Existe un batiburrillo de siglas en torno a la Inversión Sostenible que lo único que ha conseguido es despistar al público. Detrás de abreviaturas como ISR (Inversión Socialmente Responsable), ESG (o ASG en castellano: Ambiental, Social, Gobierno) o RSC (Responsabilidad Social Corporativa) se esconde una idea común, que es la de conseguir vivir en un mundo cada vez mejor.
Este enfoque de inversión trata de influir en las empresas, empujarlas a realizar buenas prácticas e incluir en las carteras a las que más contribuyen al medio ambiente, a la sociedad y al buen gobierno corporativo.
La Inversión Sostenible lleva tiempo implantada en entornos profesionales como compañías aseguradoras o inversores institucionales, pero es ahora cuando el inversor de a pie empieza a conocer este mundo.
Aunque se le ha tildado en innumerables ocasiones de moda pasajera, todo indica que ha venido para quedarse. Los inversores se sienten muy identificados con este criterio y saben apreciar el valor añadido que ofrece. Además, las nuevas generaciones están cada vez más convencidas de que la inversión es una herramienta más para poder cambiar el mundo.
Sostenibilidad vs Rentabilidad
Además de poder colaborar invirtiendo, son muchas las voces y los estudios que indican que las empresas que cumplen los criterios ESG pueden a llegar a ser incluso más rentables. Es un concepto complicado de explicar, ya que cuesta pensar que, por ejemplo, una empresa que sea más escrupulosa que otra en lo que a condiciones laborales se refiere, sea más rentable.
Sin embargo, hay factores que puede ayudar a convencernos, como el hecho de que estas empresas sean capaces de financiase más barato, de atraer más clientes y empleados con talento, o evitar el riesgo reputacional asociado a multas o escándalos de corrupción. De haberse tomado más en serio estos criterios, hubiera sido más difícil haber visto casos como la quiebra de Enron (2001), el vertido de petróleo de BP en el Golfo de México (2010) o el dieselgate de Volkswagen (2015).
¿Cómo es el proceso de inversión?
Antes de adentrarnos en la materia, conviene aclarar que Inversión Sostenible NO es Inversión ética, que en este caso sí prioriza un retorno moral sobre uno financiero.
Hay diversas maneras de invertir de manera sostenible:
1.La más intuitiva es el método de la Exclusión, que consiste en excluir a aquellas empresas pertenecientes a sectores controvertidos como el de la fabricación de armas, el tabaco o la energía nuclear. El problema de este enfoque es que por mucho que nosotros dejemos de apostar por ellas, siempre habrá alguien que lo haga, de manera que van a seguir existiendo.
2. Este inconveniente lo corrige al menos parcialmente el que probablemente sea el modo más extendido de Inversión Sostenible, que es la aplicación de Criterios ESG. Estas siglas introducen factores ambientales, sociales y de buen gobierno a la hora de analizar y seleccionar los valores para una cartera. De esta forma, se eligen a las empresas de cada sector (sin excluir ninguno) que mejor estén aplicando dichos criterios ESG.
3. En último lugar podríamos hablar de la inversión en Impacto, que es un concepto algo más extenso dentro del cual están determinadas actuaciones de filantropía o de Active Ownership, que es una manera de influir en las empresas ejerciendo los derechos de voto que tienen los accionistas. Dentro de este apartado podemos encontrar también los denominados fondos temáticos que basan su cartera es una materia en particular como pueda ser el cambio climático o la escasez del agua, por poner algunos ejemplos.
¿Cómo puede un particular invertir de manera sostenible?
Llevar a cabo esta filosofía sostenible en nuestra propia cartera de acciones puede llegar a ser complicado. Para ello es necesario saber qué empresas son más sostenibles, algo que estudian proveedores como Sustainalytics, que se dedican a valorar la sostenibilidad de compañías cotizadas, u otras que incluyen empresas sostenibles en índices como el FTSE4Good Ibex, o el Dow Jones Sustainability Index, por citar algunos.
Cada vez son más las gestoras de fondos de inversión que se encargan de estudiar el cumplimiento de los criterios ESG de las empresas en las que invierten, con lo que consiguen facilitarle el trabajo a los inversores. De esta manera, los fondos invierten en activos de empresas que cumplen con los criterios ESG y los partícipes se aprovechan de las ya conocidas ventajas de los fondos de inversión, como su diversificación y su fiscalidad.
Sin embargo, todavía son pocos los fondos de inversión que tienen un Mandato de Sostenibilidad como tal. Para el resto de fondos hay empresas como Morningstar que empiezan a otorgarle puntuaciones según su grado de sostenibilidad.
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