El Banco de España (BdE) ha presentado sus perspectivas del impacto de la crisis del Covid-19 en la economía española. En concreto, sus estimaciones se han construido en torno a tres escenarios:
- El escenario 1 se basa en que la duración del periodo de confinamiento se limita a 8 semanas, tras el que se producirá un rebote de la actividad económica con un relativo control de la crisis sanitaria, y en la efectividad de las medidas económicas para reducir sus consecuencias sobre los hogares y las empresas. El análisis toma como referencia cómo se ha recuperado progresivamente la normalidad en China e introducido medidas de detección de nuevos brotes y casos.
- El escenario 2, a pesar de que limita el periodo de confinamiento a 8 semanas, asume un menor grado de efectividad de las medidas adoptadas por las autoridades para reducir la persistencia de los efectos económicos de la pandemia.
- El escenario 3, el más adverso de los tres, considera que el actual estado de alarma se mantiene durante 12 semanas, al mismo tiempo que se produce un mayor deterioro de la situación económica y financiera de los sectores productivos.
A partir de estos tres escenarios, el Banco de España proyecta sus estimaciones sobre el impacto en términos de crecimiento, empleo, y déficit y deuda pública en 2020, y sus perspectivas de recuperación en 2021.
Escenario 1
La economía española experimentaría una contracción de su PIB de un -6,8% anual en 2020. Por componentes, en la demanda interna se produciría una fuerte caída de la inversión en bienes de equipo de un 33,3%, mientras que la de vivienda caería un 6,9% anual, en línea con el consumo privado (-6,8% anual). Por su parte, en el sector exterior se registraría una disminución de las exportaciones de bienes y servicios de un 13,2% anual, al mismo tiempo que las importaciones de bienes y servicios caerían en mayor grado hasta un 14,5% anual.
En este contexto, la tasa de paro avanzaría hasta un 18,3%, y los niveles de déficit y deuda públicos repuntarían hasta un 7,2% del PIB y un 109,9% del PIB, respectivamente (vs 2,7% del PIB y 95,5% del PIB en 2019). *Nota: Según Eurostat, el déficit público de la economía española ascendió a 2,8% del PIB.
En 2021, la economía española iniciaría su recuperación con un crecimiento de un 5,5% anual, superior al estimado por el FMI de un 4,1% anual, apoyado principalmente por el repunte de las exportaciones de bienes y servicios de hasta un 19% anual, mientras que las importaciones sólo aumentarían un 12,7%. A su vez, la inversión en bienes de equipo se incrementaría en un 4,9% anual, siendo más moderados los incrementos del consumo privado (3,9% anual) y de la inversión en vivienda (3,8% anual). A pesar de ello, la tasa de paro sólo se reduciría a un 17,5% y el déficit público a un 5,2% del PIB, mientras que la deuda pública se mantendría estable en torno a un 109,4% del PIB.
Escenario 2
El PIB español sufriría una caída de un -9,5% anual en 2020, registrándose una fuerte contracción de un 44,2% anual en la inversión de bienes de equipo y de un 10,1% en vivienda. A su vez, el consumo privado registraría un retroceso de un 9,3% anual, frente a un 6,8% anual estimado en el escenario 1. Por su parte, en el sector exterior los retrocesos de las exportaciones e importaciones de bienes y servicios serían de un 16,4% y un 18,4%, respectivamente.
Una coyuntura económica que situaría la tasa de paro en un 20,6%, y los niveles de déficit y deuda públicos en un 8,9% del PIB y un 115,3% del PIB, respectivamente.
En 2021, la economía española experimentaría un repunte del crecimiento de un 6,1% anual, apoyado no sólo en el avance de las de las exportaciones de bienes y servicios, sino también en el significativo incremento de las inversiones de equipo de un 20,5% anual. Sin embargo, se registraría una escasa corrección de los niveles de paro (19,1%) y de deuda pública (114,5% del PIB).
