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Los mejores trucos para las finanzas personales de una pareja

Si a menudo nos resulta complejo ser capaces de planificar y controlar las finanzas personales de uno mismo, la tarea se multiplica por dos cuando pasamos a vivir en pareja y por lo tanto crecen las variables a considerar en nuestros presupuestos.

El debate por antonomasia al que se enfrenta toda pareja que decide poner en común su vida es precisamente si eso conlleva asimismo unir las economías de cada uno de los miembros de la pareja. O dicho de otro modo: ¿unificamos a partir de ahora todos los gastos e ingresos en una cuenta común o cada uno tiene su cuenta individual y se gestionan los gastos a partes iguales?

Cuentas juntas o separadas, la decisión capital en la economía de las parejas

El primer gran escollo con el que puede toparse una pareja a la hora de tomar una decisión al respecto es la desigualdad en el nivel de ingresos de los miembros. En efecto, en una situación en la que uno de los miembros ingresa 1.000€ mensuales y el otro 2.000€, el hecho de plantear una cuenta conjunta uniendo todos los ingresos puede suponer un trámite más complejo que si los ingresos fueran similares. Habrá un integrante de la pareja que siempre “perderá” en la puesta en común.

Por este motivo, resulta extremadamente importante ser muy consciente del grado de compromiso que existe en la pareja a la hora de tomar una decisión.  No será lo mismo una pareja joven que acaba de alquilar su primer pisito para compartir por primera vez una vida independiente de sus padres, que un matrimonio recién casado con planes de formar una familia.


En las situaciones en las que el compromiso es reciente y todavía se encuentra en fases de maduración de las relaciones, puede convenir disponer de unas finanzas domésticas lo más independientes posibles entre los miembros de la pareja. Es decir, cada uno sigue llevando sus cuentas bancarias individuales, donde recibe sus ingresos y gestiona sus gastos personales. Sin embargo, se ponen en común una serie de gastos a los que responderá la pareja en conjunto con aportaciones idénticas por parte de cada uno de sus miembros: alquiler del piso, suministros del hogar, compra semanal, viajes conjuntos, etc.

Sin embargo, cuando ya existe una evidencia objetiva de que la cosa “va en serio” y ya hay unos planes de vida de mayor recorrido, podría ser conveniente unificar todos los gastos e ingresos en una única cuenta en la que los dos miembros de la pareja sean cotitulares, ejerciendo de este modo una actitud comprometida y solidaria de pareja, en la que el miembro que más aporta compensa la menor aportación del otro sin ningún tipo de objeción.

De este modo se facilita mucho el control de la economía doméstica al tener centralizadas todas las entradas y salidas monetarias en una única cuenta, por no mencionar el potencial ahorro en comisiones y costes administrativos asociados a la pluralidad de productos financieros contratados de manera individual. Bastará con que cada miembro de la pareja disponga de una tarjeta asociada a esa cuenta conjunta para que todos los gastos, independientemente de quien los materialice, se carguen a la misma.

No se deben olvidar las cuentas individuales

Aunque la cuenta conjunta es una modalidad idílica de compartir la economía en una pareja, no debe olvidarse nunca la necesidad que todo ser humano tiene de darse algún que otro capricho de vez en cuando. Para evitar desajustes en este tipo de gastos dentro de la cuenta conjunta (uno de los miembros puede ser más dado a ejercer este tipo de gastos compulsivos que el otro), lo más lícito sería destinar parte de los ingresos conjuntos mensuales a aportar una paga mensual individual a cada uno de los miembros de la pareja.

Por ejemplo, si la pareja ingresa 3.000€ mensuales, no sería una mala idea destinar un 10% (300€) a esa paga a sus miembros para que puedan gestionar libremente ese dinero (una comida con los amigos, ir a un concierto de tu grupo de música favorito…). Lo normal en una situación de economía conjunta sería repartir ese dinero equitativamente entre los miembros, pero incluso se podría aprovechar ese concepto para “reconocer” al miembro de la pareja que más dinero aporta concediéndole un porcentaje mayor de esa paga para gastos personales.

En cualquier esquema de economía de pareja, sin embargo, es muy importante dejar muy claro de manera consensuada qué gastos se consideran conjuntos, y por lo tanto se pagan con los fondos de la cuenta conjunta, y cuáles se consideran personales, y deben ser afrontados por cada miembro de la pareja de manera individual.

El ahorro, un elemento imprescindible en la economía de las parejas

Bien se haya escogido llevar las cuentas conjuntas o por separado, es fundamental establecer una política de ahorro con la que los dos miembros de la pareja estén comprometidos. De lo contrario, pueden llegar a presentarse gastos imprevistos a los que nadie podrá atender de forma individual y para los que no se estaba destinando parte del presupuesto común. Como siempre, la cantidad dependerá del volumen de ingresos, pero es fundamental fijarla de mutuo acuerdo a la hora de establecer los presupuestos, y decidir en qué cuenta o depósito remunerado se irá acumulando ese dinero conjunto.

Por no decir cuando la pareja tiene planes de comprarse una vivienda en un futuro cercano, o adquirir un vehículo, para lo que tendrá que planificar de forma adecuada un plan de ahorro que les permita acometer esos gastos en los plazos fijados.


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