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Dispositivos tecnológicos fulminados por internet

¿Todavía conservas aquella traductora que tanto te gustaba? Si no pasas de la treintena probablemente ni sabías que había maquinitas similares a una calculadora de bolsillo que traducían palabras y algunas frases sencillas. Como la traductora, muchos gadgets revolucionarios fueron reemplazados por otros mejores, gracias a las posteriores innovaciones tecnológicas y, especialmente, a las conexiones rápidas a internet.

La revolución del streaming

¿Quién necesita un dispositivo de almacenamiento cuando el ancho de banda es suficiente para reproducir música de alta calidad y, por supuesto, sin cortes? El éxito de las plataformas de música y cine online es ahora evidente. Según el Panel de Hogares de la CNMC, el 37% de los hogares que disponen de conexión a internet tienen contratada alguna plataforma OTT.

Los servicios OTT (over the top) son los servicios por internet de streaming (en el caso del vídeo y audio), almacenamiento y comunicaciones en los que el operador del servicio (el proveedor de internet) no interviene en la distribución de ese contenido. A diferencia de la televisión por cable, del teléfono fijo, o de la distribución de música y películas en soporte físico, las plataformas OTT (Netflix, Spotify, etc.) ofrecen el contenido, que se distribuye por la red de telecomunicaciones de otro proveedor (Vodafone, Movistar, MásMóvil, etc.)

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Son de sobra conocidas, pero mencionaremos algunas de ellas:

  • Audio: Spotify, Apple Music, Google Play Music, Tidal, etc.
  • Vídeo: Netflix, Apple TV+, HBO, YouTube, Prime Video, etc.
  • Comunicación: WhatsApp, Skype, Google Hangouts, Telegram, etc.
  • Almacenamiento: Google Cloud, iCloud, Dropbox, Microsoft OneDrive, etc.

Quizá no te hayas parado a pensar qué ha llevado a las OTT al éxito. Las bases estaban ya sentadas con los soportes físicos de audio y vídeo (CD, DVD, Blu-ray), pero la mejora de la velocidad de las conexiones a internet, su llegada a la mayoría de los hogares y dispositivos móviles y, lo más importante, a precios asequibles para la mayor parte de la población fueron los factores determinantes. Además, con la implantación de la nueva red 5G se abre un nuevo horizonte para todos los sectores, donde el flujo de datos será todavía mayor y sin retardos.

Cassette la maravilla portátil, prehistórica en la era del streaming

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La calidad de sonido de un vinilo reproducido en un buen equipo de alta fidelidad era la preferida hasta los sesenta. Entonces, la aparición del cassette de Philips llevó a muchos usuarios a sacrificar cierta calidad para ganar portabilidad: con la patente liberada, las discográficas ofrecían sus producciones en vinilo y cassette. Y es que eso de llevar la música a todas partes con un Walkman era fantástico.

La versatilidad del cassette respecto al vinilo era innegable, pero la llegada del CD en los ochenta fue otro paso de gigante. Más calidad, más facilidad de uso, sin perder portabilidad. En 1995 el instituto alemán Fraunhofer liberaba el .mp3, un nuevo formato que comprimía las pistas musicales en ficheros de muy poco peso, lo que permitía su transmisión por las redes de internet de la época. Entonces llegó Napster con el P2P y, con él, la época en la que la música corría libremente (e ilegalmente) por la red. Apple le dio una vuelta de tuerca y en 2003 lanzó su servicio de descargas musicales legales, nacía iTunes Store.

Los anchos de banda siguieron creciendo por todo el planeta, lo suficiente como para reproducir música en streaming, sin llegar a descargar las canciones enteras. Así lo supieron ver Daniel Ek y Martin Lorentzon, los cerebros de Spotify, que fue lanzada en 2008. Lógicamente su arranque no fue el más exitoso, pues todavía no se habían ganado la confianza de la industria y porque el catálogo no era lo suficientemente amplio. Como todos sabemos, pronto cambió el paradigma del sector y los gigantes tecnológicos Apple y Google se subieron al carro de Spotify. Google Play Music le siguió en 2011 y Apple Music en 2015.

