El debate sobre cuál debería ser el huso horario español viene de lejos. El huso vigente en España (excepto en Canarias) es el mismo que en Francia o en Alemania, cuando, en principio, le correspondería una hora menos. De ser así, coincidiríamos con los países de Europa Occidental, como Reino Unido y Portugal (en España, el Meridiano de Greenwich pasa por Aragón y por la Comunidad Valenciana).
¿Cómo se establecen los horarios del mundo?
Antiguamente, la hora de referencia partía del Meridiano de Greenwich, por eso se denominaba GMT (Greenwich Mean Time u Hora Media de Greenwich). Este sistema se basaba en la hora solar, de manera que el horario de Greenwich (y a partir de ahí, el del resto del mundo) se establecía a partir de la media noche de esa localidad inglesa. Este sistema no proporcionaba una hora totalmente precisa, ya que se basaba en el movimiento del Sol, de manera que posteriormente se adoptó el sistema UTC (Tiempo Universal Coordinado o Universal Time Coordinated, en inglés), que también establece las horas a partir de Greenwich, pero está basado en un sistema mucho más exacto, mediante relojes atómicos.
A partir del Meridiano de Greenwich, se divide el mundo en 24 husos horarios, de manera que a cada uno le corresponden 15 grados de la circunferencia (360 entre 24). Cada 15 grados hacia el Este es una hora más, y los países ubican su horario en función de la cercanía al huso correspondiente. Algunos estados muy extensos, como Estados Unidos, Canadá o Rusia, cuentan con varios husos horarios, de la misma manera que la hora canaria es una menos que en la Península y Baleares (por el contrario, en China tienen una política de hora única para todo el territorio, a pesar de su vasta extensión).
¿Por qué tenemos los relojes adelantados una hora?
Aunque algunos podrían pensar que es para establecer una mayor coordinación con la Unión Europea (al tener la misma hora que Bruselas, París o Berlín), lo cierto es que el establecimiento de este horario es muy anterior a la entrada en la Comunidad Económica Europea (1 de enero de 1986).
Antiguamente, España se regía por el horario del Meridiano de Greenwich, pero esto fue modificado por Franco en 1942, adoptando el horario de Alemania, su aliado en aquella época. Esta medida, que también fue adoptada por otros países europeos en aquellos años, fue tomada para una mayor coordinación con sus aliados (aunque estos lo hicieron provisionalmente, mientras que en España se ha mantenido en el tiempo, hasta nuestros días).
El (presunto) ahorro del cambio de hora
Aparte de la hora que corresponde según el huso horario, hay que tener en cuenta el aprovechamiento de la luz solar. Las doce del mediodía, según la hora solar, se corresponden con el momento en el que el astro rey está en su punto más elevado. Sin embargo, la hora oficial está adelantada respecto a ésta, de manera que en invierno está una hora por delante (las doce, hora solar, equivaldrían a las 13:00 o la una del mediodía, según el horario oficial) y en verano dos horas (serían las 14:00). Para ser más exactos, sobre este cálculo habría que hacer una corrección en función de la distancia al Meridiano de Greenwich.
Ya en 1784, Benjamin Franklin se dio cuenta de que en verano se despertaba cuando el sol proporcionaba ya una buena iluminación, por lo que intuyó el ahorro que se podría conseguir adelantando una hora. Alemania adoptó el horario de verano en 1916, y Estados Unidos en 1918. En 1981 se generalizó en toda Europa, y a partir de 2001 se comenzó a aplicar de forma indefinida por todo el mundo.
Esa es la teoría. ¿Realmente se economiza? Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), el ahorro es de unos 6 euros por hogar al año. No parece mucho, aunque multiplicado por los 18 millones de hogares que hay en España, son 108 millones de euros. Si a esto le sumamos lo que se puede reducir el consumo de las empresas, se estima un ahorro de unos 300 millones de euros. Cantidad que no es desdeñable, aunque apenas suponga entre el 1% y el 1,5% de la factura energética.
En este sentido, la propia Comisión Europea reconoce que el ahorro ocasionado por el horario de verano es “relativamente pequeño”. En un informe publicado en 2014 indica que, aunque hay estudios que afirman que el ahorro puede rondar el 0,5% sobre el consumo nacional de un país, también existen otros que sostienen que su efecto es nulo o incluso negativo.
En este sentido, se puede ahorrar mucho más adoptando algunas medidas para mejorar la eficiencia de nuestro consumo: abriendo persianas y cortinas, cambiando la iluminación por otra más eficiente, utilizando espejos para aumentar la luminosidad, evitando el stand-by, regulando adecuadamente la temperatura del hogar, utilizando electrodomésticos más eficientes, etcétera.
Además, muchas personas ven afectados sus biorritmos por esta modificación, como una especie de jet lag, de manera que tienen más problemas para conciliar el sueño y para comer, pueden manifestar mayor irritabilidad, etcétera.
La racionalización de los horarios
En los últimos tiempos ha recobrado fuerza el debate sobre la racionalización de los horarios en nuestro país. Los españoles son los europeos que menos duermen (una hora menos que el resto) y los que más tarde se acuestan y se levantan al día siguiente.
Esto tiene que ver con los horarios que rigen en muchas empresas (jornadas partidas con un largo intermedio para comer), pero también con la disfuncionalidad ocasionada por no estar en el huso horario que nos corresponde.
Por eso, la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios (ARHOE) reivindica una profunda modificación de los horarios en España para fomentar la conciliación, permitir la corresponsabilidad de las tareas en el hogar, mejorar nuestra calidad de vida, aumentar la productividad y disminuir la siniestralidad en las carreteras y en el trabajo.
La ARHOE propone obviar la adopción de la hora de verano, que se produce el último fin de semana de marzo, y retrasar los relojes cuando toque (a finales de octubre), de manera que se iguale nuestro horario con el que nos corresponde según el huso, junto a Gran Bretaña y Portugal.
Con ello, se conseguiría un horario más europeo, en el que los ciudadanos se seguirían levantando a la misma hora de reloj, pero en realidad una hora (solar) más tarde. La medida del cambio de huso debería ir acompañada de otras encaminadas a favorecer el cambio de horarios laborales, modificaciones en el prime time de las televisiones, etcétera.
De esta manera, se comería y cenaría en un horario más internacional, a la una y a las ocho de la tarde; se fomentaría la jornada continuada de nueve a seis, con una parada de una hora para comer a mitad de la jornada laboral; y se dormiría una hora más, obteniendo beneficios para la salud y disminuyendo la siniestralidad.