Emprender está más en boga que nunca. Igual que sucedió en la crisis de 2008, de nuevo, muchas personas se encuentran ante la tesitura de poner en marcha un negocio propio. No es fácil y nadie parte 100% preparado, pues la experiencia es la principal escuela del emprendimiento.
Hoy vamos a echar una mano a esos valientes que se atreven a dejar su zona de confort y se emancipan empresarialmente. Reflexionaremos sobre un concepto que es fundamental en el despegue del negocio: PMV o producto mínimo viable.
PMV: testar al mercado
Es el gran básico de todo emprendedor que se precie y no se trata de un anglicismo o un concepto financiero difícil. ¿Qué es PMV o producto mínimo viable? Se trata de la versión mínima del producto o servicio que se ofrece en un negocio.
Es la unidad, digamos, primigenia, no el prototipo, pero casi. Está entre el prototipo y el producto final y su función es clara: testar el mercado. Es decir, el PMV es el primer producto que sale al mercado para conocer el feeling o sentimiento de los early adopters o primeros consumidores. Con el PMV se estudia si al público le gusta lo que se ofrece, si reclama alguna mejora, si queda satisfecho… En resumen, si se va a gastar dinero en el futuro negocio o no.
Por lo tanto, el consejo que se da a todo emprendedor es que no se ande mucho por las ramas y lance su PMV lo más rápido que pueda. Porque de ese modo podrá saber con rapidez si su empresa va a funcionar o no. Es clave para el devenir del negocio.
Características del producto mínimo viable
El PMV debe tener unas características para cumplir con su función de poner a prueba el mercado. Primeramente, ser rápido y barato, lo que supone que debe ser el producto que más rápido se pueda producir y al menor precio. Además, debe ser accesible, que pueda llegar a los clientes de forma sencilla y rápida. Y, sobre todo, debe ser útil.
Por lo tanto, no hay que confundir PMV con prototipo, porque el segundo es solo la representación visual del producto o servicio. El PMV ya debe tener utilidad y ser atractivo para el público, aunque no sea la versión final.
Producto mínimo viable: al mercado cuanto antes
Hay emprendedores que sienten miedo a lanzar al mercado algo que no está 100% acabado. No importa, los detalles vendrán después. Porque meses de trabajo perfeccionando un producto que después resulta que no funciona, supondría una pérdida de inversión muy superior.
El PMV otorga flexibilidad, pues permite hacer correcciones y ajustar el producto a la demanda. De ahí el requisito de ser lo más sencillo y barato que se pueda producir. Luego ya se irá perfeccionado.
Por ejemplo, en negocios online supone publicar una primera versión de una página web sencilla para comprobar el feedback del público, lanzar productos igualmente sencillos con funcionalidades claras y sin artificios, empezar la venta online en un portal de terceros, etc.
Así, el mercado se pronunciará pronto, sin malgastar dinero ni tiempo. Aunque a muchos les pueda parecer descabellado, las startups empiezan de esta manera. Muchos emprendedores famosos indican que si el primer producto no da algo de “vergüenza”, es que se ha hecho tarde.