La industria de la música en la bolsa

Es sorprendente lo mucho que ha cambiado la música en las últimas décadas. Pero más sorprendente todavía es el cambio que ha experimentado la industria musical. Hoy en día a los más jóvenes les resulta casi inconcebible el poder que tenían algunas discográficas en los años 80. De la mano de algunos de los mejores artistas del momento, las cifras de ventas que se lograron en la década de los 70 y 80 siguen siendo récords a batir.

El disco más vendido de la historia se lanzó el 30 de noviembre de 1982. Estamos hablando de Thriller, un trabajo de Michael Jackson que vendió la friolera de más de 60 millones de discos. No fue el único, otros artistas como AC/DC o Pink Floyd también consiguieron vender más de 50 millones de copias. En el siglo XXI, la única artista que ha logrado acercarse a estas cifras de ventas ha sido Adele, que logró vender más de 30 millones de su álbum 21.

Algunos nostálgicos dirán que es que la música ya no es lo que era. Sin querer entrar en discusiones sobre estética musical, lo que sí es evidente es que la industria de la música ya no es lo que era. Y es que la revolución que ha experimentado este sector en las últimas décadas ha sido verdaderamente trepidante. Se pueden enumerar muchos factores que han sido clave, pero sin duda uno destaca por encima de todos: internet.

En búsqueda de un modelo de distribución

Antiguamente las discográficas producían los discos, que distribuían por tiendas y grandes almacenes. El control práctico sobre la distribución de los discos, y por tanto de la música, les otorgaba un poder extraordinario. Las discográficas eran las encargadas de promocionar y apoyar a los artistas, para distribuir eficientemente su música. Con la llegada de internet, todo este modelo de distribución se vio truncado. Durante años los sellos discográficos vieron cómo sus ventas caían en picado, en gran parte debido a la extensión masiva de la piratería. Las discográficas reaccionaron lentamente, y aunque lucharon contra las copias ilegales, no fueron rápidas en adaptarse completamente a las nuevas tecnologías. Sin embargo, en los últimos años comprendieron que la industria del streaming musical puede ser muy rentable, y ahora parece ser una de las claves para alcanzar un modelo de negocio rentable y sostenible.

Uno de los grandes lanzamientos bursátiles de 2018 ha sido el de la empresa Spotify, especializada en música por streaming, con una capitalización inicial de unos 30.000 millones de dólares. No obstante, tras la mala evolución que han tenido otras empresas del estilo, los inversores tienen motivos para ser cautos: en pleno apogeo tras su salida a bolsa, la empresa Pandora Media llegó a valer más de 30$ por acción. Actualmente sigue produciendo pérdidas contables y su acción ha caído por debajo de los 10$. Esta pérdida de valor brutal en unos pocos años demuestra la volatilidad del negocio, y la gran incertidumbre que rodea a los modelos de negocio de la industria musical.

Una industria en constante evolución

La historia de los sellos discográficos está repleta de fusiones, adquisiciones, y reestructuraciones. Sin ir más lejos, en 2018 Sony anunció la compra del 60% del grupo EMI, que posee la propiedad intelectual de más de dos millones de canciones de artistas como Kanye West, Alicia Keys, Queen, David Bowie o Frank Sinatra. Este acuerdo consolida a Sony como el sello discográfico más grande del mundo.

Otra de las grandes discográficas mundiales es Universal Music Group. Actualmente esta empresa es una subsidiaria del grupo Vivendi, que cotiza en la Bolsa de París.

A medida que las grandes empresas tecnológicas van adquiriendo más influencia sobre nuestro tiempo y atención, es lógico que tengan interés en controlar el contenido que atrae al gran público. Hemos visto y veremos todo tipo de acuerdos entre las principales discográficas y las grandes empresas tecnológicas como Apple, Google, Facebook o Amazon.

Conclusión

Aunque pueda parecer que la industria musical solo consiste en llevar la música desde sus creadores a los consumidores, detrás hay un gran número de profesionales, desde los productores musicales, estudios de grabación, sellos discográficos, sociedades de gestión de derechos, distribuidores en todo tipo de formato, etc. En los últimos años la industria ha visto una auténtica revolución, implementando nuevas tecnologías y caminos de distribución. Es difícil predecir cómo será el proceso de consumir música en el futuro, pero parece que cada vez más dependerá de las grandes empresas tecnológicas y su sistema de distribución de contenido.

 

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