Escenario 3
La economía de nuestro país afrontaría la evolución más adversa, con un retroceso de PIB español de un -12,4% anual, ante la drástica contracción de los componentes de la demanda interna. En concreto, la inversión en bienes de equipo se desplomaría un 57,4% anual, registrándose igualmente significativas caídas en la inversión en vivienda (-13% anual) y en el consumo privado (-11,9% anual). En el caso del sector exterior, la contracción de las exportaciones de bienes y servicios sería 2,6 pp superior a la del escenario 2 (-19% anual), mientras que las importaciones caerían con mayor fuerza (-22,4% anual), lastradas por el deterioro del consumo y de la inversión privada.
En este contexto, la tasa de paro se elevaría hasta un 21,7%, y los niveles de déficit y deuda públicos a un 11% del PIB y un 122,3% del PIB, respectivamente. En 2021, en este escenario el avance del PIB español sería de un 8,5% anual apoyado principalmente por un notable incremento de la inversión en bienes de equipo (42,6% anual) y de las exportaciones de bienes y servicios (22,2% anual). Al mismo tiempo, la tasa de paro retrocedería ligeramente hasta un 19,9% y la deuda pública a un 120,3% del PIB.
En ninguno de estos tres escenarios la economía española lograría recuperar la senda de crecimiento proyectada antes de la crisis del Covid-19. Es decir, a finales de 2022 el PIB español se situaría aproximadamente 3 pp por debajo del nivel estimado por el BdE en diciembre de 2019 en el escenario 1, y de casi 5 pp en los escenarios 2 y 3.
Estimación bajo el análisis de la oferta
La entrada en vigor del estado de alarma con las medidas de confinamiento y paralización temporal de las actividades no esenciales se ha traducido en una fuerte contracción de la producción, especialmente significativa en determinadas ramas del sector servicios. En concreto, según el BdE, cada semana de confinamiento estaría suponiendo una reducción del 100% de la actividad en la hostelería, restauración y ocio, de un 60% en el transporte, y de aproximadamente un 50% en el comercio al por menor y al por mayor.
En el caso de la industria, el descenso de la producción habría sido de al menos un 30%, tomándose como supuesto la pérdida total de la actividad en ramas como la fabricación de vehículos de motor. Por su parte, se considera que la construcción mantiene su funcionamiento con normalidad, salvo en las dos semanas de cese completo de las actividades económicas no esenciales, al igual que el sector primario y el energético.
De ahí que el BdE estime un retroceso del PIB español en el 1T de 2020 de en torno a un 4,7% interanual, concentrándose su mayor impacto en el 2T de 2020, cuya cuantía final lo determinará el número de semanas confinamiento y el ritmo de recuperación de la actividad que se produzca posteriormente. Así, tomando el peso de los sectores en el PIB español y esta metodología como referencia, en los tres escenarios considerados la contracción del crecimiento podría alcanzar un -6,6%, un -8,7% y un -13,6%, respectivamente.
Estímulos fiscales a nivel global
Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), hasta el momento los Gobiernos han adoptado medidas de política fiscal expansiva por valor de 8,5 billones de $ (9,8% del PIB mundial en 2019) para afrontar las consecuencias socioeconómicas de la crisis del Covid-19, en un contexto de recesión global. Sin embargo, con un patrón divergente, ya que los estímulos fiscales han sido superiores en las economías avanzadas a los de las emergentes, lo que deteriorará previsiblemente su cohesión y estabilidad social a corto plazo, principalmente porque cuentan con menor capacidad e instrumentos vinculados al Estado de Bienestar.
En las economías avanzadas, los estímulos fiscales se han diseñado con el objetivo de apoyar sus sistemas sanitarios, evitar la quiebra de empresas, la destrucción de puestos de trabajo y una crisis crediticia, principalmente a través de líneas de financiación y garantías. En concreto, Italia ha destinado aproximadamente un 32% de su PIB en implementar este instrumento, seguida de Alemania (30% del PIB) y Reino Unido (16% del PIB). En el caso de España, éstas han ascendido a un 9,8% del PIB.
