Uno de los hechos que han caracterizado los años más duros de la crisis financiera que hemos vivido han sido los desplomes bursátiles que han azotado a los mercados en los primeros años de la crisis.
Mucho se ha hablado de cuáles han sido las causas de estos terremotos bursátiles que han llevado a los índices a cotizar en niveles no vistos en décadas, pero durante esos meses de tormenta se ha hablado mucho del papel que han jugado muchos hedge funds con las denominadas posiciones cortas.
Por posición corta entendemos el hecho de tomar prestado un paquete de acciones de una determinada compañía (normalmente a un broker) pagando un interés para luego vender dicho paquete, y esperar a que el precio de las acciones baje o que se comporte peor que el resto, comprarlo de nuevo y devolverlo a quien lo ha prestado, generando con ello un beneficio si el precio de la acción ha caído.
Inicialmente estas posiciones cortas eran tomadas por los hedge funds para obtener liquidez con la que invertir en operaciones tradicionales de bolsa, es decir, comprar acciones esperando a que su precio suba y así vender obteniendo un beneficio.
Sin embargo, con el paso de los años, en este tipo de operaciones cortas han ido ganando un mayor protagonismo las operaciones realizadas a través de derivados financieros, dándole una finalidad mucho más especulativa a este tipo de operaciones gracias a la posibilidad que ofrecen los productos derivados de operar con un elevado nivel de apalancamiento.
Una de las principales críticas que han recibido las posiciones cortas por parte de los gobiernos es la de que han sido las responsables de las caídas de las bolsas durante los años más duros de la crisis, dificultando así la financiación tanto de empresas como de estados en los momentos en que éstos más lo necesitaban.
En el intento por frenar la sangría de los mercados financieros muchos gobiernos europeos prohibieron durante semanas las posiciones cortas sobre determinados valores. En el caso español, la CNMV prohibió en Agosto del año 2011 las posiciones cortas, tanto en acciones como en derivados, sobre los valores financieros del IBEX 35.
Este hecho nos lleva a preguntarnos cuál ha sido el papel que han tomado estas posiciones cortas en la evolución bajista de los principales mercados durante los años más duros, y si realmente son éstas las responsables de las fuertes caídas de las bolsas.
Pues bien, el análisis a posteriori de los hechos no deja tan claro que la principal causa de los desplomes de las bolsas hayan sido las posiciones cortas sobre determinados valores bursátiles, tal y como afirmaban muchos gobiernos europeos.
La realidad es que durante el periodo de prohibición de cortos en la bolsa española, ésta tuvo una evolución negativa similar a la que tuvieron otras bolsas europeas como la italiana o la portuguesa, bolsas en las que no se prohibió la realización de ningún tipo de operaciones.
La prohibición de posiciones bajistas en el mercado, lejos de provocar que los operadores se dedicasen exclusivamente a comprar como pensaban los gobernantes, provocó efectos nocivos en la bolsa española, ya que una de las consecuencias directas fue el hundimiento de los volúmenes de contratación y el intercambio de valores, lo que provocó importantes aumentos de la volatilidad.
Ante esta situación, muchos inversores que tenían su dinero puesto en el mercado español siguieron vendiendo sus posiciones y movieron su capital hacia otros mercados con un menor grado de incertidumbre en la operativa, lo que provocó que nuestra bolsa siguiese cayendo.
En definitiva, las posiciones cortas son un elemento más del mercado y empresas y gobiernos no deberían tenerle miedo, ya que ningún inversor arriesgará su dinero en ponerse corto en acciones que no muestren motivos suficientes como para hacerlo. Tener unos fundamentales y unas cuentas públicas sólidas son la garantía de que ningún inversor bajista pondrá en jaque nuestra solvencia.