El invierno ya está aquí en todo su esplendor. El tiempo característico de estas fechas ya ha llegado pisando fuerte. En los próximos meses viviremos el peor tiempo meteorológico del año, lo que invita irremediablemente a quedarse en casa calentitos. Pero esto no exime de gastos, porque quedarse en casa ya no es sinónimo de ahorrar.
Antes, cuando las tecnologías no habían explotado e Internet era solo una quimera, había muchas menos distracciones en el hogar que nos podían hacer gastar dinero. Pero ahora tenemos un mundo de posibilidades -y gasto- al alcance de la mano, y los aburridos días de invierno en el sofá son toda una tentación.
Por eso vamos a repasar las cosas en las que más gastamos durante los meses de frío casi sin darnos cuenta, y en las que podemos ahorrar poniendo un poco de atención y de lógica.
Ahorra en casa sin esfuerzo
Lo que caracteriza a este tipo de gastos más habituales del otoño es que incurrimos en ellos sin darnos cuenta, ya que normalmente suceden sin salir de casa. El principal y más básico es la calefacción. Cuando bajan las temperaturas nos apresuramos a encender la calefacción para no pasar frío, algo que es totalmente lógico y entendible. El problema es que no nos medimos.
Queremos estar en casa en manga corta y eso en invierno no puede ser, por mucho que nos apetezca. La temperatura recomendada en el hogar en estos meses no debe estar por encima de los 20º, ya no solo por temas financieros, sino también por nuestra salud. Si hace mucho calor dentro, en cuanto salgamos a la calle el contraste con la temperatura exterior nos puede hacer enfermar.
Por ello, es importante mantener la calefacción controlada. Y hay formas de hacerlo sin pasar frío. Por ejemplo, cerrando bien persianas y ventanas cuando cae la noche, para que el frío no traspase los cristales. Otra buena fórmula es poner alfombras en las habitaciones principales, porque así se aleja el frío del suelo. Igualmente, ajustando la calefacción a unos 19º o 20º la casa se mantendrá caldeada y se gastará mucho menos que alternando picos de temperaturas altas y bajas.
Otra tentación que tiene el otoño -y la pereza- es la de pedir comida a domicilio. Aunque el tiempo nos eche para atrás a la hora de salir, es muy cómodo pedir que nos traigan a casa la cena hecha. Sobre todo gracias a las diversas plataformas que ahora nos acercan cualquier tipo de cosa. Y este hábito supone un gasto otoñal extra que se puede evitar fácilmente.
No se trata de no recurrir a ello nunca, pero sí de no caer cada noche en la tentación. Por lo tanto, es recomendable acudir al supermercado al menos una vez por semana y hacernos con todos los productos que vayamos a necesitar. Y que, además, sean perecederos. ¿Por qué? Porque de este modo nos veremos ‘obligados’ a gastarlos antes de que se pongan malos, y eso nos evitará tener que pedir la comida.
Además, si durante el fin de semana preparamos algunos platos básicos y sanos que se puedan congelar para el resto de días, solo tendremos que meter la cena el microondas y no hará falta gastar dinero de más. Otra opción es fijarse solo un día de la semana para pedir a domicilio, de este modo tendremos asegurada una ‘recompensa’ a nuestro comedimiento del resto de días.
Internet, la gran amenaza para nuestro bolsillo
Como decíamos, las tecnologías son las que más nos hacen gastar sin bajarnos del sofá, por eso hay que mantener los dispositivos a raya. Por ejemplo, fijando una hora límite para utilizarlos al llegar a casa. Así, además de evitar realizar compras innecesarias a través de la red, nos centraremos en hacer más cosas en familia o leyendo, viendo alguna película o serie o, por ejemplo, cocinando.
Igualmente, el hecho de que el mal tiempo nos ‘retenga’ en casa también favorece que nos suscribamos a muchos servicios para asegurarnos estar entretenidos. Plataformas de televisión en streaming, la suscripción al fútbol… Multitud de servicios que cada mes suman nuevos gastos y que, en la mayoría de las ocasiones, no aprovechamos. Piénsalo bien antes de apuntarte a alguna plataforma de este tipo y, si crees de que no la usas, da el servicio de baja. No pienses en el “por si acaso…”, porque eso puede acabar haciendo un agujero importante en tu bolsillo.
Por último, el cambio de armario. Cambiar la ropa del verano a la del otoño nos crea un montón de nuevas necesidades que, probablemente, no tenemos. Por ello, antes de empezar a comprar ropa a destajo, conviene hacer una limpieza profunda del vestidor y ver qué se puede seguir utilizando y qué no. Porque a veces compramos cosas que luego descubrimos que ya teníamos guardadas. Aunque estas limpiezas de armario dan bastante pereza, tu cuenta corriente lo agradecerá.