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La desaparición del dinero en efectivo

Las primeras monedas oficiales nacieron entre el siglo VII y el VI antes de Cristo. Casi tres mil años después, algunos reputados economistas abogan por la abolición del dinero en efectivo, y algunos países e instituciones están tomando ya medidas encaminadas en este sentido. ¿Es necesario el dinero en efectivo? ¿Cuáles serían las ventajas e inconvenientes de su desaparición?

El papel del dinero

En el siglo XIX, el dinero estaba respaldado por el oro del Banco Central de cada país, de manera que los ciudadanos podían solicitar la conversión de sus billetes en este metal. La I Guerra Mundial (1914-18) tuvo un elevado coste económico, que se financió emitiendo más dinero, con lo cual este sistema se tambaleó. En los acuerdos de Bretton Woods (1944) se decidió adoptar el dólar estadounidense como divisa internacional, y la Reserva Federal de aquel país garantizaba la convertibilidad en oro de su moneda. Este sistema se terminó en 1971, año en el que Estados Unidos abandonó definitivamente el patrón oro.

Desde ese momento, se pasa al llamado dinero fiduciario, cuyo valor no depende de su convertibilidad en el preciado metal, sino de la confianza de los usuarios en el Banco Central y en que les servirá para intercambiarlo por bienes y servicios.

¿Es necesario el dinero en efectivo?

Hoy en día, el dinero en efectivo compite como medio de pago con otras muchas opciones. Las transferencias electrónicas, las tarjetas de débito, crédito y las de prepago, los pagos a través del teléfono móvil, o sistemas como Paypal permiten realizar multitud de transacciones sin necesidad de utilizar monedas y billetes, por lo que la generalización en el uso de estos sistemas permitirá en el futuro que el uso de billetes y monedas sea más esporádico.

Por otra parte, la legislación prohíbe los pagos en efectivo iguales o superiores a 2.500 euros cuando una de las partes es un empresario o profesional, tratando de limitar el uso del efectivo en las operaciones comerciales (cabe recordar que España ha sido durante mucho tiempo el país de la Eurozona con más billetes de 500 euros, llegando a suponer el 65% por ciento del total del dinero en circulación en nuestro país).

Entre las medidas que se han tomado para tratar de salir de la crisis, está la inyección de cientos de miles de millones de euros por parte de los Bancos Centrales, que en muchos casos no ha tenido los efectos deseados. Dadas estas circunstancias, algunos importantes economistas como Kenneth Rogoff, abogan por la desaparición del dinero líquido. Para Rogoff, esto es así por culpa del dinero en efectivo, que permite realizar grandes transacciones fuera del circuito oficial de la economía.

Otros expertos indican que su desaparición total no es posible (al menos, de momento), ya que muchas personas son reacias o no tienen acceso a las tecnologías que hacen posible el pago a través de otros medios (no tienen tarjetas, no disponen de un acceso a través de un ordenador, de un teléfono móvil…). Es decir, sería una barrera insalvable para las personas con escasos conocimientos tecnológicos y/o con pocos medios económicos.

El uso exclusivo de los pagos electrónicos podría hacer disminuir la privacidad de los ciudadanos, puesto que se podría saber cuánto gastan, en qué y dónde. Además, el auge del big data, a través del cual las empresas analizan miles de millones de datos para estudiar el comportamiento de los consumidores, anticipar tendencias y en definitiva, promover el consumo, tendría un importante refuerzo si el uso del dinero electrónico fuese generalizado.

¿Qué medidas se están tomando ya?

Algunos países europeos como Finlandia, Holanda y Bélgica, han optado por “eliminar” las monedas de uno y dos céntimos de euro dado que el coste de producirlas es superior a su valor, y el cobre que se utiliza podría emplearse para otros usos. Algunos temen que su desaparición pueda provocar inflación por el redondeo que conllevaría, aunque hay sistemas para minimizar sus efectos, como el llamado redondeo sueco de los precios.

Por su parte, Dinamarca prepara modificaciones legislativas encaminadas a reducir el uso de efectivo, de manera que a partir de 2016 en algunos establecimientos no se admitirá efectivo como medio de pago. En este país, las compras realizadas con dinero líquido apenas representan el 25% del total. En Suecia incluso superan estas cifras, ya que apenas el 2% de las transacciones son en efectivo. Mientras, en España todavía se continúa usando el dinero en efectivo en el 80% de las transacciones (un 46%, si tomamos como referencia el importe en euros).

¿Qué ventajas aportaría la desaparición del efectivo?

● Se eliminaría el coste de fabricación y transporte. Algunas monedas cuestan más de lo que valen, los billetes tienen sofisticados sistemas de seguridad, hay que reponer los que se deterioran… Además, el transporte y la custodia de dinero generan elevados costes, debido a la vigilancia que hay que implementar.

● Se reducirían los robos, tanto a los ciudadanos como en entidades bancarias.

● Se minimizarían la economía sumergida y la corrupción, ya que todas las transacciones quedarían registradas.











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