En España gusta el refrán. Sale de dentro. No somos conscientes de cuántos conocemos hasta que en una conversación cualquiera llega el instante más preciso para sentenciar con uno. Dónde lo aprendimos, de quién lo escuchamos, no siempre es fácil recordarlo, pero están ahí, en un compartimento del cerebro, siempre a mano, esperando su momento.
Somos un país rico en refranes. Se cree que unos cien mil en lengua castellana. Algunos caen en desuso, otros son más frecuentes en algunas regiones. Viajan por la geografía nacional y acaban siendo vocalizados en situaciones inesperadas para, eso sí, puntualizar a la perfección conversaciones sobre cualquier asunto.
De enero a enero, la lotería para el lotero
Aunque a lo largo del año son muchos los aficionados a los sorteos, el extraordinario de Lotería de Navidad es el que más jugamos los españoles (sobre el 70% de la población) y en el que más gastamos de media. En 2019, cada persona se jugaba 68,48 euros en este sorteo. La estimación de gasto que realiza Loterías y Apuestas del Estado refleja un mayor interés cada año, hasta llegar al de la pandemia.
Pero el resto de meses seguimos jugando a la suerte. Ya en 2015, sin contar el auge posterior de las apuestas electrónicas, un estudio de la OCU estimaba en unos 450 euros el gasto medio anual en juegos de azar (muestra de 1.152 personas de entre 18 y 74 años).
El afán por la suerte y el poderoso caballero —que es Don Dinero —, queda patente en esa conciencia común española que representa el refranero. Son innumerables los dichos que, de una forma u otra, condensan ese sentir popular con profusa sabiduría y una dosis de sorna. Y otros tantos con los que un puñado de palabras sobra para devolvernos rápidamente a la realidad, que para ganarse el pan, hay que trabajar, o recurriendo de nuevo al refranario: en esta vida caduca, el que no trabaja no manduca.
El trabajo y la economía son la mejor lotería
Aunque hombre refranero, hombre de poco dinero, ciertamente todos llevamos dentro un paremiólogo que aflora cuando se trata de sentenciar sobre términos económicos.
Pasará Navidad y el Niño y entonces dispondremos que el trabajo y la economía son la mejor lotería, porque el ojo del amo engorda al caballo y porque nadie da duros por cuatro pesetas, si bien, es verdad que, aunque te rompas el cuero, sin suerte no harás dinero.
Ese saber popular no pasa de fecha, y bien coincide con la narrativa que defendemos en este blog de Singular Bank. Vivir implica asumir gastos diarios, que costeamos con los ingresos generados por el trabajo, pero también hay que guardar para afrontar posibles desembolsos futuros o épocas de menores ingresos.
Así que, si quieres que el dinero no falte, el primero no lo gastes y es que, sin llegar a ser tacaños —no hay mejor ahorrar, que poco gastar—, ahorrar no es sólo guardar, sino saber gastar. Dejarnos llevar por el consumo descomedido, sin mantener un equilibrio financiero, nos guía por mal camino. No solo es trabajar, ingresar, y gastar, sino caminar por la senda del ahorro sin salirnos de ella (quien trabaja principia bien, quien ahorra termina mejor), preocupándonos por la economía personal y la familiar pues, al fin y al cabo, la economía es riqueza como el derroche, pobreza.