El confinamiento provocado por la pandemia de 2020 ha ampliado el horizonte del teletrabajo. Algunos profesionales freelance se han visto favorecidos por esta nueva situación de las empresas, dado que ya trabajaban de forma autónoma y a distancia. Ahora, este tipo de empleados forman la economía gig, considerada como la base del empleo del futuro.
La economía gig se caracteriza por repartir el trabajo entre empleados en plantilla y empleados freelance, de manera que los gig trabajan por encargo, por proyectos o por tareas terminadas. A las empresas les beneficia este tipo de trabajadores porque no los tiene en plantilla, no debe formarlos y le basta con seleccionar el perfil que necesite cubrir y llegar a un acuerdo para que hagan la tarea para la que se les precisa.
Así, la economía gig se basa en perfiles muy flexibles de trabajadores autónomos que suelen estar muy bien adaptados a las tecnologías ágiles, pues no se desplazan a las oficinas de la empresa, ni siquiera para las reuniones de los proyectos.
Por su parte, los trabajadores gig son independientes a la hora de elegir los proyectos o empresas con los que trabajan y distribuyen su tiempo como prefieren, pues su trabajo no se valora por las horas que pasan en la empresa sino por los resultados que ofrecen. Así, estos nuevos perfiles profesionales pueden permitirse un estilo de vida más flexible y lejos de las ciudades, tal y como ha ocurrido durante la COVID-19.
Gig, una nueva forma de trabajar cada vez más frecuente
Algunos ejemplos de empresas que están enfocadas a la economía gig serían las estadounidenses Uber o Airbnb donde destaca precisamente el uso de las tecnologías: las hace más baratas, pues su plantilla estable es mucho más reducida y las necesidades puntuales se cubren con especialistas de base tecnológica y gran flexibilidad laboral, lo que genera una mayor eficiencia.
En Estados Unidos se estima que un tercio del mercado laboral ya cuenta con habilidades gig que les facultan para este tipo de trabajos en remoto. En España, un reciente estudio de Boston Consulting Group apunta que existen unos 750.000 expertos independientes que podrían ser parte de esta nueva tendencia gig. Su edad media es de 40 años y en algún momento de su vida fueron asalariados en una empresa.
Pero el dato más interesante es que la mayoría de ellos no quiere volver a un empleo tradicional y se decanta por la economía gig porque otorga una mayor libertad para elegir los horarios, conseguir la conciliación familiar o trabajar en remoto.
La economía gig está muy ligada a las oportunidades de teletrabajar, pero obliga a los empleados a ser empresarios autónomos, lo que implica gestionar su trabajo como si fueran una empresa, cuidando desde la parte comercial (lograr nuevos clientes) hasta la parte administrativa (pagar Seguridad Social e impuestos), con unos ingresos variables según los proyectos que consigan y menor estabilidad salarial que un trabajador en nómina.