Los españoles siguen sin poner a trabajar su dinero

Los tiempos cambian. La economía fluctúa. Y lo que hace una década daba el 4% hoy apenas supera el 0%. Aunque hay otras alternativas de inversión, muchos españoles prefieren dejar sus ahorros inmóviles antes de asumir el más mínimo riesgo.

Depósitos al 4%, qué tiempos aquellos.

En los primeros años del milenio los españoles nos acostumbramos a guardar nuestros ahorros en depósitos. No es de extrañar, pues entre 2006 y 2008, ofrecían rentabilidades que rondaban el 4%, en un panorama de bonanza económica precrisis donde nadie cuestionaba la solvencia del sistema bancario. Justificando esos altos porcentajes estaban los elevados tipos básicos de interés del BCE que, de julio a octubre de 2008, llegaron al 4,25%.

La quiebra de Lehman Brothers y la expansión internacional de la crisis de crédito marcó un antes y un después en la economía global. Los bancos centrales al unísono redujeron súbitamente los tipos 50 puntos básicos durante el mes de octubre de 2008. No quedaron ahí los recortes del BCE, ya que el precio del dinero siguió cayendo imparable. Tan solo dos meses después del inicio de la crisis, en enero de 2009, ya estaban en el 2%.

Desde 2011 las políticas del BCE de Mario Draghi siguieron restando puntos y, en la reunión del 10 de marzo de 2016 el interés de referencia quedó en el 0%. Dos años después, cuando algunos bancos centrales ya han comenzado a despertar sus tasas, los expertos vaticinan una próxima reacción moderada del BCE.

BCE reduce tipos, disminuye la rentabilidad de los depósitos.

Desde finales de 2008 la rentabilidad de los depósitos y de las cuentas remuneradas ha disminuido, acompañando la caída de los tipos de interés del BCE. Queda muy claro, por tanto, que existe una relación directa entre ambos, pero, ¿cómo se explica de forma sencilla? Lo vemos ahora mismo:

Los bancos crean recursos partiendo de un determinado capital. Ese capital lo obtienen de tres medios:

–         De préstamos del BCE.

–         Del sistema interbancario.

–         De los ahorros de sus clientes (depósitos, cuentas corrientes).

Con los tipos del BCE y el Euríbor próximos al 0%, para financiarse, los bancos difícilmente van a ofrecer a sus clientes un interés superior a ese 0%.

Los españoles siguen sin poner a trabajar su dinero.

Los datos del Banco de España de principios de 2018 hablan por sí solos. Los hogares españoles tienen entre depósitos y cuentas corrientes un total de 752.300 millones de euros, repartidos del siguiente modo:

–         563.500 millones en cuentas a la vista.

–         188.800 millones en depósitos.

Sin embargo, esos miles de millones de euros ahorrados están dando a los hogares una rentabilidad escasa, muy cercana al 0%, que de aproximarse al 1%, lo hace a cambio de la contratación de otros productos vinculados.

Tras la crisis, los españoles preferimos tener nuestros ahorros en depósitos y cuentas corrientes: la Asociación de Instituciones de Inversión Colectiva y Fondos de Pensiones (Inverco) calcula que el 40% del ahorro financiero de las familias se guarda en depósitos y efectivo, mientras que la inversión directa en renta fija y variable es del 26%, los fondos de inversión y SICAV solo llegan al 14,5%, en seguros de ahorro al 11% y en fondos de pensiones hay guardado un 5,5% del ahorro.

Aunque observando las series temporales se aprecia una menor contratación de depósitos en favor de fondos de inversión, la cifra del 40% en depósitos y efectivo denota una gran indiferencia del ahorrador español por ver crecer su dinero, sobreponiendo la disponibilidad y seguridad de los ahorros a inversiones con tipos de interés más altos.

La situación económica global ha cambiado, pero la actitud inversora de los ahorradores españoles todavía no se ha actualizado a los nuevos tiempos, en los que depósitos y cuentas apenas son remunerados.

Podríamos resumir en dos las razones para justificar tal actitud: desconocimiento financiero y desconfianza del sistema financiero.

La baja cultura ahorradora y, especialmente, la financiera, son dos razones ampliamente aceptadas, pero hay más. La larga crisis económica ha reducido la capacidad de ahorro de las familias y ha visto crecer su actitud conservadora a la hora de invertir los ahorros que tan complicado les resulta lograr.

Desde Self Bank, promovemos incentivar la educación financiera para que cada ahorrador haga uso de las herramientas disponibles y ponga a trabajar su dinero a su manera.

Estos datos tienen finalidad informativa y no deben interpretarse en ningún caso como una recomendación de compra o venta, o de realización o cancelación de inversiones, ni puede servir como base de ningún tipo de decisión sobre inversiones actuales o futuras. Self Bank no se hace responsable de los perjuicios que pueda sufrir el inversor como consecuencia del uso de dicha información. El Cliente es responsable de las decisiones de inversión que adopte y del uso que haga de la información proporcionada a tal efecto. Self Bank proporciona esta información a través de un proveedor y no asume compromiso alguno de la actualización en el contenido de la información presentada. La evolución o resultados pasados de las inversiones no garantizan la evolución o resultados futuros.
Self Bank no acepta ningún tipo de responsabilidades por pérdidas, directas o indirectas, como consecuencia de este informe. Ninguna parte de este documento puede ser copiada o duplicada de cualquier forma o medio o redistribuida sin el previo consentimiento por escrito de Self Bank.