El gobierno español ha abierto un debate sobre los carburantes que podría acabar con una subida de los impuestos al diésel. Debido a esta medida, pero no sólo por ella —pues ya era una tendencia que se venía produciendo en los últimos años— el mercado de vehículos parece estar abandonando la tradicional dieselización en favor de otro tipo de propulsores, como los de gasolina y los híbridos (y todavía, en una cuantía reducida, los eléctricos puros); pero algunas marcas también están apostando por el gas, un combustible con una buena relación entre rendimiento y precio, que puede dar mucho que hablar en los próximos años.
Qué es el GLP
El GLP, también llamado autogás, es un carburante compuesto por una mezcla de butano y propano. La idea no es nueva, ya en los años sesenta había miles de taxis que funcionaban mediante el combustible suministrado por unas bombonas situadas en el maletero.
Hoy en día también es posible adaptar los vehículos de gasolina a este combustible, si bien es una operación que no es barata (puede rondar los 2.000 euros) y que puede presentar alguna complicación. Además, no es factible para todos los modelos. Por otra parte, muchas marcas ya proporcionan vehículos GLP de fábrica, que en la práctica presenta sistemas bi-fuel (gasolina y gas): Alfa Romeo, Citroën, Dacia, Fiat, Ford, Mercedes, Opel, Renault son algunas de las marcas que lo comercializan.
Aunque en España todavía no está muy extendido, es el combustible alternativo con más vehículos en funcionamiento en el mundo, con más de 20 millones en circulación (ocho de ellos, en Europa). Además de los taxis, también es habitualmente utilizado por vehículos de transporte de mercancías y autobuses.
Qué ventajas ofrece
El gas es un combustible muy eficiente, más incluso que el diésel, hasta un 20%, y hasta un 40% superior a la gasolina. Además, es más barato, con lo que el ahorro puede superar el 50%.
Además del aspecto económico, los vehículos propulsados por gas contaminan menos. Es por ello por lo que está declarado por la Unión Europea como carburante alternativo, que contribuye a reducir las emisiones de efecto invernadero, de óxido de nitrógeno y de partículas en suspensión. Por eso, están catalogados como vehículos ecológicos por la DGT.
La autonomía de estos vehículos es muy elevada. Al tener dos depósitos, uno de gasolina y otro de gas, pueden superar los 1.000 kilómetros sin repostar.
Inconvenientes
Entre los inconvenientes de este combustible, se pueden citar el mayor precio que supone la adquisición de un vehículo de este tipo respecto a su homólogo de gasolina (aunque a larga se pueda compensar gracias al reducido coste por kilómetro recorrido que pueden conseguir), la todavía reducida red de gasolineras que existe en nuestro país (alrededor de 500, frente a más de 11.000 con los combustibles tradicionales), y el aumento de peso y la pérdida de espacio que supone el depósito de gas adicional.
Si se realiza la conversión a partir de otro vehículo, habría que añadir el coste de la adaptación, y las posibles complicaciones que pueda haber si ésta no se realiza adecuadamente.
En cuanto a la mecánica, si bien el gas deja menos depósitos y contribuye a que el aceite esté limpio más tiempo (lo que reduce los costes de mantenimiento), no consigue una lubricación tan buena como los combustibles líquidos, lo que puede provocar un mayor desgaste de las válvulas.
Otras alternativas
Una alternativa similar, que está siendo explotada principalmente por el grupo Volkswagen, es la del GNC (Gas Natural Comprimido). Las ventajas y los inconvenientes son similares a los del GLP: también es ecológico y presenta un buen rendimiento, pero hay pocos sitios en los que repostar (actualmente, incluso menos que en el GLP).