De la cinta de vídeo a Netflix

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En 1976 la rivalidad entre Sony y JVC por llegar a los hogares con sus respectivos estándares de grabación de vídeo era enorme. Sony había presentado Betamax en 1975, pero solo un año después JVC sacó las cintas VHS. Cada formato tenía sus peculiaridades, aunque se solía defender que los Beta daban más calidad y los VHS más capacidad.

Los dos estándares fueron objeto de disputas durante los siguientes años. Sony no licenció su Betamax, mientras que JVC sí lo hizo, y probablemente esta fuera la causa que llevó a Sony a la derrota. Sony fabricó su primer grabador VHS en 1988 y fue el inicio de una década donde el vídeo se grababa y se reproducía en casa en cintas VHS.

2002 dijo adiós a las cintas Betamax y 2016 fue el año de despedida del VHS en Japón (donde sobrevivían). Para entonces ya había alternativas mucho más versátiles y de mayor calidad de imagen y sonido. Nos referimos a los discos ópticos: DVD, lanzado en 1996 y Blu-ray, en 2006.

NETFLIX

Con el DVD como formato estándar, en 1998 Reed Hastings y Marc Randolph idearon Netflix como empresa de alquiler de películas por correo postal. Y poco después ofrecieron películas por suscripción mensual. Pero la compañía dependía del servicio postal de Estados Unidos y no acababa de arrancar. El servicio de VOD (vídeo bajo demanda) que le hizo triunfar se hizo esperar y no llegó hasta 2007, cuando las conexiones a internet en Estados Unidos ya tenían la capacidad suficiente para ofrecer vídeo de calidad en streaming. El siguiente paso fue la producción de su propio contenido, que empezó en 2012 y donde actualmente se incluyen un amplio listado de series y películas de éxito.

Tras la senda de Netflix han aparecido otras muchas plataformas de VOD: Apple TV+, Filmin, Prime Video y, más recientemente, Disney. La batalla por el vídeo en streaming no ha hecho más que comenzar.

Del experimento de IBM a videollamadas traducidas al instante

IBM

El caso de la traducción automática es otro claro ejemplo del avance imparable de la tecnología en las comunicaciones por internet.

Precisamente en enero de 1954 se presentó el primer prototipo de traducción automática. Conocido como el experimento de Georgetown-IBM, se presentaba como una auténtica revolución por ser capaz de traducir un máximo de 49 frases del ruso al inglés, con un limitado diccionario de 250 palabras y tan solo 6 reglas de gramática. Era necesario utilizar un gigantesco ordenador IBM 701 donde las frases se introducían mediante tarjetas perforadas.

Aunque aquella primera demostración fuera más aparatosa que útil para su uso cotidiano, causó gran interés mediático y sentó la base para los siguientes avances en la traducción instantánea por parte de Estados Unidos y la URSS.

La traducción automática actual nada tiene que ver con ese hardware tan voluminoso, sino más bien con potentes algoritmos donde la inteligencia artificial va mucho más allá de traducir palabras sueltas y aplicar reglas para dar un sentido a una frase. Ahora, con conexión permanente a internet, el traductor de Google o el de DeepL como alternativa son tan cómodos que usar un diccionario o una máquina traductora parece prehistórico.

La tecnología aplicada ha llegado hasta límites inimaginables, por ejemplo, rompiendo la barrera del idioma con traducciones simultáneas en videollamadas que, aunque lejos de ser perfectas, son un avance indiscutible. ¿Qué novedades tecnológicas están por venir en los años veinte del siglo XXI? ¿Cómo se moverá el sector tecnológico y de las telecomunicaciones? Lo seguiremos de cerca en el blog de Self Bank by Singular Bank.