Han pasado 40 años desde el jueves de plata. El 23 de marzo de 1980 los hermanos Hunt se arruinaron por la especulación que impulsaron en el mercado de la plata. El precio del metal precioso, que rozaba entonces los 50 dólares, se vino abajo y se llevó consigo la fortuna que estos dos hermanos habían amasado con el petróleo primero, hasta 1970, y con la especulación en la plata, después.
Básicamente, los hermanos acumularon plata física y derechos sobre mineras, así como derivados al inicio de los 70 para proteger sus fortunas contra la inflación. Acumularon tanta plata, que empezaron a controlar su mercado. Cuando en 1979 la plata se disparó desde los 6 hasta los 25 dólares, el COMEX (mercado de futuros) restringió su negociación y su precio, que llegó a rondar los 50 dólares, empezó a caer.
Los Hunt se vieron obligados a vender parte de su plata para tener liquidez con la que responder a los vencimientos, lo que aceleró los descensos y les arruinó, provocando también una alarma mundial. Finalmente, un consorcio de bancos estadounidenses abrió una línea de crédito para evitar el desplome y estabilizar el mercado. Desde entonces, el 27 de marzo es conocido como el jueves de plata.
Qué ha cambiado: más instrumentos para invertir
Hoy, para invertir en un metal precioso como la plata, que cotiza en torno a los 14 dólares o en el oro, que se encuentra en máximos de siete años rondando los 1.600 dólares, ya no hay que elegir entre el metal físico, con sus problemas de almacenamiento, y los futuros, con sus compromisos de compra.
Los fondos de inversión en empresas mineras, los fondos cotizados (ETF) sobre los metales preciosos o los índices sectoriales, o los contratos por diferencia (CFDs) sobre los metales, son alternativas muy válidas, cada una con sus puntos positivos y negativos.
Tanto es así que, según el Word Council, en 2019 el aumento de la demanda de oro desde los ETF compensó las caídas de la demanda del oro físico. Esto fue debido en gran parte al repunte del 20% en el precio del oro durante 2019, actuando como valor refugio, ante la incertidumbre provocada por la guerra comercial entre China y EE.UU. y que ha continuado en 2020 con la crisis del coronavirus.
Qué ha cambiado: más metales preciosos
Por otro lado, cabe destacar que el oro, el único metal precioso de color amarillo, no está siendo la mejor inversión del sector. En el año 2019 , el 19,2% que se ha revalorizado el oro en dólares queda muy lejos del 51,1% que ha ofrecido el paladio, que además cotiza a un precio mucho más alto, los 2.000 dólares.
El metal dorado es, con diferencia, el activo sobre el que más se invierte, pero también es cierto que no tiene aplicaciones más allá de las inversiones: en tiempos de incertidumbre se compra oro y en momentos en los que se espera un repunte de la inflación, también.
Sin embargo, los metales dorados blancos tienen aplicaciones industriales que afectan a su precio. Además, los platinos (platino, paladio y rodio) son más escasos que el oro y su producción (inferior a 200 toneladas anuales) se concentra en Suráfrica, Rusia y Estados Unidos.
Básicamente, aunque el platino es conocido en joyería como el ‘oro blanco’ su principal comprador es la industria automovilística (35% de la producción), pues es indispensable en los catalizadores de los coches de combustible tradicional (sobre todo, en motores diésel) por sus propiedades anticorrosión. De hecho, tras el escándalo del ‘dieselgate’ (Volksagen en 2015) bajó el platino y subió el paladio, que se usa más en motores de gasolina.
Rodio: oro parece, plata no es
El gran desconocido de la familia de los platinos es el rodio, otro metal precioso escaso y muy demandado por la industria. Su precio ronda los 8.000 dólares en 2020 y ofrece una revalorización muy superior al del resto de los metales preciosos (cerca del 30% en dos meses).
Su producción es complicada, tanto en Sudáfrica, que es el primer productor mundial, como en Rusia. El segundo, porque se extrae como subproducto de la minería del paladio (Sudáfrica) o del níquel (Rusia).
No se puede comprar rodio porque lo poco que hay (se produjeron unas 700.000 onzas de 28 gramos en 2019) se lo queda la industria automovilística. Tanto es así que no hay ETF sobre el rodio porque no es posible comprar lingotes que los respalden. Y no hay mercado fuera de la industria, porque toda la producción está vendida de antemano. En 2008, el rodio se fue hasta los 10.000 dólares y obligó a la industria a volver al paladio y al platino, por ser más baratos.
Así las cosas, no parece que el ‘día de la plata’ pueda repetirse. Sin embargo, algunos de los platinos tienen un mercado tan estrecho y restringido que cualquier caída en su ya de por sí limitada producción dispara su precio a niveles impensables y obliga a la industria a cambiar su materia prima.
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