Una de las cuestiones que no nos cansaremos de repetir, por la importancia que tiene, es que te hagas cargo de tus finanzas. La diferencia entre hacerlo y no hacerlo puede ser enorme.
¿Te has preguntado alguna vez por qué a algunas personas les cunde el dinero más que a otras? La diferencia no está en el grado de tacañería (bueno, tienes razón, puede que en algún caso sí), sino en la buena o mala gestión de su dinero que hace cada uno.
Ventajas y beneficios de gestionar tus finanzas
Gestionar tus finanzas tiene un montón de ventajas, y un pequeño inconveniente: tienes que ponerte a ello, dedicarle un poco de tiempo. Eso sí, los beneficios que se obtienen son mucho mayores:
- Comienzas a ser consciente de a dónde va a parar tu dinero: a veces parece cosa de magia, pero el dinero se nos puede ir en multitud de pequeños gastos (tabaco, golosinas, revistas, cafés, etcétera).
En otros casos, no contar con un presupuesto de gastos personal nos lleva a gastar lo que más adelante nos va a hacer falta (por ejemplo, nos vence el seguro del coche dentro de dos meses).
- Puedes planificar tu ahorro: una vez que sabes adónde va tu dinero, puedes planificar y dedicar una parte al ahorro, lo cual te permitirá tener más tranquilidad y obtener una rentabilidad.
- Disfrutas de más tranquilidad: puedes crear un fondo de emergencia, que no es ni más ni menos que un importe que tendrás disponible para cualquier imprevisto, e independiente de las inversiones o de los gastos corrientes que puedas tener (por ejemplo, una multa, un accidente, una derrama de la comunidad…).
Lo mejor para crearlo es destinar un porcentaje mensual de los ingresos (como orientación, un 10%) y mantenerlo en una cuenta corriente aislada del resto de los gastos.
- Obtienes un rendimiento: si gestionas tus finanzas, puedes conseguir una rentabilidad por tu dinero, al menos igual a la inflación. Recuerda, debajo del colchón es el lugar más seguro para perder tu dinero poco a poco.
- Puedes alcanzar la libertad financiera: si desarrollas un buen sistema de ingresos pasivos, quizás logres alcanzar esta situación, en la que puedes vivir sin trabajar, ya que el patrimonio que tienes te proporciona el suficiente rendimiento para hacerlo.
Qué tipo de inversor o ahorrador soy
Dependiendo de cómo gestionemos nuestras finanzas, podemos establecer una escala, de menor a mayor competencia financiera:
Money loser
Serían aquellas personas que buscan la seguridad ante todo (muchas veces, mal entendida), que no cambian de banco, aunque este no les trate bien, y que no se preocupan por aprender acerca de las finanzas ni por gestionar las suyas propias. En definitiva, un vago financiero, que tiene todas las papeletas para perder dinero.
Lazy saver
Sería un ahorrador vago. Se preocupa un poco más que el money loser, pero busca la sencillez, sóoo ahorra si le resulta fácil, no lo busca conscientemente y con esfuerzo.
Smart saver
Es una persona inquieta, a la que le gusta informarse y comparar, antes de tomar sus decisiones. Busca cierta autonomía, aunque agradece la asesoría (en este punto, sería conveniente distinguir entre la asesoría interesada, encaminada a “colocar” un producto, y la verdadera asesoría).
Shy investor
O inversor tímido. Es un paso más, sería un smart saver que ha ampliado sus conocimientos y comienza a hacer sus pinitos en el mundo de la inversión. No solo agradece la asesoría, sino que la busca activamente, puesto que quiere obtener una rentabilidad.
Smart investor
El inversor inteligente está concienciado de la importancia del ahorro, es un buen conocedor de las distintas alternativas de ahorro e inversión, y exige información. Por ello, la asesoría que se le proporcione debe ser muy cualificada.
Expert investor
El inversor experto estaría en lo más alto de esta escala. Puede ser un profesional, con elevados conocimientos de diversos productos, de análisis técnico y fundamental, muy al día en las novedades financieras que van surgiendo, y con un elevado grado de exigencia.
Qué opciones de inversión y ahorro me ofrece el mercado
Existen multitud de alternativas de inversión. A la hora de invertir, es bueno fijarse en dos aspectos:
El binomio riesgo-rentabilidad: en general, estas dos variables van de la mano, de manera que, a mayor riesgo, mayor rentabilidad, y viceversa. Por eso, dependiendo de tus conocimientos y del grado de aversión al riesgo que tengas, te decantarás por un tipo de inversión u otro.
La diversificación: es una de las claves de la inversión, la cuestión es cómo diversificar.
Dentro de los productos de ahorro-inversión, los hay adecuados para todos los perfiles, como los depósitos, los fondos de inversión, los planes de pensiones, etcétera, y hay otros para los cuales se requiere cierto grado de conocimiento, como la deuda corporativa (la que emiten las empresas), o la Bolsa (si lo deseas, mira nuestra infografía sobre productos de inversión, para verlo más claro).
Cómo aprender a gestionar las finanzas personales
Hoy en día, los planes de estudios ya contemplan diversas asignaturas sobre economía, de manera que los jóvenes ya empiezan a entender algunos conceptos que les serán útiles en el futuro. Pero muchos adultos no hemos podido disfrutar de esta formación.
En cualquier caso, las finanzas personales es una materia a la cual todos nos debemos enfrentar en el día a día, queramos o no. Por ello, contar con la máxima formación e información nos resultará de mucha utilidad.
Para empezar, dedícale tiempo, es una inversión que vale la pena. En este mismo blog encontrarás información sobre diferentes aspectos para gestionar tus finanzas de manera más adecuada.
Realiza algún curso. A medida que avances en el conocimiento de diversas herramientas, posiblemente te venga bien profundizar más, para convertirte en un smart investor.
Además, algunos libros sobre finanzas personales pueden ayudarte en esta tarea, los hay desde niveles básicos hasta otros más avanzados.
Busca activamente asesoramiento, y aprende de los expertos. No dudes en realizar las preguntas que necesites para entender bien las cosas (como se suele decir, ¡nadie nace enseñado!).