Minijobs, la trampa para que haya menos parados

Mucho se ha hablado, antes y después de la reforma laboral aprobada por el actual gobierno, de los llamados minijobs y cuál debería ser su rol en la economía. Y para entender mejor su origen y el motivo por el cual en un determinado momento fueron aceptados por los sindicatos a propuesta de la patronal en Alemania, analicemos el contexto en el que se impulsaron y sus pros y contras.

Origen

Los minijobs son un concepto de trabajo nacido a principios de siglo en Alemania, en plena crisis tras la reunificación y cuyo objetivo era dinamizar la economía. El problema de la economía alemana se remonta a la caída del muro de Berlín y al esfuerzo que requirió integrar la antigua República Federal Alemana comunista, con unas estructuras sociales y económicas precarias si las comparamos con sus vecinos occidentales.

Definición

Son contratos de baja remuneración y máximo 15 horas de trabajo a la semana que están funcionando en Alemania desde 2003. Hay que recordar que en Alemania no está regulado el salario mínimo interprofesional y un ‘minijob’ tipo cuenta con un salario aproximado de 400 euros al mes, pero el trabajador no paga impuestos y puede hacer de forma voluntaria aportaciones a los sistemas sociales.

Críticas al modelo

1) Buscan mejorar los beneficios empresariales a costa de reducir salario.

2) Supone un crecimiento del trabajo precario.

3) Establece clases de trabajadores, los minis y los fijos.

4) Como consecuencia de ello, la desigualdad y la pobreza se incrementan.

5) A raíz de la crisis de 2008 y la posterior de la deuda periférica, Alemania ha querido imponer su modelo al resto de países.

Elogios al modelo

1) Reducción de la tasa de paro.

2) Mejora de la competitividad.

3) Modelos de empleo ideales para estudiantes y trabajadores a tiempo parcial.

4) Reduce el gasto público por menores prestaciones por desempleo.

5) Mantiene a los trabajadores en activo dentro del mercado laboral y evita el paro de larga duración.

Perversión del modelo

El problema de estos tipos de contrato, como puede suceder también con los contratos de formación vigentes en España, es que pasen de ser un recurso puntual a ser la norma habitual, de forma que estos contratos que deberían estar reservados para casos puntuales (estudiantes, madres/padres a tiempo parcial, etc.), pasen a ser la base del sistema, de forma que se produzca una pérdida de poder adquisitivo generalizada.

De hecho, en Alemania hay cerca de un millón de jubilados que trabajan en minijobs para complementar su pensión.