La pandemia de COVID-19 ha cambiado en tan solo unos meses nuestras formas de hacer prácticamente todo. La vida ahora se denomina ‘nueva normalidad’ y casi nada ha quedado libre del impacto del coronavirus. Lo notamos especialmente en lo que respecta a los comportamientos personales. En el siguiente artículo hablaremos sobre omnicanalidad y de la forma en la que compraremos, a partir de ahora.
La forma de relacionarnos, estudiar, trabajar y consumir se ha visto modificada en estos meses de confinamiento y aislamiento social. Nos hemos tenido que acostumbrar a vivir en modo online para poder seguir conectados con el mundo exterior. Esto ha significado la explosión de internet, al que nos hemos pasado conectados nada menos que 79 horas a la semana, según datos de Nielsen.
Y buena parte de ese tiempo ha sido para consumir, tanto ocio como productos y servicios. Si antes de la cuarentena los españoles estábamos a la cola de Europa en hacer compras online, en estos meses este canal se ha disparado, con crecimientos cercanos al 100% algunas semanas, sobre todo en el sector de la alimentación.
El cierre de las tiendas y el miedo de muchos a ir al super han creado el caldo de cultivo perfecto para que el ecommerce despegue. Y ahora que ya podemos salir y casi todos los comercios han reabierto, ¿cómo vamos a consumir ahora? Se resume en una palabra: omnicanalidad.
Compra de una forma y de otra
El concepto de omnicanalidad procede del inglés ‘omnichannel’, que hace referencia a la combinación de canales. Trasladado al concepto de compra supone que haremos nuestras transacciones a través de diferentes canales, en este caso: físico y online.
La pandemia nos ha acostumbrado a utilizar el entorno digital para hacer nuestras compras. En estos meses hemos comprobado que este canal es ya muy eficaz y gracias al desarrollo vivido en los últimos años, nos ha permitido tener en casa los productos en pocos días, e incluso en el mismo día en algunos casos.
Esta comodidad, unida a las reservas que todavía guardamos a vivir aglomeraciones en sitios cerrados, previsiblemente facilitará que el consumo online siga avanzando durante la ‘nueva normalidad’. Es más, su explosión en la cuarentena le ha servido para asentarse en nuestro país, sobre todo en el ámbito de la alimentación, con más de un millón de hogares que ya compran por esta vía algún producto de gran consumo.
¿Pero qué va a pasar con la compra física? Que no cunda el pánico, porque no va a desaparecer. Pero sí es cierto que se va a ver —o ya se ha visto— modificada. A partir de ahora, las visitas a tienda serán mucho menores, y cuando lo hagamos será en muchos casos tras rastrear primero por internet los productos que queremos adquirir. Es decir, como se dice, “iremos a tiro hecho”.
O al revés. Visitaremos los comercios para testear los artículos y decantarnos antes de hacer la compra online. Es decir, vamos a combinar muchas veces en una misma transacción dos formas de compra, que es precisamente lo que promulga la omnicanalidad y que ahora es más real que nunca.
Porque, aunque esta tendencia se viene avistando en el consumo ya desde hace unos años, no ha sido hasta la llegada del COVID-19 cuando el modelo se ha consolidado en la sociedad. La vulnerabilidad del consumidor es más elevada que nunca, de ahí que busque en la omnicanalidad la forma de sentirse más seguro. Algo que también obliga a las marcas a trabajar por hacer de sus entornos lugares seguros y que aporten confianza.
El COVID-19 ha servido para equilibrar la balanza. Así, combinar la compra física con la online será la tónica general en los próximos meses y en los próximos años. Ambos modelos han demostrado que pueden convivir perfectamente. Aunque ahora somos más cómodos y queremos tener el producto en casa sin movernos del sofá, nada reemplaza la experiencia que se vive en tienda.