Los modelos económicos instalados en los países del mundo son lineales: las empresas ponen a disposición del consumidor productos elaborados a partir de materias primas, que son usados y, posteriormente, desechados cuando ya no se necesitan, o cuando su utilidad es insuficiente.
Con la población mundial en imparable aumento, la escasez de recursos naturales, la creciente acumulación de residuos y con los beneficios empresariales fijados siempre al alza, el futuro de dichos modelos económicos se plantea incierto, insostenible. Incluso hay expertos que llegan a calificar la situación de emergencia planetaria.
Qué es la economía circular
Partiendo de la circulación existente en la naturaleza, en la que los seres vivos nacen, se reproducen, mueren y sus restos son reabsorbidos para integrarse nuevamente en el ciclo, la economía circular propone un objetivo diferente al modelo económico tradicional.
No se centra en maximizar la capacidad productiva, reduciendo costes y aumentando el beneficio, sino en preservar la utilidad de los productos ya existentes y sus componentes para así disminuir significativamente la entrada de nuevos recursos al ciclo productivo y la generación de residuos.
El modelo separa los productos por componentes, denominados ingredientes o nutrientes, y los clasifica en dos:
- Ingredientes biológicos. Son los que tras ser usados pueden reintroducirse en la naturaleza por ser biodegradables, como residuos orgánicos, tejidos naturales, plásticos biodegradables, etc.
- Ingredientes técnicos. Tras su uso no son aptos para ser devueltos a la naturaleza, por lo que deben ser desensamblados y reutilizados con otro fin, o en la fabricación de nuevos productos. Materiales no biodegradables, integrados en aparatos electrónicos, electrodomésticos, etc.
Tras esta separación subyace una interesante idea: devolver a la naturaleza lo que procede de la naturaleza (ingredientes biológicos) y, lo que no se puede devolver, reutilizarlo o transformarlo en otro producto (ingredientes técnicos). Como consecuencia, se limita la introducción de nuevos ingredientes técnicos y la generación de desechos inservibles. Además, para todo el proceso productivo, promueve la utilización de energías renovables.
La clave del modelo está en el retorno, en la reutilización. Que todo aquello que hasta ahora se considera un residuo pase a ser materia prima de un nuevo producto reacondicionado.
Orígenes e implantación de la economía circular
La economía circular toma prestados conceptos de la ecología industrial, que promulga reducir los inputs a un nivel recuperable para la biosfera y minimizar los residuos a un nivel asimilable por la naturaleza.
Fue en la década de 1970 cuando ciertos académicos y empresarios sembraron ideas que, décadas más tarde, fueron enmarcadas por diversas escuelas de pensamiento dentro del actual concepto de economía circular. A partir de 2010 Ellen MacArthur y su fundación le dieron un fuerte impulso para acelerar su implantación a escala mundial.
El éxito del sistema no se logra actuando de forma aislada, sólo sería posible con la integración productiva y logística de todos los elementos necesarios: una red internacional de empresas que funcionase bajo el mismo modelo, imitando los ecosistemas de la naturaleza.
El contenido de este artículo podría parecer teórico y utópico. Sin embargo, los gobiernos empiezan a ser conscientes de la realidad y hasta la Comisión Europea ha movido ficha, proponiendo la economía circular como clave competitiva para Europa y elemento fundamental para afrontar la sostenibilidad económica y natural del planeta.