Entre los países que ha dado un mayor peso a medidas de gasto público directo destaca EEUU, tras la aprobación de su Congreso de un paquete de apoyo fiscal por valor de 2,2 billones de $, denominado Coronavirus Aid, Relief, and Economic Security (CARES Act), centrado principalmente en medidas de apoyo a familias, desempleos, ayuntamientos y en el retraso de impuestos al sector privado, entre otras medidas. Adicionalmente, ayer se aprobó un plan de 480.000 millones de $ para apoyar a los hospitales y pequeños negocios.
En este contexto, según las proyecciones del Comité de Responsabilidad Fiscal Federal de EEUU (CRFB), los estímulos fiscales, unidos a la caída de la recaudación tributaria, multiplicarían por 4 el déficit público hasta en torno a 4,3 billones de $ en 2020 (aproximadamente un 19% del PIB). En concreto, un 23,2% del total correspondería al déficit previsto en enero de 2020, y un 14% del total a la pérdida de ingresos fiscales, ante la caída de los beneficios empresariales y de la masa salarial. Por su parte, el CRFB prevé que éste se mantenga en torno a un 6% en 2023.
Estados Unidos: mayor peso en la contracción del PIB mundial en 2020
La disrupción del Covid-19 a nivel mundial y las medidas de contención adoptadas por los Gobiernos para frenar su propagación están provocando una drástica reducción de la actividad económica global, especialmente en el sector servicios. Estas circunstancias sin precedentes han llevado al Fondo Monetario Internacional (FMI) a recortar significativamente sus proyecciones de crecimiento para este año. En concreto, proyecta una contracción del PIB global de un 3% anual en 2020 (frente al avance de 3,1% previsto anteriormente), en un escenario condicionado a que el impacto de la crisis sanitaria se concentre en el 2T y que la política económica se diseñe de una manera eficiente, principalmente para evitar la quiebra de empresas, la destrucción de empleo y una crisis financiera.
La actual crisis tendrá un carácter global, estimándose una contracción del PIB de un 6,1% en las economías avanzadas y de un 1% en las emergentes. Por su parte, los países asiáticos emergentes y en desarrollo registrarán una importante reducción en el avance de su PIB, pero previsiblemente no entrarán en terreno negativo, al partir de unas tasas de crecimiento más elevadas en 2019 (5,5% anual). En el caso de China, el FMI estima que su crecimiento del PIB se modere hasta un 1,2% anual, frente al 6,1% el año anterior.
En este escenario, EEUU, principal foco de la pandemia con el mayor número de casos de Covid-19 confirmados actualmente, sufrirá el mayor impacto en términos relativos a nivel global. Tras los datos negativos registrados en el 1T, con fuertes retrocesos de su producción manufacturera en febrero (-6,3% interanual) y de sus ventas minoristas en marzo (-8,7% interanual), y el aumento de las prestaciones de desempleo en más de 26 millones en las últimas 5 semanas, esta evolución negativa se verá acrecentada en un contexto en el que se prevé que la contracción de la actividad se prolongue durante el 2T. En este sentido, su PIB podría retroceder un 40% y su tasa de desempleo alcanzaría el 20% en el próximo trimestre.
Según el FMI, EEUU disminuirá su crecimiento del PIB en 8,2 pp hasta un -5,9% anual en 2020, desde un 2,3% anual en 2019. Así, concentrará un 31,1% del total de la pérdida de PIB mundial este año prevista hasta el momento, frente a su contribución de un 19% al avance del PIB global el año anterior.
Por su parte, las siguientes economías que contribuirían en mayor medida a la contracción del PIB global serían Alemania y Japón, ambas con un peso superior al 7%.
Para 2021, el organismo internacional prevé una significativa recuperación, con una expansión de la economía global de un 5,8% anual, su mayor crecimiento en la serie histórica del FMI desde 1980. En este caso, China aportaría la mayor contribución a la recuperación económica prevista. En concreto, su peso sería de un 29,2% del total del crecimiento mundial, seguida de EEUU (12,8%) e India (10%).
