El fenómeno de la globalización no sólo afecta a nuestras inversiones y a los mercados. Las influencias culturales entre mundos aparentemente muy lejanos son cada vez más frecuentes. No es nada nuevo que en occidente mucha gente tenga interés por la cultura asiática, y en concreto por la japonesa.
Son bastantes los que estudian japonés, bien por su afición al manga o al anime, o bien simplemente por admiración hacia su cultura. Un dato que llama la atención a muchos es que Japón es el país con la esperanza de vida más alta.
Por ello, hay multitud de obras literarias que tratan de descubrir el secreto de esa longevidad y cuáles son los puntos en común que hacen que los habitantes del país nipón tengan una vida más duradera. Se ha estudiado la alimentación, los hábitos, los factores ambientales, etc.
Vamos a ver en qué consiste uno de esos factores a menudo desconocido: el Ikigai.
Qué es el Ikigai
La palabra japonesa ikigai se compone de dos vocablos: iki, que se refiere a la vida, y kai, unido es “la realización de lo que uno espera y desea”.
Aunque la traducción puede ser buscar la felicidad, no es del todo exacta. Japón no se encuentra en el top50 de países cuyos habitantes son más felices, por tanto si el término proviene de Japón, no puede vincularse directamente a ello.
Fuente: World Economic Forum
Más que la felicidad, es buscar qué nos motiva cada mañana para iniciar un nuevo día.
Aunque a menudo se relaciona directamente con la vida laboral, es un concepto mucho más amplio, que abarca toda nuestra realidad. De hecho, en Japón menos del 30% de los encuestados considera como su Ikigai el trabajo que desarrollan.
En Japón es muy habitual ver a muchos ancianos seguir trabajando hasta sus últimos días, algo que nos choca a los occidentales, y eso está íntimamente relacionado con ese concepto. Hay un factor económico (las pensiones son muy bajas), pero también de realización personal, ya que en esa cultura la vida de jubilado no se entendería en base a estas ideas de realización vital.
Ikigai en la práctica
Hay 4 conceptos que son básicos para establecer el Ikigai, siendo además un proceso que puede ser gradual. Habrá gente que lo descubra a una temprana edad, y otros necesitarán muchos años para llegar a encontrarlo.
Las 4 patas maestras del Ikigai son:
Pasión
Cada uno de nosotros sabe qué es de lo que realmente disfruta. Habrá gente que disfrute haciendo colecciones, otros haciendo deportes de montaña, y así hasta el infinito.
Vocación
Relacionado con el anterior, aquí deberemos descubrir en qué somos buenos. No basta con disfrutar jugando a fútbol si no tenemos cualidades para practicarlo.
Misión
Qué necesita la sociedad, es decir, qué podemos aportar al bien común. Al final, necesitamos como seres humanos sentir que lo que realizamos tiene una utilidad. Eso podemos verlo claramente en casos de profesiones que tengan una marcada vocación de servicio.
Profesión
Por último, todo lo anterior está muy bien, pero además alguien tiene que pagarnos por ello para poder vivir. De lo contrario, sucede que mucha gente trabaja en profesiones que no le gustan, por tanto, no son su Ikigai, simplemente para obtener un ingreso que les permita realizar aquello en lo que realmente disfrutan.
Cómo alcanzar el Ikigai
No hay una única forma de conseguirlo. Cada vez más, vemos que las generaciones más jóvenes dan mayor importancia al tiempo libre y a la vocación para decidir su futuro laboral. Eso sucede cada vez más en Japón, donde proliferan los minijobs, algo que no sucedía en el pasado, cuando todo el mundo quería entrar a trabajar en una multinacional.
Ahora, en cambio, incluso en Japón muchos jóvenes prefieren un trabajo a tiempo parcial para dedicar la mayor parte de su tiempo a lo que les gusta.
Aunque hay gente que trata de ejercer profesiones que tengan las 4 patas del Ikigai, no es el único camino para lograrlo. Es perfectamente posible que alguien lo logre en un trabajo de oficina que no le llene, pero que sin embargo participe de otras actividades como puede ser una ong o colaborar con otros, para complementarlo y completarlo.
De todos modos, el plantearse el sentido de la vida es algo propio de sociedades occidentales avanzadas. En países menos desarrollados las preocupaciones principales consisten en cubrir sus necesidades básicas, algo que se comprueba con unos índices de felicidad superiores en países supuestamente menos desarrollados comparado con nosotros.