La mayor parte de los inversores tenemos unas expectativas sobre la rentabilidad que pretendemos obtener con nuestras inversiones. A pesar de la inherente incertidumbre de los mercados, cuando compramos acciones esperamos que éstas se revaloricen con el paso del tiempo y que podamos incrementar el poder adquisitivo de nuestro patrimonio. ¿Pero cuánto tiempo ha de pasar y cuánto se revalorizarán nuestras inversiones?
Hay algunos activos financieros en los que está perfectamente estipulado el retorno que obtendremos y el horizonte temporal. Por ejemplo si compramos emisiones de renta fija sabemos a cuánto asciende el cupón, el interés que se paga y la fecha de vencimiento del bono. Incluso en estos casos sin embargo hay incertidumbre. Siempre existe el riesgo de que el emisor no pueda hacer frente a sus obligaciones de pago.
Por otro lado desconocemos el nivel de inflación que vamos a tener en los próximos años y por tanto, aunque nominalmente nuestro retorno está estipulado, la `rentabilidad real´ de nuestra inversión puede variar y hacer que nuestro poder adquisitivo se vea afectado.
Ante tanta incertidumbre, ¿cómo es que la mayor parte de los inversores tienen una idea preestablecida de cuál va a ser su retorno?
Observación de tendencias frente a observaciones estadísticas
A las personas se nos da muy bien extrapolar y proyectar tendencias. Creemos que las cosas van a seguir como de costumbre. Cuando observamos un patrón que se repite, esperamos que siga repitiéndose. Hasta que deja de hacerlo. Cuando la bolsa ha subido un 15% anual durante 3 años seguidos, muchos inversores inexpertos piensan que seguirá subiendo un 15% todos los años. Esta dinámica es una de las razones por las que se experimentan ciclos y burbujas bursátiles. Incluso algunos inversores más avanzados caen en este tipo de razonamiento. La confianza en la evolución de los mercados viene en parte determinada por sus resultados recientes.
La realidad es que no es fácil discernir cuando algo va a revertir a la media o cuando algo supone un cambio permanente. El legendario inversor John Templeton es recordado por decir “Las cuatro palabras más peligrosas en el mundo de las inversiones son: Esta vez será diferente”. Sin embargo con la llegada de los automóviles a principios del S.XX, aquellos inversores que pensaron que la crisis en la venta de caballos era pasajera, probablemente perdieron mucho dinero.
Una información que siempre se suele dar sobre cualquier activo financiero es la rentabilidad experimentada en el último periodo. Sin embargo, siempre se añade el aviso de rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras.
Otra forma de crear una expectativa sobre nuestro posible retorno es mirar no sólo el pasado reciente sino observar períodos más largos y suponer que tras tomar en cuenta la naturaleza cíclica de los mercados, nuestra expectativa razonable de retorno debería de coincidir con las medias históricas. Por supuesto esto no nos lleva a ninguna certeza. En el mundo económico es difícil establecer certezas. Pero sí que nos proporciona una expectativa razonable.
Observando mercados con más historia como el norteamericano podemos resumir las siguientes estadísticas (para el periodo 1927-2015):
- Media histórica de rentabilidad del S&P500 alrededor de 10%
- Un tercio de los años la rentabilidad del S&P500 ha sido negativa
- Un tercio de los años la rentabilidad del S&P500 ha sido de entre 0 y 20%
- Un tercio de los años la rentabilidad del S&P500 ha sido superior a 20%
(Fuente: Global Financial Data)
Lo normal no es lo estadísticamente más frecuente.
Estas estadísticas nos ayudan a comprender un fenómeno un poco contraintuitivo. Vemos que la rentabilidad media es 10%. En este sentido esta rentabilidad es lo que muchos inversores consideran “normal”. Sin embargo la paradoja es dos de cada tres veces, la rentabilidad ni siquiera se sitúa en el rango de 0 a +20%.
Conclusión
Aunque las observaciones históricas nos ayudan a forjar unas expectativas razonables, como inversores debemos de aceptar la incertidumbre propia de los mercados. Cuanto más a largo plazo pensemos, más probable es que los resultados se acerquen a la media histórica. Una perspectiva a largo plazo junto con una buena diversificación pueden ser herramientas útiles para una inversión sensata.