Las altas presiones inflacionistas y las consiguientes subidas de tipos de interés han puesto en el foco a los instrumentos financieros, con una clara deriva hacia los de tipo flotante, ya que los inversores buscan reducir su riesgo de interés y duración.
En anteriores artículos mencionábamos esta tendencia por la inestabilidad de los mercados y hablábamos de un instrumento que nos parece muy atractivo y sobre todo muy conveniente para los tiempos que vivimos: los préstamos ‘Senior Secured’.
Los préstamos siguen mostrando su resiliencia, encontrándose entre los activos de crédito con mejor rendimiento a nivel mundial en lo que va de año. Sin embargo, la volatilidad del mercado provocada por el conflicto de Ucrania, los problemas en la cadena de suministro y la presión inflacionista están provocando una clara subida de la prima de riesgo requerida para financiar a los emisores por debajo del grado de inversión. De hecho, el margen medio de los préstamos con calificación crediticia de ‘B’ emitidos en lo que va de año es de 418 puntos básicos, habiendo aumentado a 438 pbs, en el mes de abril, mientras que los mayores descuentos en las emisiones nos han llevado a una TIR media, a 3 años, por encima de los 450 pbs (501 pbs en abril).
El mayor margen ofrecido en el mercado primario, los descuentos en el mercado secundario y las esperadas subidas de los tipos de interés tienen una implicación clara para las carteras de préstamos: mayor rentabilidad. Sin embargo, esto no está exento de riesgos. La caja disponible para nuevas inversiones por los fondos de ‘private equity’ sigue alcanzando nuevos máximos, lo que lleva a elevadas valoraciones y, por ende, a estructuras de capital cada vez más apalancadas. Esto, a su vez, merma la generación de flujo de caja libre de las empresas, que se verán aún más afectadas por la actual subida de tipos.
Por esto, el análisis fundamental de crédito, la selección de activos y la gestión activa son ahora más importantes que nunca.
El análisis de los emisores para determinar su capacidad para afrontar el aumento de los costes de financiación y de producción (materiales, mano de obra, energía, etc.) es esencial. Tras un análisis profundo, se puede evaluar, por ejemplo, cuánto margen hay en la ratio de cobertura del servicio de la deuda (‘RCSD’), una métrica común para determinar si una empresa tiene suficiente caja para hacer frente a sus costes de financiación (intereses y amortizaciones). Este análisis no solo permite reducir el riesgo de las carteras, sino que también puede presentar oportunidades de generación de ‘alfa’, ya que actualmente el mercado está ofreciendo rentabilidades similares a las ofrecidas hace 18 meses, pero con niveles de riesgo, medido por la ratio de estrés (proporción de préstamos cotizando por debajo del 90%), tres veces inferior.