Sin embargo, el
repunte en 2021 no permitirá recuperar la generación de riqueza proyectada
antes de la crisis del Covid-19, produciéndose
una pérdida acumulada de en torno a 9 billones de dólares entre 2020-2021, cifra superior al PIB conjunto
de Alemania y Japón. La
economía global previsiblemente recuperará el crecimiento perdido por la crisis
del Covid-19 en 2022, condicionado a las políticas económicas y reformas
estructurales nacionales, las acciones coordinadas a nivel global,
la colaboración
público-privada y la estabilidad institucional y social.
Impacto del Covid-19 en los precios de las materias primas: El desplome del petróleo
En las últimas semanas los mercados mundiales de materias primas han registrado elevados niveles de volatilidad, reflejando la fuerte contracción de la actividad económica y la gran incertidumbre a nivel global ante la pandemia. Los productores de materias primas no sólo se enfrentan a una fuerte contracción de la demanda, especialmente en los países avanzados, sino también a factores que impactan en su oferta, como las restricciones de transporte, las interrupciones en las cadenas de suministro, y los problemas de almacenamiento.
Todo ello ha desencadenado acusados descensos en sus cotizaciones en lo que va de año, a excepción del oro y del paladio, destacando especialmente la drástica disminución de los precios del petróleo.
Hasta el 23 de abril, la onza de oro, en su condición de activo refugio, acumula una revalorización de un 10,5% desde comienzos de año. No obstante, las expectativas de inflación a la baja, arrastradas por la caída del precio del petróleo, han limitado su recuperación. Por su parte, el precio del paladio aumenta un 0,7% YTD ante su utilidad en industrias clave como la automovilística y la electrónica, su escasez de oferta y sus elevados costes de extracción, convirtiéndose en el metal más caro. En contraste, otros metales preciosos como la plata y el platino, y metales básicos como el aluminio, el zinc, el cobre y el níquel registran caídas de sus precios superiores a un 15%.
Por su parte, los precios de los productos agrícolas retroceden en promedio un 31% YTD, acusando especialmente las restricciones del transporte en sus cadenas de suministro, y arrastrados por la tendencia a la baja de los precios del petróleo.
El mercado petrolero concentra la mayor depreciación entre las principales materias primas, afectado por la fuerte contracción de la demanda por el Covid-19 y el colapso de sus estructuras de almacenamiento ante el fuerte repunte de los inventarios, especialmente en EEUU. Todo ello, con una elevada oferta en el mercado tras la guerra de precios entre Arabia Saudí y Rusia, ya que el acuerdo de la OPEP+ para recortar la producción de 9,7 mbd no entrará en vigor hasta el próximo 1 de mayo, y no surtirá efectos previsiblemente hasta el 3T del año dados los actuales niveles de inventarios.
En este contexto, el lunes 20 de abril el precio del barril de WTI (referencia en EEUU) retrocedió por primera vez en la historia a terreno negativo. En esta sesión sin precedentes, los contratos de futuros con entrega en mayo cerraron en -37,63 $ por barril, condicionados por:
- El aumento de los inventarios de crudo en EEUU
ante la fuerte contracción de la demanda.
- Las petroleras estadounidenses están alcanzando sus máximos de capacidad para almacenar el excedente de producción. En concreto, las reservas de crudo en Cushing, Oklahoma, centro de almacenamiento clave de EEUU y punto de entrega de los contratos de futuros de WTI, han aumentado hasta aproximadamente 60 millones de barriles (capacidad máxima de 80 millones de barriles).
- El contango (diferencia entre el futuro y el precio actual) se ha ampliado significativamente, con el precio del futuro con vencimiento en septiembre cotizando en torno a 27 dólares por barril, ante las expectativas de una progresiva normalización de ciertos sectores de la actividad económica. En este contexto de exceso de oferta, unido a la proximidad del vencimiento de los contratos de futuros, se produjo un desplazamiento de las posiciones con vencimiento el pasado día 21 de abril a contratos con vencimiento en el próximo mes (rollover).
Ante esta situación, para algunos productores puede resultar más rentable a largo plazo pagar por vender su petróleo que paralizar su producción o encontrar un lugar para almacenar el suministro. Además, el creciente exceso de petróleo ha hecho que el espacio de almacenamiento sea escaso y cada vez más caro. En este escenario, el presidente de EEUU, Donald Trump, no descarta adoptar medidas para apoyar al sector del shale oil.
