Es bastante habitual, cuando alguien se inicia en el mundo de la inversión —por consejo de alguien, por algo que ha leído— y “tiene suerte” o le sale bien su primera vez, que piense que siempre es posible ganar dinero así, de manera más o menos sencilla.
“Si he seguido esta recomendación y me ha salido bien… voy a seguir esta otra, que es similar, o que la hace la misma persona…” A partir de ahí, realiza diversas inversiones, sin ningún criterio definido, que pueden salir bien o mal. Hasta que pierde dinero y se da cuenta de que no era tan fácil como parecía.
En muchas recomendaciones de inversión, se habla de apostar por un valor. Incluso los analistas más convencionales y reputados utilizan a veces este término, cuando sugieren la compra de una acción. Sin embargo, aunque en cierta medida hay similitudes entre decidirse por una acción y probar suerte en un juego de azar, invertir no es apostar en el casino.
Invertir vs. apostar
Similitudes:
- Ambas actividades se hacen para ganar dinero: aunque existe la posibilidad de perder, la intención en ambos casos es la de aumentar nuestro patrimonio.
- Normalmente, se decide previamente (o así se debería hacer) cuál es el riesgo que se está dispuesto a asumir, cuánto estamos dispuestos a perder.
- Existe un importante componente psicológico, tanto en la emoción que pueden causar ambas actividades, como en la tensión y en la capacidad de aguantar la presión que se requiere a la hora de tomar decisiones.
Diferencias:
- Invertir no debe ser equivalente a apostar. Cuando se hace una apuesta en el casino, rigen las leyes del azar, de manera que la opción elegida es tan buena como cualquier otra.
- Sin embargo, como es fácil de entender, a la hora de invertir no debe ser así, sino que habrá alternativas que, al menos teóricamente, sean mejores.
- Evidentemente, aun con una buena metodología, es difícil acertar en el 100% de los casos. Como se trata de obtener una rentabilidad por nuestro dinero, el objetivo sería acertar más de lo que uno se equivoca, y (relacionado con lo anterior), en establecer claramente cuáles son nuestros límites.
Se está comprando un valor
Cuando se hace una apuesta, uno arriesga un dinero a cambio de nada. O, dicho de otra forma, a la posibilidad más o menos remota de que toque algo.
Sin embargo, cuando se invierte, se está adquiriendo un activo —por ejemplo, acciones— del cual se puede obtener rentabilidad por distintas vías: por dividendos, por su compraventa, por alquiler, etc. Por lo tanto, al contrario de lo que sucede con la apuesta (que termina cuando se produce el sorteo), la inversión puede proporcionar rentabilidad durante muchos años.
La inversión se debe basar en información
Cuando se apuesta en el casino o se juega a la lotería, únicamente dependemos del azar, es una cuestión de probabilidades. Sin embargo, cuando se invierte, deberíamos basarnos en información. Las dos principales corrientes de análisis en la inversión, el análisis técnico y el análisis fundamental, se basan —cada una, a su manera— en datos.
No se invierte por casualidad, por moda o azar, se invierte porque hay unas razones detrás. Uno de los gurús de la inversión fundamental, Benjamin Graham, maestro de Warren Buffett, afirmaba que “una operación de inversión es aquella que, tras un análisis exhaustivo, promete seguridad para el capital principal y un adecuado rendimiento”.
Especulación vs. inversión
Aunque es evidente que algunos inversores actúan como especuladores, también es verdad que los que apuestan en el casino no son, en absoluto, inversores. Aunque apliquen algún sistema matemático para intentar afinar sus posibilidades, buscan una ganancia como consecuencia de la suerte, y la quieren a corto plazo. El inversor que se tiene por tal prefiere no especular y suele actuar pensando en la rentabilidad a medio y largo plazo.
Cómo se reparten las ganancias
En las apuestas, aunque alguien pueda tener una buena racha o utilice alguna técnica para tratar de sacar partido a la estadística, como se suele decir, la banca siempre gana. Y es que las probabilidades juegan en contra de los que apuestan desde el primer momento: en la ruleta hay 18 números rojos, 18 negros y el cero, que es con el que gana la banca. Lo que implica que, en cada apuesta, sólo hay un 48% de probabilidades de ganar. Y cuanto más jugamos de manera consecutiva, menos probabilidades tenemos, ya que en algún momento nos podemos quedar sin nada.
Sin embargo, cuando uno invierte, y lo hace basándose en un buen método, las probabilidades se elevan. Especialmente, a largo plazo. También es bueno recordar las dos reglas del maestro inversor Warren Buffett: La primera, no perder dinero. La segunda, no olvidar nunca la primera regla.
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