En esta entrada entenderemos cómo el tamaño de tu cartera importa a la hora de escoger los productos más adecuados para invertir, pero no para empezar a invertir. Es decir, podemos empezar a invertir desde ya, y a partir de cualquier importe.
No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy, de lo contrario, el enemigo número uno de los ahorradores, la inflación, se comerá tus ahorros lentamente.
Lo que sí es importante saber es qué productos son más adecuados en función del tipo de inversión, de forma que te permitan minimizar los costes, que es un gasto que vas a tener que asumir, sí o sí, tengas beneficios o pérdidas.
Ventajas e inconvenientes de las pequeñas carteras
Si se dispone de un ahorro mensual reducido, no es necesario esperar a acumular un gran ahorro para invertir. Muchos fondos de inversión permiten aportaciones desde 10 euros, y la inversión periódica es una magnífica opción para el pequeño inversor.
Otra alternativa es comprar acciones directamente. No tendría mucho sentido hacerlo para importes demasiado pequeños, porque pese a que las comisiones por compraventa van en función del importe, por ejemplo con 100 euros ya partiríamos con un coste bastante elevado.
En todo caso, una gran ventaja del pequeño inversor es que puede invertir en lo que le parezca más conveniente, no tiene limitaciones de ningún tipo como puedan tener los grandes fondos de inversión. Eso es algo que siempre destacan grandes gestores de fondos como Peter Lynch, ya que para asignar todo el capital que tienen, ellos no podrían hacerlo con empresas pequeñas, o tampoco podrían concentrar su inversión en 10 activos por obligaciones legales.
Además, otra ventaja es que nosotros no reportamos nuestra cartera a nadie, ni debemos responder más que ante nuestras expectativas. Algunos gestores compran algunos activos porque están de moda, y no hacerlo les podría dar problemas ante los inversores.
Ventajas e inconvenientes de las grandes carteras
La gran ventaja de una gran cartera es su poder de negociación. Lógicamente, los bancos y brókers nos van a recibir con los brazos abiertos para gestionar nuestro capital. Por otro lado, en los fondos de inversión podremos acceder a familias de fondos con menores costes, destinadas exclusivamente a los grandes inversores. Aunque parezca escasa diferencia un 0,75% de comisión, a lo largo de muchos años y capitalizado supone una importante mejora en la rentabilidad.
Desde qué cantidad de ahorro puedo invertir y tener una cartera
Como hemos comentado previamente, no hay una cantidad mínima para poder empezar a invertir. Lo que sí es importante es tener en cuenta los costes. Por ello, si tienes previsto aportar pequeñas cantidades, la mejor opción son los fondos, puesto que en los fondos no hay comisiones de custodia, compraventa, etc. Las comisiones en los fondos de inversión se aplican directamente en el valor liquidativo del fondo. Además, en Self Bank tenemos algunas cestas de valores que te pueden ayudar a la hora de escoger y de formar una cartera con 6.000 euros.
Además, otras ventajas adicionales que por ejemplo poseen los fondos de inversión es el efecto del interés compuesto y la optimización fiscal, al no tener que pagar impuesto en los traspasos que hagamos entre los productos.
En consecuencia, se puede empezar a invertir ya, tanto con unos ahorros acumulados que se quieran empezar a rentabilizar, como si se ha empezado ahora a ahorrar, de forma que se vayan haciendo inversiones periódicas.
Qué rentabilidad puede obtener una pequeña cartera
La rentabilidad que se puede obtener con una pequeña cartera no difiere de la que se puede obtener con carteras muy grandes. Lo más importante es tener una cartera que se ajuste a nuestras expectativas de inversión y a nuestro perfil de riesgo.
De todos modos, la rentabilidad siempre irá condicionada al tipo de productos que se escoja, y a la sensibilidad con la volatilidad del mercado. Las mayores rentabilidades históricas se obtienen en la renta variable, pero a costa de soportar grandes subidas y bajadas. Por ello es importante tener claro el producto en el que invertimos, para cuando lleguen las curvas no salirnos de la carretera en el peor momento.