En el caso del Brent, el impacto hasta el momento ha sido relativamente menor, dado que la entrega de los actuales contratos de futuros se producirá en junio, cuando se espera un menor desajuste entre oferta y demanda.
Así, desde comienzos de año el petróleo WTI se ha depreciado en torno a un 70%, mientras que el Brent ha descendido en torno a un 65%.
En este entorno de incertidumbre, no se descartan nuevos recortes de producción en el seno de la OPEP+, especialmente en un escenario en el que se prevé que la contracción de la actividad se prolongue durante el 2T de este año.
Mercados financieros
Entre el 16 y el 23 de abril, los principales mercados financieros globales han moderado sus niveles de volatilidad hacia finales de la semana, tras verse lastrados por la histórica caída del precio del petróleo WTI, que se situó en terreno negativo el pasado día 20. Un hecho sin precedentes explicado por el colapso de sus infraestructuras de almacenamiento, principalmente en EEUU, la proximidad del vencimiento de los contratos de futuros, y un exceso de oferta, unido a una fuerte contracción de su demanda. A su vez, en el mercado de renta variable no han pesado significativamente los negativos datos de los indicadores adelantados preliminares de PMIs de abril y del empleo en EEUU, ante el previsible acuerdo de la UE y los nuevos estímulos fiscales de EEUU. En concreto, una vez cerrados ayer los mercados europeos, la UE anunció la creación de un fondo conjunto de recuperación, por una cuantía que podría alcanzar hasta 2,2 billones de euros, aunque aún no se han concretado sus detalles. Por su parte, en EEUU, también en el día de ayer su Congreso aprobó un plan adicional de 484.000 millones de $ destinados principalmente a hospitales y pequeños negocios, una medida que se une al paquete de estímulos anterior CARES Act (2,2 billones de $).
Hasta el jueves 23 de abril, los mayores repuntes en las principales bolsas europeas se han registrado en Reino Unido (3,5%), Francia (2,3%) y Alemania (2,1%). En el conjunto de la Eurozona, el EuroStoxx 50 se ha revalorizado un 1,4%, superando significativamente al MSCI World (0,5%). Por su parte, el MSCI Emerging Markets ha registrado un avance de un 0,8%, similar al del Nikkei japonés (0,7%). En contraste, el IBEX 35 y el S&P 500 han mostrado un patrón divergente, al registrar ligeros retrocesos de un -0,2% y un -0,1%, respectivamente.
En renta fija, se han producido significativas ventas en el mercado de deuda soberana europea, principalmente en los países del sur de la Eurozona, ante sus perspectivas de fuertes incrementos en sus niveles de déficit y deuda públicos por las políticas fiscales expansivas adoptadas frente al Covid-19. En concreto, en España la TIR del bono a 10 años ha aumentado en 22 pb, hasta un 1,05%, situándose su prima de riesgo en 147 pb. Asimismo, la TIR del Bund alemán ha avanzado 5 pb hasta -0,42%. En contraste, la rentabilidad del bono estadounidense a 10 años ha retrocedido ligeramente hasta un 0,60%, y la del Gilt británico hasta un 0,29%.
En materias primas, la evolución de los precios del petróleo ha registrado un significativo descenso principalmente por la fuerte contracción de la demanda y la saturación de sus infraestructuras de almacenamiento a nivel global, reflejando el repunte de los inventarios. En concreto, el precio del petróleo Brent ha retrocedido un 23,3%, en torno a 21 $ por barril.
Por otro lado, el precio de la onza de oro, actuando como valor refugio, se ha revalorizado ligeramente un 0,7%, hasta 1.730 dólares.
Finalmente, el euro ha registrado una nueva depreciación de un 0,6% frente al dólar, situándose por debajo del umbral de 1,08 dólares por euro (1,078 dólares por euro). En contraste, la divisa europea se ha apreciado un 0,3% frente a la libra esterlina.
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