Esta técnica de inversión, abanderada por el americano Warren Buffet, uno de los mayores inversores del mundo, consiste en invertir en valores que en el momento de la compra se sitúan por debajo del valor intrínseco de la compañía, es decir, que están infravalorados frente al valor real de la entidad. Esto puede deberse a que los inversores no están teniendo en cuenta todo el valor potencial que tiene la entidad en el medio plazo.
Realizar una compra cuando el valor está muy barato ayuda a mantener un cierto margen de seguridad; comprar una acción cara tiene sus riesgos, ya que sí, efectivamente, puede seguir subiendo impulsado por la tendencia, pero las posibilidades de que se dé la vuelta no deben despreciarse. Si la acción está barata, cotizando por debajo de su precio objetivo, cabe tener una mayor confianza en que antes o después el mercado reconocerá su verdadero valor.
Normalmente este tipo de inversiones son contrarias a la tendencia; es decir, cuando el mercado sube, los inversores recogen beneficios, mientras que cuando hay gran cantidad de ventas compran posiciones y se mantienen en el valor. En cualquier caso, es un tipo de inversión a largo plazo, que requiere grandes dosis de paciencia.
Esta filosofía de inversión puede tener sentido especialmente en las burbujas y en las crisis (aunque lo más importante y el paso previo es detectar que estamos en una, lo que no siempre es tan sencillo), utilizando la técnica de ir en contra de la inversión psicológica de los inversores.
Los inversores “contracorriente” se suelen fijar en compañías que no están diariamente en la palestra de las noticias, como los gigantes tecnológicos o los bancos más famosos, y tienen un mayor rango de visión en compañías de capitalización media que tienen buenos fundamentales y un potencial interesante en el medio-largo plazo.