¿Cuántas veces hemos comentado con familiares y amigos la necesidad de ahorrar e invertir para tener más seguridad en el futuro? Pero una cosa es tener la intención de invertir, y otra muy diferente es hacerlo. La mayoría de personas estará de acuerdo en el plano teórico en que ahorrar dinero para el futuro es una acción prudente e inteligente. Sin embargo a la hora de llevarlo a la práctica no tantos consiguen implantar este hábito fundamental para nuestro bienestar futuro.
Ante una realidad tan complicada como la capacidad adquisitiva de las pensiones estatales en el futuro, recae sobre nosotros la responsabilidad de asegurar nuestro bienestar y el de nuestros seres queridos el día de mañana. El plan pan para hoy, hambre para mañana, no parece especialmente inteligente.
¿Pero con lo difícil que es llegar a fin de mes, cómo voy a conseguir ahorrar?
El plan para ahorrar dinero es simple y conocido por todos, lo cual no quiere decir que sea fácil. La “fórmula mágica” es:
Gastar menos de lo que se ingresa
Aunque la fórmula es igual para todos, cada uno la aplica y lleva a cabo a su manera. Algunos tendrán la opción de plantearse trabajar más horas o aumentar sus ingresos de otra forma. Otros tendrán que recurrir a reducir sus gastos. La mayoría podremos aplicar una combinación de ambos.
A mucha gente le parece inconcebible la idea de gastar menos de lo que están gastando actualmente. En la práctica los gastos se expanden fácilmente hasta cubrir todos los recursos disponibles. Aunque en realidad, si nos viéramos obligados a aceptar una reducción en nuestro salario de un 10%, la mayoría no moriríamos de hambre ni nos veríamos obligados a declararnos en bancarrota. Tendríamos que sacrificar algunas cosas, con las molestias que eso conlleva, y seguiríamos adelante.
Ayúdate a ti mismo instaurando procesos que favorezcan tus intenciones
Efectivamente ahorrar e invertir exige cierto sacrificio en el presente, a cambio de un beneficio mayor en el futuro. Es por esta sencilla razón que cuesta mucho ahorrar. De la misma manera cuando vamos a un gimnasio o hacemos ejercicio, estamos haciendo un sacrificio en el presente (el entrenamiento), a cambio de un beneficio mayor en el futuro (estar en forma y buen estado de salud).
La dificultad en ambos casos es más grande de lo que parece a primera vista por que el esfuerzo lo tenemos que realizar de manera continuada. No basta con ir al gimnasio una vez al año. Igualmente el ahorro es un hábito constante, no puntual.
En estas situaciones una buena herramienta es poner en marcha procesos que nos ayuden, para que la percepción que tenemos de sacrificio sea la menor posible. En el caso del ahorro, es muy conveniente separar de manera automática un porcentaje o cantidad de dinero que queramos ahorrar cuando llega nuestra nómina al banco. De esta manera, desde el principio no veremos como disponible ese dinero y nos será más fácil ajustar nuestros gastos. Afortunadamente con la tecnología hoy en día se puede automatizar todo este proceso. Ahorrar y asegurar nuestro futuro debe ser una prioridad.
Y con los ahorros: ¡A invertir! … No, todavía no.
Invertir consiste en emplear dinero presente a cambio de beneficios en el futuro. Pero dependiendo del tipo y estilo de inversión ese futuro puede ser más cercano o más lejano. La renta variable es por su naturaleza el activo más rentable a largo plazo. Pero el matiz de largo plazo es muy importante. A corto y medio plazo los precios pueden oscilar, a veces de manera asombrosa.
Por tanto, debemos contar con que el dinero que invertimos es un dinero que no vamos a necesitar en un plazo de tiempo. Si es dinero del que vamos a tener que disponer en un plazo breve, sin duda deberíamos optar por instrumentos sin volatilidad pero con más baja rentabilidad, como depósitos bancarios.
Es importante tener un fondo de emergencia de dinero del que podamos echar mano en caso de necesidad. Este fondo de emergencia consiste en una cantidad determinada de dinero a nuestra disposición inmediata. La cantidad depende de la situación de cada cual. Algunos consideran que debe ser un múltiplo de su sueldo (en caso de que pierdan su trabajo), otros lo calculan como un múltiplo de sus gastos mensuales, etc. La idea es disponer de dinero en caso de que cesen nuestros ingresos por cualquier motivo durante un periodo hasta que podamos volver a generar ingresos.
De nuevo la mejor herramienta, tanto por su seguridad como por su disponibilidad, para implementar nuestro fondo de emergencia personal son los depósitos bancarios y cuentas remuneradas.
Por fin, invertir… ¿pero en qué?
Una vez adquirido nuestro hábito de ahorro, y con nuestro fondo de emergencia instaurado, estamos por fin en situación de empezar a pensar en qué invertir. Si llegamos al mundo de la inversión por primera vez, el mejor empleo de nuestro tiempo será adquirir conocimientos y formarnos para poder tomar decisiones correctas.