Si te resulta muy difícil ahorrar y no acabas de dar el paso para invertir, no te culpes demasiado, hay sesgos cognitivos que te están llevando por el mal camino. Un toque de atención, un empujoncito, te bastará para tomar mejor tus decisiones económicas.
La economía conductual, necesaria para detectar errores de percepción económica
Las decisiones económicas siempre conllevan inseguridad. Es lógico, porque equivocarse puede implicar perder el dinero que tanto esfuerzo nos cuesta conseguir. En este punto la economía conductual tiene mucho que decir, porque si comprendemos por qué el ser humano actúa como actúa con su dinero, podremos detectar y esquivar posibles errores de interpretación de la realidad económica.
Si es la primera vez que lees sobre Behavioural Economics o economía conductual, te resumimos que se trata de una rama de la economía que combina técnicas de psicología y neurociencia para completar y actualizar las conclusiones de los modelos económicos clásicos. Concretamente estudia el mecanismo de toma decisiones económicas y los sesgos cognitivos: una decisión que parece acertada a primera vista, no lo es, sino que ha sido influenciada por la percepción y por la experiencia previa de quien la toma.
Todo parte del trabajo de Daniel Kahneman y Amos Tversky, cuya primera obra sobre economía conductual es “Teoría prospectiva: un análisis de la decisión bajo riesgo”, de 1979.
Y, en la actualidad, uno de sus máximos exponentes es el economista estadounidense Richard H. Thaler quien ya había colaborado en los setenta con Kahneman y Tversky, en sus investigaciones en la Universidad de Stanford.
Más de cuarenta años de dedicación e innumerables aportaciones a la economía conductual, bien justifican el Premio Nobel de Economía con el que fue galardonado Thaler en 2017, cuando trabajaba como profesor de la prestigiosa Escuela de Negocios Booth, de la Universidad de Chicago.
Un empujoncito, necesario para tomar la decisión acertada
Una de las obras fundamentales para el reconocimiento internacional de Thaler fue “Nudge: improving decisions about Health, Wealth and Happiness”, coescrito con Cass Sunstein en 2008 y traducido al castellano como “Un pequeño empujón: el impulso que necesitas para tomar las mejores decisiones en salud, dinero y felicidad”.
A lo largo de la vida las personas se equivocan al decidir sobre salud, finanzas, educación, etc. Para evitar estos errores trascendentales, Thaler y Sunstein proponen que la población reciba un nudge, un pequeño empujón o un impulso, para tomar la decisión correcta.
Se refieren a un paternalismo libertario, donde una entidad superior (el Estado) permite al ciudadano tener una visión más amplia, para que actúe con más conocimiento, reduciendo así los sesgos cognitivos. En palabras de Thaler, el mundo está lleno de “arquitectos” que influyen en las elecciones y tienen la responsabilidad de dar al ciudadano empujoncitos para compensar el error de percepción humano. Se trata de diseñar políticas y estrategias que ayuden a las personas (con una voluntad viciada, con sesgos cognitivos) a tomar decisiones correctas, pero sin interferir en su libertad para elegir racionalmente.
Por muy anecdótico que pueda parecer el término empujoncito, los nudges son utilizados actualmente por multitud de países. Por ejemplo, los gobiernos de Reino Unido, Alemania y Estados Unidos tienen equipos de trabajo que los asesoran sobre las tendencias y comportamientos de sus habitantes. Fue pionero el gobierno de Obama, nombrando a Cass Sunstein como director de la Oficina de Información y Asuntos Regulatorios del gobierno de Estados Unidos en 2009. El gobierno de coalición de Cameron y Clegg, en Reino Unido, también creó en 2010 su “unidad de empujoncitos” o nudge unit, oficialmente denominada Behavioural Insights Team.
Un empujoncito es lo que te falta para ahorrar y empezar a invertir
Tan solo necesitas un empujoncito para escapar de los principales sesgos cognitivos que te impiden ahorrar e invertir: el sesgo del presente y la aversión a la pérdida.
El cerebro humano es procrastinador por naturaleza. Priorizamos las decisiones que nos llevan a obtener una satisfacción más inmediata. En otras palabras, primero decidimos sobre lo que es más fácil y probable que nos reporte satisfacción; y posponemos las decisiones más incómodas y complicadas.
El sesgo del presente, por tanto, nos lleva a buscar inconscientemente un buen resultado hoy, obviando un posible mejor resultado mañana. Y es letal para el ahorro, especialmente a largo plazo:
Imagina que tienes 1.000 euros disponibles en la cuenta. Las tentaciones para gastarlos son casi infinitas. Lo más cómodo es no pensar en el futuro y gastarlos rápidamente en algo que te guste, que te reporte satisfacción hoy. Lo complicado es pausar esa compra, y pensar que esos 1.000 euros, ahorrados e invertidos, te podrían reportar mayor satisfacción en el futuro, cuando te sirvan para alcanzar algún objetivo de ahorro: un coche, un viaje, educar a tus hijos, complementar tu pensión, etc.
Por otra parte, el sesgo de la aversión a la pérdida te incita a dejar tus ahorros sin rentabilidad, sabiendo que pierden valor por la inflación, en vez de asumir el riesgo de invertirlos y obtener más rentabilidad. Así lo postulaban Kahneman y Tversky, cuando afirmaban que las personas no quieren asumir riesgo alguno para obtener ganancias, pero en cambio, sí que aceptan riesgo de obtener pérdidas. Como ejemplo, dos escenarios:
- 100% de probabilidad de perder 80 euros.
- 80% de probabilidad de perder 100 euros, y 20% de perder 0 euros.
La mayoría elige la segunda opción, es decir, arriesga más solo porque hay una pequeña probabilidad de no perder, aunque implique perder más dinero (100 euros en vez de 80).
Aplicando la teoría del empujoncito de Thaler a tu economía personal y familiar, en Self Bank te recordamos a diario por qué es necesario que controles bien tu entorno económico. Sin agobios, de forma sencilla, puedes tener supervisada tu situación económica: tan solo conocer bien tus ingresos y ajustar tus gastos para maximizar el ahorro.
Pero es que maximizar el ahorro no es dejar el dinero quieto en la cuenta. Porque hay períodos, como el actual, en que los tipos de interés tan bajos no permiten rendimientos de las cuentas de ahorro. Vivimos tiempos en los que nos toca luchar contra la inflación, porque si los bienes que tus ahorros pueden comprar son más caros cada año, tus ahorros también deberían crecer cada año. No hacerlo, no sería ahorrar, sino dejar que tu dinero pierda valor poco a poco.
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