Es un error muy común pensar que invertir en bolsa es solo para ricos. Pero esta afirmación no es cierta, los ricos necesitan gestionar su patrimonio y una de las alternativas será, por qué no, la bolsa. Pero también invertirán, probablemente, en depósitos, en inmuebles, en negocios florecientes. No tenemos que olvidar que los ricos no son ricos porque les ha tocado la lotería, esto es solo a unos pocos. La mayor parte lo son por sus inversiones, ya sea en bolsa o en otro tipo de activos.
Pero…¿y si no somos ricos? En este caso, también es importante (y tal vez más incluso) que aprendamos a sacarle el máximo partido a nuestro dinero.
No tener un capital excesivo no debería ser una excusa para no invertir en bolsa. Nos parecían más válidas otras tales como “No se adecúa a mi perfil” o “No sé cómo empezar”, pero pensar que la bolsa es solo para ricos es un mito que nos gustaría poder borrar del mapa de los errores que más frecuentemente se cometen a la hora de gestionar los ahorros.
No son pocos los que aseguran que “no tienen dinero para invertir en bolsa”, pero que sí guardan mes a mes un poco de dinero en una cuenta que, por desgracia, en muchos casos ni siquiera está remunerada. Si tenemos dinero para destinar a una cuenta remunerada o a un depósito…¿por qué no hacerlo también en bolsa? No el 100%, claro, pero sí podemos hacer un análisis y distribuir los huevos en diferentes cestas.
Está claro que cuanto más dinero se tenga, más sencillo será diversificar, pero no tener cantidades muy elevadas no tiene por qué ser un obstáculo insalvable. El que tenga mucho dinero invertirá desde el primer momento cantidades más altas y se podrá permitir una distribución más rica, mientras que la forma de afrontar las inversiones si tenemos poco dinero será muy diferente.
¿Qué cosas he de tener en cuenta si no soy rico y quiero invertir en bolsa?
La primera de ellas, hacer una buena reflexión para decidir en qué tipo de producto invertimos. Las opciones son diversas.
¿Invertimos en acciones? Adelante. Cuando tenemos mucho efectivo, podemos incluir en nuestra cartera compañías de gran capitalización y pequeñas, de nuestro mercado y de otros, de diferentes sectores, etc. Si mis recursos son escasos, posiblemente tenga que jugármelo todo a una carta, por lo que tendremos que hacer todo lo posible por llevar un as. Para no arriesgar en exceso, podríamos decantarnos por compañías grandes, consolidadas, con solidez en sus cuentas y, si es posible, que repartan un dividendo atractivo con el que poder tener una renta periódica complementaria.
Segunda. Y muy importante. Tener en cuenta las comisiones. Hemos dicho que tener poco dinero no tiene que echarnos para atrás a la hora de invertir. Pero, por desgracia, las comisiones juegan en nuestra contra. Si invierto 3.000 € en una acción y mi entidad me cobra 5 € a la hora de comprar y 5€ a la hora de vender, mi coste total será de 10 € y necesitaré que las acciones suban hasta 3.010 € al menos para empezar a ganar dinero. Asumible.
Pero, ¿y si solo he comprado por importe de 100 €? Para cubrir los costes de compraventa de 10 €, las acciones tendrían que subir un 10% antes de que hayamos ganado el primer euro.
De este modo, se pueden invertir cantidades pequeñas pero estas tienen que ser suficientes como para que las comisiones no se coman todo el beneficio. Si no somos ricos, tendremos que comparar mucho más y encontrar una entidad que sea competitiva en comisiones, ya que para nosotros será un aspecto fundamental.
La inversión directa en acciones no es la única opción. Si hemos echado cuentas y vemos que es difícil rentabilizar nuestra inversiones teniendo en cuenta las comisiones que nos van a cobrar, ¿por qué no intentarlo a través de fondos de inversión? Los fondos de inversión mitigan algunos inconvenientes de entrar en bolsa con pequeñas cantidades: nos permiten diversificar mucho más (puedo invertir 1.000 € en un fondo global y mixto, que esté distribuido en renta fija y variable, distintos mercados…) y además en la mayoría de las entidades no tienen comisión a la hora de comprarlos o venderlos, ni por custodia. Eso sí, a cambio hay una comisión de gestión, pero esta ya viene descontada del valor del fondo y no hay ningún cargo en cuenta por este concepto.
Invertir cantidades pequeñas tiene sus ventajas. Buena noticia, no todo son inconvenientes a la hora de apostar importes modestos. Cuando entramos con un capital significativo en una compañía y lo hacemos en un momento determinado del tiempo, puede que éste haya sido el óptimo (a partir de ahí las acciones suben y suben) o puede no serlo (la inversión no evoluciona como yo esperaba y empieza a caer). Pues bien, invirtiendo pequeñas cantidades a lo largo del tiempo, eliminamos parte de la volatilidad propia de la renta variable; al entrar en pequeñas dosis y a lo largo de un periodo dilatado de tiempo, lo haremos en todos los momentos del ciclo (alcistas, bajistas, laterales) y a largo plazo veremos que hemos conseguido reducir la volatilidad global de la inversión.
Así que ya sabéis, la excusa de no tener dinero suficiente para invertir ya no vale. Lo que en realidad sí que es un error es no tener en cuenta que si solo ahorramos en una cuenta corriente no solo no estamos sacando nada de rentabilidad, sino que en la práctica estamos perdiendo dinero, ya que la inflación hará que nuestros preciados ahorros vayan perdiendo valor con el paso del tiempo.