agua y la calefacción a la temperatura adecuada? ¿Gastamos demasiado en telefonía? Quizás, analizando todos estos aspectos, puedas bajar 15 euros al mes.

El vehículo es otro de los apartados que supone un importante gasto de los hogares. ¿Puedes reducirlo? Quizás puedas ir un poco más despacio al trabajo, levantándote unos minutos antes. Imagina, por ejemplo, que todos los días recorres 120 kilómetros para ir a trabajar, entre ida y vuelta. Si viajas a 120 km/h, tardarás una hora (30 minutos en cada sentido), mientras que, si lo haces a 110, tardarías una hora y cinco minutos (32 minutos y medio en cada uno), y si lo hicieses a 100, tardarías una hora y doce minutos (36 minutos por trayecto). Como puedes ver, las diferencias en tiempo no son sustanciales, mientras que el consumo puede reducirse entre un 15% y un 20%. Supongamos que, con esas medidas, puedes ahorrar otros 15 euros.

Ahora, repasa el gasto en ocio. Resulta que en tomar cafés, gastas 50 euros al mes, porque tomas 2 cafés diarios en el bar de al lado del trabajo. ¿Podrías reducirlo a 1 algunos días? Con ello, imagina que te ahorras 20 euros.

Podríamos seguir analizando en detalle todo el menú. Pero, como puedes ver, con estas sencillas medidas, más o menos fáciles de implementar, hemos adelgazado 100 euros nuestros gastos mensuales. Ahora te toca a ti. ¿Cuándo pones a dieta tus gastos?

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